Etimologías de la soledad

Etimologías de la soledad

Foto: Javier Bustamante

 

Definen a la soledad como un sentimiento de ausencia de alguien o una cualidad de estar sin nadie. Me llama la atención que sea un concepto que se defina a partir de una carencia o de un adolescer de compañía. Esto me hace pensar en que una de las primeras palabras que aprenden los niños y niñas es “no” y la utilizan para ir afirmando su autonomía. Es decir, que son capaces por sí mismos de hacer algo.

Supongo que por esta cualidad de ausencia o falta, muchas veces a la soledad se le identifica como un sentimiento que hace sufrir. O que recuerda la vulnerabilidad del ser humano cuando no está con los demás.

¿Y si recodificamos la soledad como un sentimiento de bienestar, como una cualidad que nos ayuda a reconocer, como las niñas y niños, que somos capaces de muchas cosas por nosotros mismos porque estamos creciendo?

Posiblemente buscaríamos con más frecuencia el estar en soledad porque se iría convirtiendo en una experiencia de crecimiento, de percepción de la vida desde la libertad personal, sin condicionamientos externos. Cuando estamos rodeadas o rodeados todo el tiempo de personas o de estímulos digitales o de actividad, perdemos la capacidad de la perspectiva, no sabemos tomar distancia para reconocer nuestro lugar. Esto es una forma de estar perdidos, incluso de sentirnos solas y solos a pesar de estar acompañados.

Quisiera reinventarme una etimología para la palabra soledad, partiendo de un sentimiento o de una experiencia a la cual quiero nombrar. De hecho, así surgen las palabras, de un impulso inicial por nombrar aquello que me pasa. Pues quisiera sentir que la soledad tiene que ver con el suelo, con el solar. Experimentar soledad es conectar o percibir el suelo sobre el que estoy situado, tener los pies sobre la tierra, saber dimensionar mi lugar en la vida.

De esta manera, la soledad no sería para mí una ausencia de determinada persona o un sentimiento negativo de falta. Al contrario, la soledad es una experiencia o un sentimiento que me ayuda a saber dónde estoy yo y dónde están los demás para mí. Me ayuda a contemplar el horizonte de mi vida y saber hacia dónde quiero caminar y hacia dónde no. También me hace valorar la presencia de las demás personas y disfrutar de su compañía porque sé quiénes son para mí. Y una cosa muy importante: reconocerme parte de un universo, de una realidad donde existen seres no humanos con el mismo derecho a existir que yo y que también tienen un lugar.

Se dice que nacemos solos y solos moriremos. Desde esta etimología que planteo, siento que es muy cierto. Al nacer estamos inaugurando para nosotras y nosotros un lugar en el mundo, un lugar que es nuestro y nos configura hasta el día en que morimos. La soledad, pues, es una condición que nos acompaña durante toda la vida, nos conforma, nos proporciona límites para poder coexistir con el resto de seres que habitan la realidad. Es como una piel porosa que nos comunica y conecta con la vida.


Javier BUSTAMANTE ENRIQUEZ
Poeta
Ciudad de México, México
Julio de 2025

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