Europa ante el espejo

Europa ante el espejo

Nadie debería quedarse sentado contemplando los efectos de la guerra: violencia, destrucción y muerte…
como si se tratara de un bonito «paisaje».
Fotografía de Art Guzman en Pixabay

El sufrimiento sigue siendo infligido a la población palestina por parte del actual gobierno israelí y por la estrategia inamovible de Hamás. Esto coloca a la sociedad mundial, especialmente en Europa, ante el más crudo espejo. Son ya casi 60.000 muertos, muchos de ellos niños. Las televisiones y las redes sociales muestran imágenes insoportables de digerir.

Nada parece frenar al gobierno israelí ni modificar las consignas de Hamás. Ni el rechazo mundial al hambre como una de las más inmisericordes armas de guerra, ni la sentencia del Tribunal Internacional de la Haya a Netanyahu, ni el clamor de muchos israelíes o judíos ortodoxos pidiendo el cese de esta masacre, han dado resultado.

Los defensores por parte israelí de esa devastación arguyen estar “limpiando de terroristas” ese territorio. Quieren una “victoria total” sobre Hamás. Pretenden quebrar su infraestructura, su logística y hasta su mentalidad. Pero con esta actuación el gobierno de Netanyahu está sembrando a manos llenas el odio, el resentimiento y por ende el terrorismo del futuro, no sólo en Gaza, sino en una buena parte de las poblaciones solidarias con los palestinos.

El gobierno actual de los Estados Unidos apoya prácticamente sin fisuras al gobierno israelí. Por parte árabe tampoco hay acciones contundentes para mover a los partidarios de Hamás.

¿Y la Comisión Europea? Ha sido tibia. Aduce, con razón, que no hay consenso entre los países miembros. Aunque amplios sectores de la sociedad civil están indignados y piden acciones contundentes, muchos gobiernos callan ante lo inadmisible.

En algunos casos la conveniencia económica domina: predominan intereses comerciales, o la guerra como un negocio muy jugoso. Otros se rinden al poder fáctico ejercido por el presidente de los Estados Unidos. No quieren contrariarlo. Otros más titubean porque pesa en la conciencia colectiva la complicidad o indiferencia de la generación anterior ante la Shoah.

El sufrimiento de los millones de judíos perseguidos y eliminados les ha convertido en víctimas perennes. Se genera una ambivalencia, un conflicto de fidelidades que paraliza.

Pero la violencia no puede ser defendida en ningún caso. Ni por una parte ni por otra. La muerte de los inocentes es inadmisible. Aunque haya grupos interesados en continuarla hasta el infinito.

Por eso mismo, para actuar, no debe confundirse la parte con el todo. Las personas responsables de esta carnicería no son todo el pueblo judío, ni todo el pueblo palestino es parte de Hamás. Los responsables de esta violencia sin fin son unos líderes de ambos bandos, que buscan su propio beneficio; también lo son quienes les apoyan.

Es imprescindible recordar que son las personas quienes tienen la responsabilidad de sus acciones. No las etnias, no los colectivos con el mismo apellido o raíz ancestral. Generalizar y asesinar inocentes por pertenecer a un país o a una etnia es repetir de manera cerril el mismo error que sufrieron los judíos a manos de los nazis.

Los gobiernos europeos pueden perfectamente seguir siendo solidarios con el pueblo judío y con el palestino, denunciando sin complejos la estrategia de la violencia de sus líderes. Y defender el bien de los presentes, los que realmente existen hoy, los que ven amenazada su única posibilidad de existir en el universo. Los que sólo piden vivir y poder amar.

Y así quienes gobiernan podrán mirarse al espejo sin quedar avergonzados.

Agosto de 2025

Publicaciones relacionadas

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *