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En la era de la inteligencia artificial todo el mundo se pregunta qué quedará del ser humano cuando ya las máquinas y los robots están siendo en muchos aspectos mucho más eficientes que las personas. ¿Qué es lo propiamente humano?
Posiblemente lo más humano es tener un propósito más allá de uno mismo.
Los valores no son más que aquello a lo que damos preferencia para organizar nuestra vida. Aquello que realmente nos importa.
Posiblemente las máquinas inteligentes sean capaces de mejorar sus propios procesos, pero no tienen un propósito más allá. Eso es completamente humano.
Otra cosa es que somos los humanos quienes diseñamos esas tecnologías, y en ellas volcamos nuestros sesgos, nuestras limitaciones, nuestros deseos.
Tenemos que aprender a depurar los algoritmos de las tendencias maliciosas al dominio y al control de los demás, y ponerlos al servicio de las personas.
Dentro de estas tecnologías, las que sirven para ponernos en red y comunicarnos son un valor ya en sí mismas, en el sentido de que multiplican las posibilidades de informarse, dialogar y crear cultura de manera colectiva. Importan los contenidos, claro está, pero también y sobre todo el medio mismo. No sólo lo que se dice. ¡La red ya es el mensaje!
De muchas maneras se defienden los valores humanos a través de las tecnologías sociales. A través de los contenidos, elaborándolos del mejor modo posible, pero también por el simple hecho de encontrarnos en un ecosistema cultural donde se comparte más información y recursos que jamás en la historia. La gratuidad y el compartir, reelaborar, difundir, es una forma generosa de solidaridad extraordinariamente veloz.
Respecto a los contenidos sobre valores… ¿cuál es la condición? Acertar con el lenguaje adecuado. El texto breve, la imagen, el videoclip… La comunicación multimediática e hipertextual es un hervidero de propuestas sobre valores.
Consecuencia: importa más que nunca el discernimiento, la lectura crítica, para quedarnos con lo que tiene calidad en una avalancha informativa; hemos de tener criterios no aceptar sucedáneos ni falsificaciones. En la cultura digital, el primer valor es la autenticidad y la transparencia.
Junio de 2025