La guerra se podía haber evitado

La guerra se podía haber evitado

Hay como un telón de fondo en los libros de historia, en los cuales podemos contemplar imágenes de los representantes japoneses, vestidos de chaqué y sombrero de copa, firmando la rendición a bordo del acorazado USS Missouri. Fue a los pocos días del 6 de agosto de 1945 cuando la bomba atómica ‘Little Boy’ cayó sobre la ciudad de Hiroshima, acabando con la vida de 80.000 personas en el acto. A finales de año, la bomba había conseguido matar a más de 166.000 seres humanos. Muchos de ellos por los daños sufridos por el impacto; otros por la radiación. Y de manera parecida la otra bomba atómica que cayó sobre Nagasaki. Con los mismos funestos resultados.

Japón, no tenía intención de rendirse, aunque en realidad el Gobierno sabía que la rendición «era inevitable», su única intención era retrasar al máximo aquel momento. En dos mil años de historia, nunca se había rendido ante una potencia extranjera. Rendirse, suponía un duro golpe para «el honor del país». Pero las bombas atómicas de Nagasaki e Hiroshima marcaron un antes y un después en la historia de Japón y del mundo. Fue precisamente a raíz de aquellos estallidos y las decenas de miles de fallecidos, lo cual llevó a que Japón se desvinculara de la II Guerra Mundial y abandonara oficialmente la contienda. Es la versión oficial que se maneja en los libros de historia: las bombas atómicas motivaron la rendición incondicional de Japón.

Nos preguntamos: ¿Qué hubiera sucedido si Japón no se hubiese rendido? Los Estados Unidos ¿hubieran lanzado más bombas atómicas? ¿Cuántos más muertos se hubieran producido? Gracias a la rendición no se produjeron más muertes cruentas.

Yendo a nuestra realidad actual, Vladímir Putin ordenó el jueves 24 de febrero atacar la región de Dombás. El presidente ruso defendió en el mensaje, con el que abría las hostilidades contra Ucrania, que los enfrentamientos entre las fuerzas ucranianas y rusas son “inevitables” y que era “solo una cuestión de tiempo”. “La expansión de la OTAN y el desarrollo militar del territorio de Ucrania por parte de la Alianza es inaceptable para Rusia”, justificó entonces el jefe del Kremlin. Las tropas rusas atacaron desde aquel día varias regiones del país, incluida la capital, Kiev, en un conflicto bélico de final incierto.

Los recientes movimientos despiertan el fantasma de la Guerra Fría. El trasfondo de esta crisis es la negativa rusa a aceptar el acercamiento de la OTAN y de la Unión Europea a la antigua república soviética, a la que Moscú considera parte de su identidad y de su espacio de influencia, y cuyo control juzga vital para su seguridad. Putin cree que ambos países conforman “un solo pueblo”.

El 28 de febrero Rusia y Ucrania mantuvieron su primera ronda de negociaciones en una mesa de diálogo en Bielorrusia, junto a la frontera con Ucrania. Tras el encuentro, ambas partes se emplazaron a seguir negociando. Mientras tanto, las fuerzas enviadas por Putin lanzaron un duro ataque contra Járkov, la segunda ciudad de Ucrania y de mayoría ruso parlante. Los intensos bombardeos y ataques de artillería contra una zona residencial de la ciudad del este, sitiada desde hacía días, causaron al menos una decena de muertos y muchos heridos, según las autoridades ucranianas.

Pese al desequilibrio de fuerzas militares entre Moscú y Kiev, la sociedad ucraniana organizó la resistencia: unos se alistaron a las fuerzas de defensa, otros fabricando ‘cócteles molotov’ o preparando comidas para los soldados y los milicianos. El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, solicitó la adhesión del país a la UE por la vía de urgencia como estrategia para empoderarse y equilibrar fuerzas contra Moscú.

¿Se podría pactar para evitar la guerra o solo para intentar acabar con el conflicto bélico? Lo prioritario sería salvaguardar la vida, la dignidad, los derechos de las personas que existen en cada momento.
Imagen de Pixabay

Hagamos una suposición tal como la defendía el expresidente uruguayo Pepe Múgica: si Ucrania no hubiera tomado las armas no hubieran muerto tantas personas civiles y militares. Muy seguro que Rusia la hubiera invadido; quizás sin derramar sangre ni destruyendo ciudades. Para colmo, además, Rusia hubiera subyugado al pueblo reprimiéndolo tal como vemos ahora en que los rusos disidentes son encarcelados a miles. No creo que a estos prisioneros los tengan a “pan y cuchillo” en las cárceles.

Y la guerra continúa… Cada día hay nuevas “noticias” que se difunden rápidamente por medios de comunicación y redes sociales. Y todos podemos tomar partido y dar nuestro punto de vista, sobre todo si no estamos en el país de la confrontación. Y a todos, de un modo u otro, nos afecta.

¿Cómo acabará esta guerra? Quizás ésta sea una pregunta absurda. Se necesitará mucho tiempo —y decisión— para saber pactar, superando ideologías, con nuevas políticas y gestiones económicas, para allanar hostilidades. Y que otras potencias mundiales no tiren más leña al fuego de este polvorín. Pero, ¿cómo se curarán las heridas de la guerra y se evitará generar más resentimientos históricos?

Arco del Triunfo de París
donde se encuentra
la Tumba del Soldado Desconocido.

Un eco dramático de la guerra continuará vivo en muchas ciudades. Será incongruente construir monumentos al “soldado desconocido”. “Desconocido”, quizás sí de los líderes y de los generales que proclamaron la guerra y que cada año ofrecerán una corona de flores con las cintas de la bandera de la patria. Y como escribía un buen amigo:

«La guerra terminará,
los líderes se darán la mano….
y esa mujer se quedará esperando a su hijo mártir;
y esa esposa esperará a su querido marido;
y esos niños esperaran inútilmente a su heroico padre…
No sé quién vendió la patria, pero vi quien pagó el precio.»

Josep Lluís SOCÍAS BRUGUERA
Abril de 2022

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1 Comments

  1. Josep Zarzuela

    El artículo nos lleva a cuestionar los ejércitos para la defensa de un país. Cierto que no hay ninguna guerra ni invasión que se justifique. Necesitamos promover una cultura para edificar la paz en este sigilo XXI, la reforma de la ONU que propiciaba Federico Mayor Zaragoza, donde la sociedad civil debe participar, un Consejo de Seguridad que no se reduzca a la Defensa, ni a unos pocos países, que incluya la Seguridad Alimentar, Ambiental, etc. y a los países del Sur, como ha afirmado recientemente el expresidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva, para una ONU más legítima. En fin, un mundo donde no tendrá más sentido la OTAN y otros pactos de defensa armamentística.

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