Este septiembre de 2024 se dedicó la 3ª Jornada Bibliófila de San Jerónimo de la Murtra a la figura de dos personajes claves de la historia del monasterio, de Cataluña y del mundo entero. Hablamos del conocido como Cristóbal Colón y el conocido como Ramon Paner. Uno navegante y el otro “ermitaño de San Jerónimo”, como solía presentarse.
Colón, su hazaña y su misterioso origen, han hecho correr ríos de tinta, literalmente. Desde la biografía escrita por su hijo, Hernando Colón, para ensalzar la figura de su padre y los propios diarios de Navegación y cartas escritas por el Almirante, hasta incontables libros de historia, ensayos y novelas publicados durante los últimos siglos. En 1892 tuvo mucha relevancia el 4º Centenario de la llegada de Colón al continente americano en Barcelona. Fruto de aquel furor fue la estatua de Colón en el puerto de dicha ciudad. En la Fundación Catalunya-Amèrica con sede en la Murtra, hay una sala donde se conservan objetos de este 4º Centenario.
Sobre Ramon Paner se han escrito pocos libros o mejor dicho, lo que se ha escrito son ediciones críticas de su único libro conocido: La relación sobre las antigüedades de los indios. Este libro es considerado el primer tratado antropológico sobre un pueblo americano.
Colón y Paner coincidieron en la segunda expedición a las Indias, comenzada a plantearse en la Murtra, donde Colón explicó a los Reyes Católicos su descubrimiento de una nueva ruta marítima hacia Oriente. Paner iba en calidad de misionero, junto con otro catalán, Bernat Boyl, y otros religiosos. En el primer año de estar en el Caribe, Paner ya dominaba uno de los idiomas de La Hispaniola y recibió el encargo de Colón de poner por escrito sus costumbres y creencias. Este encargo, posiblemente, con la intención de realizar un informe para los Reyes Católicos sobre la cultura y religiones de los habitantes de estas nuevas tierras.
Paner se fue inculturizando con los pobladores podríamos decir a la manera luliana, es decir, partiendo de lo que ellos eran y sabían, para ir posteriormente evangelizando. En la biblioteca de San Jerónimo de la Murtra había ejemplares de las obras de Llull, cabría la posibilidad de que Paner las hubiera leído y después adoptara su método en tierras americanas.
También debe decirse a favor de Ramon Paner, como misionero, que en aquellos primeros años del contacto de culturas, se posicionó como defensor de los derechos humanos de los caribeños, utilizando el bautismo cristiano como herramienta. Bautizaba masivamente a los indígenas porque era una forma de reconocer que tenían alma como los europeos –en la mentalidad de aquella época–, además de que se convertían en súbditos de los reyes con los mismos derechos que los peninsulares, en teoría. Y, por tanto, no podían ser tratados como esclavos.
Este hecho quedó recogido cuando, en 1500, Colón fue juzgado y uno de los testimonios llamados fue precisamente Ramon Paner, quien argumentó que Colón no le dejaba bautizar más. Ésta, junto con la propia Relación escrita por la mano de Paner, es de las pocas constancias escritas de la existencia de este fraile y su etapa en el Caribe, donde probablemente murió.
En Europa es poco conocida la figura de Ramon Paner, pero en el Caribe es un personaje importante. Hacia 1498 Paner entregó sus escritos a Colón, quien volvía a la península. A partir de ese momento se desconoce la trayectoria que siguió su Relación y, si tan siquiera llegara a manos de los Reyes Católicos. Lo que sabemos es que Hernando Colón, al escribir la biografía de su padre Historia del Almirante Don Cristóbal Colón, incluyó como un capítulo esta Relación de Ramon Paner. La biografía original, escrita en castellano, se perdió, pero se salvó una edición italiana hecha por el editor y traductor español afincado en Italia, Alfonso de Ulloa, y publicada en 1571 en Venecia. Parece ser que el manuscrito original de Hernando Colón fue vendido por Luis Colón, tercer Almirante de las Indias, a Ulloa.
Podría ser, y ésta es una intuición mía, que Paner podría haber escrito su Relación en catalán y Hernando Colón la haya traducido o hacer traducir al castellano para incluirla como un apartado en la biografía de su padre. Posteriormente, como ya se ha comentado, la biografía castellana manuscrita pasó a manos de Ulloa para ver la luz en italiano. O sea que, por extrañas razones, se habrían perdido tanto la versión original de Paner –posiblemente en catalán– como la transcripción/traducción de Hernando Colón en castellano.
Las versiones que llegan a nuestros días en castellano y catalán son versiones de cuarta generación, que ya han pasado del original catalán al castellano y del castellano al italiano. Dicen que traducir es traicionar. Seguramente si pudiéramos tener en nuestras manos el original de Paner, encontraríamos cambios de sentido importantes, comparándolos con las versiones contemporáneas. Pero es que, entre lo que vivió, vio y oyó a Paner y lo que llegó a escribir, ya habría cierto abismo. El escrito traiciona, en cierto sentido, la realidad.
Pongámonos en su piel, aquello era “otro mundo”. Nada que ver la cosmovisión del mundo y la creación de la humanidad de los taínos con la de los cristianos. Y en aquella época, tanto en el Viejo como en el Nuevo mundo, las personas vivían en un universo simbólico, todo tenía un sentido trascendental. (Hay que plantearnos si nuestro nuevo universo digital también es simbólico y en qué tipo de matriz vivimos ahora).
Hacer poesía es dar sentido a lo sentido. Ramon Paner, “pobre ermitaño de la orden de san Jerónimo”, hizo poesía pura. Su Relación sobre las antigüedades de los indios, es la relación de una forma de sentir el mundo, la que él pudo percibir. A pesar de este juicio de valor mío, expertos de la obra de Paner desde el punto de vista etnológico, elogian la gran capacidad de describir sus costumbres, ritos y creencias, sin emitir juicios importantes que pudieran contaminar, de algún, modo el relato.
Además del segundo viaje y algunos años juntos en el Caribe, hay otro hecho que pone en común al Almirante y al misionero/antropólogo. Es su misterioso origen. De ambos nos llegan su nombre y apellido y datos históricos confiables a partir de un cierto momento de sus vidas. Pero lo que no queda claro es su origen y, en el caso de Paner, por qué fue él elegido para acompañar a Colón en su segunda expedición.
¿Serían dos viejos conocidos que se reencontraron en la Murtra en abril de 1493? ¿Qué relación habría entre los dos y los Reyes? ¿Eran ambos judíos? ¿Se llamaban verdaderamente Cristóbal Colón y Ramon Paner?
Todavía está por correr más tinta para mantener el suspense que hoy nos convoca.
(Texto leído en la presentación de la 3a Jornada Bibliòfila de Sant Jeroni de la Murtra. Badalona, 28 de septiembre de 2024)
Javier BUSTAMANTE ENRIQUEZ
Poeta
Ciudad de México, México
Noviembre de 2024