La dama de humor

La dama de humor

La dama de humor es una compañera incondicional que todos tenemos, pero no siempre nos permitimos aprovechar, a pesar de que nos ayuda a vivir mejor y a ser mejores personas, que parece fácil, pero no lo es, de hecho, es una llave de entrada para aprender de ella, tal como con la felicidad, el gozo, la sencillez y otras cualidades propias de la interioridad.

Los mejores momentos de la vida los he pasado con ella, siempre sonriente, con distensión, distinción y alegría. Ella es convocante, facilita las relaciones y ayuda a decir y escuchar de buena gana casi cualquier cosa. Aporta paciencia, allana los caminos y acerca a las personas.

Su presencia es agradecida y ligera. Cuando voy con ella, me da confianza, no hay que hacer nada especial para esponjar el rostro e incluso sonreír y sólo con eso el corazón se alegra, se amorosa y todo se consigue ver más sencillo y familiar.

Es elegante, la dama de humor no hace «leña con el árbol que ha caído», no hace ironía, ni burla, no se ríe a costa de otro, no despedaza o ridiculiza, ni a los demás, ni a mí. Más bien me hace ver la parte gozosa, divertida, tierna y simple de la vida. No es compatible con la estridencia, destensa las situaciones y las hace amables. Es decir, estimables, agradables.

«Cuando tenemos la dama de humor integrada en todos los ámbitos de la vida,
crecemos de manera exponencial, su aportación es significativa en todos los ámbitos,
todo nos sale mejor y más fácil, ¡ incluso es terapéutica !,
su presencia facilita el sueño, la buena digestión y la salud.
¡Hagamos el esfuerzo para tenerla siempre cerca!» Imagen de Lee Travathan en Pixabay

La dama de humor alegra la vida, a veces seca e incluso reseca, riega la tierra y la deja esponjosa, no encharcada, olorosa, permite que las plantas estén frescas. Allí donde las puertas chirrían o los cajones se encallan, pone aceite, lubrica y suaviza. La dama de humor hace que aparezca verdor y color, flores donde no las había, y que lo que era fibroso y quebradizo se vuelva flexible, resistente, gracioso, comprensible. La dama de humor es el mejor sacacorchos cuando cuesta que salga el buen vino de una botella.

Justo es decir, es una dama, y como tal, sabe estar, no se impone. Sabe estar en silencio, pero presente con su toque de gracia. Marcha de donde no la quieren, y delata a los que la usan para lucirse haciendo pantomima, porque es suave y respetuosa, no ofensiva. Se aleja de la maldad y la ironía, la dama de humor da el tono para que todo el mundo esté cómodo, a veces nos hace reír, pero no es necesario.

Siempre disponible, entiende que no sabemos pasear con ella lo suficiente y nos ofrece el mejor camino para volver a intentarlo. A menudo la hemos alejado del trabajo, de las reuniones y espacios formales, como si ser amigos de ella nos hiciera débiles y poco serios, pero ella, con mucha sabiduría y altura de miras, busca buenos espacios para mostrar lo mejor de las personas.

Siempre estamos a tiempo de invitarla a estar con nosotros, a solas o en compañía y cuando llega, su perfume la delata de lejos, todos la conocemos, es universal, inclusiva y pacífica.

Cuando tenemos la dama de humor integrada en todos los ámbitos de la vida, crecemos de manera exponencial, su aportación es significativa en todos los ámbitos, todo nos sale mejor y más fácil, ¡incluso es terapéutica!, su presencia facilita el sueño, la buena digestión y la salud. ¡Hagamos el esfuerzo para tenerla siempre cerca!

Elisabet JUANOLA SORIA
Periodista
Chile
Publicado originalmente en la Revista RE num. 120, edición catalana

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