La economía circular

La economía circular

En el año 2016 se firmó el famoso Acuerdo de París que daba continuidad al Protocolo de Kyoto. Dicho acuerdo, establecido dentro de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, establece medidas encaminadas a reducir las emisiones de Gases de Efecto Invernadero. Este acuerdo fue firmado por 96 países, más la Unión Europea en su conjunto, lo cual supone sumar más del 55% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero de nuestro planeta.

El dióxido de carbono, gas que retiene el calor en nuestra atmósfera, ha aumentado en más de un 30% desde que se inició la revolución industrial, lo que ha provocado un incremento de la temperatura global en más de un grado. Esto supone que estamos liberando el calor que emitirían cuatro bombas atómicas cada segundo. De ahí el hecho que se están derritiendo los polos y aumentando el nivel de los mares.

A mediados de siglo se prevé un incremento de la temperatura de otro grado adicional. Este proceso implicará que algunas zonas de nuestro planeta queden inundadas por el agua. En concreto, los cálculos prevén que entre 50 y 200 millones de personas estén obligadas a desplazarse para el año 2050, convirtiéndose en refugiados climáticos o ambientales. Recordemos que 13 millones de personas son las que hasta ahora han huido de la guerra de Siria.

Por si fuera poco, frente a estas previsiones, nos están llegando noticias sorprendentes sobre la desvinculación de EEUU del tratado de París. El motivo, una visión egoísta y fragmentada de los problemas globales del planeta, apoyada por el populista lema «America first» (América primero).

¿Por qué esta actitud individualista y poco solidaria que, seguramente, no es un hecho aislado atribuible al presidente de los EEUU, sino que es también compartida por un número no desdeñable de ciudadanos de nuestro planeta?

Probablemente la respuesta está en que existe una cierta infoxicación (una intoxicación de información). Llevamos gran parte de nuestra vida bombardeados por noticias catastróficas sobre las consecuencias del cambio climático y sobre campañas de sensibilización encaminadas a mejorar el medio ambiente. Sin embargo, esta cascada de información acaba siendo perniciosa, porque después de un primer impacto emocional importante pero reducido en el tiempo, nuestro cerebro produce un efecto bloqueo, pasando a archivar la información en nuestra biblioteca de sucesos, libre de su componente emocional.

Fotografía: David Martínez

No es trivial el proceso de concienciación de la ciudadanía que se ha realizado en muchos de los países desarrollados, integrando en su quehacer diario un aspecto tan importante como el proceso de reciclaje. Sin embargo, nos queda poco tiempo y, si queremos reducir el calentamiento del planeta, es necesario buscar modelos sistémicos que incorporen en nuestra economía formas de diseñar, producir y consumir distintas a las que conocemos. En este sentido es interesante la aportación de las diferentes escuelas de pensamiento industrial y económico al concepto de economía circular.

Nuestra economía utiliza lo que se denomina «un sistema lineal», basado en la extracción, producción, consumo y eliminación. Este sistema está alcanzando sus límites, por lo que es necesario encontrar un sistema que sea más eficiente y que optimice el volumen de materiales utilizados, la energía que se consume y los residuos que se generan.

La economía circular no se basa únicamente en reducir el impacto medioambiental de nuestras actuaciones, sino que va más allá, atajando los problemas desde su raíz. Es por ello que se centra en el diseño, teniendo en cuenta los procesos de extracción, producción, reutilización y reciclaje desde el momento de la concepción de los productos, a la vez que busca la minimización de su consumo energético.

La economía circular se inspira en la biomímesis, una disciplina que estudia las mejores ideas de la naturaleza para imitar sus diseños y procesos con el ánimo de resolver problemas humanos. La economía circular copia el ciclo de vida de los seres vivos que tiene lugar en la naturaleza. En el mundo natural no hay residuos, sino que la materia fluye, de manera que los residuos de una especie se convierten en alimentos para otra utilizando para todo ello una fuente de energía inagotable que proviene directamente del sol.

La economía circular divide los componentes de los productos en dos grupos, los biodegradables (son aquellos nutrientes biológicos que pueden ser devueltos a la naturaleza como alimento de otros seres vivos) y los técnicos (aquellos que deben ser reutilizados una y otra vez en el proceso productivo sin entrar en la naturaleza).

La clave de la economía circular, está en diseñar productos absolutamente reciclables, ya sea porque son biodegradables o porque están diseñados de manera que sus componentes pueden ser utilizados repetidamente en los procesos de producción, favoreciendo desde su concepción el ahorro de materiales, el ahorro en el consumo de energía durante todo el ciclo de vida del producto y evitando la generación y acumulación de residuos.

El siguiente video, presentado por la Fundación Ellen MacArthur denominado Rethinking Progress (Repensando el progreso), ayuda a entender y ampliar el concepto de economía circular comentado brevemente en este artículo.

El calentamiento global del planeta está dejando de ser un problema potencial para empezar a convertirse en una realidad. Y esa realidad producirá cambios en la naturaleza, desaparición de algunas especies, pérdida de las condiciones de vida, bienestar y salud de los individuos, pero sobre todo afectará directamente a millones de personas, los denominados refugiados climáticos o medioambientales. Personas concretas que verán como las tierras se desertizan, como las lluvias arrasan los cultivos, o como los mares engullen sus poblados y ciudades.

Estas personas concretas, que también podemos ser nosotros, deberán buscar un nuevo lugar para habitar, lo cual generará importantes corrientes migratorias y presión demográfica sobre territorios que no estarán preparados para ser poblaciones de acogida.

El planeta Tierra y su capacidad para generar ecosistemas sostenibles tiene una experiencia de éxito de miles de millones de años. Nosotros, en unos pocos siglos hemos puesto en peligro la vida de millones de personas, que es el bien más preciado que tenemos. Quizás haya llegado el momento de desendiosar al individuo y desde la humildad, mirar, escuchar y aprender de otros seres vivos que sin la inteligencia ni la capacidad de amar que tiene el ser humano, han sabido encontrar el camino de la supervivencia.

David MARTÍNEZ GARCÍA
Economista
Barcelona (España)
Junio de 2017

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1 Comment

  1. Recomiendo este articulo con su correspondiente vídeo. Leerlo, pensar todo lo que explica que son cosas muy serias y que nos va nuestra vida y la de las generaciones futuras. Y si podemos introducir cambios en nuestra manera de vivir que sean acordes de alguna manera o se acerquen a esta economía circular, pues creo que vale la pena. Y que prediquemos con el ejemplo en los entornos en que nos movemos en el día a día.

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