Comprender las emociones

Comprender las emociones

«Si negamos la emoción, no la eliminaremos
ya que lo que se resiste, persiste.»
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La inteligencia emocional es el arte de autoconocer, regular y comprender las emociones, tanto en mí como en los demás.

El psicólogo y periodista Daniel Goleman profundizó en las investigaciones de Peter Salovey y John Hayer, que en 1990 incidieron en la importancia de la IE (Inteligencia Emocional). Estamos hablando de treinta y cinco años atrás.

Según Goleman, en su libro Inteligencia Emocional, escrito en 1995 y traducido a cuarenta idiomas, rompe la sobrevaloración de la inteligencia intelectual porque sólo contribuye al 20% de nuestro éxito en la vida. ¿Qué pasa con el 80% restante? Es el resultado de nuestra IE. Una persona puede ser brillante a nivel intelectual, pero ser nula emocionalmente.

Este desalineamiento puede ser la causa de algunos de los mayores problemas a los que podemos enfrentarnos. Esta armonización entre intelecto y emoción podría ser comparativa a la unión del 20% en Inteligencia Artificial versus el 80% en Inteligencia Emocional.

¿Cuándo se crea nuestra Inteligencia Emocional?

La IE se crea desde el primer mes de nuestra vida, y yo diría desde el estado prenatal, ya que recibimos las emociones o estados nerviosos de nuestra madre y del entorno. Por ejemplo, el primer año de vida empiezan a manifestarse las emociones de placer, desagrado, rabia, disgusto, tensión, miedo y alegría entre otros. Igualmente se desarrollan las habilidades de comunicación y entendimiento con el entorno.

La siguiente pregunta a hacernos sería: ¿Cómo se trataban las emociones dentro de mi entorno familiar en mi infancia? Si nuestra respuesta es: «las teníamos que reprimir», entonces ya podemos tener mucha conciencia de nuestro bloqueo.

¿Y qué podemos hacer? Hay que desmontar la creencia adquirida sobre la expresión de mis emociones y de mi vulnerabilidad como un acto de debilidad. Una respuesta sana emocional sería: «Nos acompañaron a expresarlas sin juicios ni represiones y, además, nos ayudaban a regular el volumen de nuestra intensidad al sentirlas», (por ejemplo, el control de la histeria).

Los estudios dicen que una emoción dura una media de noventa segundos. Todo lo que se extienda de este tiempo, ya estaríamos hablando de sentimientos. La palabra emoción proviene del latín emovere, que quiere decir mover hacia fuera. La emoción es psicofisiológica.

¿Cómo se mueve una emoción dentro de nosotros?

Por ejemplo, ¿cómo se gestiona la rabia? Ante una noticia injusta tengo una emoción de rabia (durante noventa segundos) y un pensamiento (después de los noventa segundos). En esta última fase debo ser amable y regular la rabia.

Pero ¿cómo podemos transitar por nuestras emociones básicas dándoles el cuidado adecuado? Si negamos la emoción, no la eliminaremos ya que lo que se resiste, persiste. Las emociones no se pueden reprimir. Las emociones básicas son psicofisiológicas. Por ejemplo, si siento un ruido, emocionalmente puedo tener miedo porque en mi pensamiento se genera que estoy en peligro. Los sentimientos que se desarrollarán al cabo de un tiempo son procesos crónicos de ansiedad.

Cada emoción comporta una necesidad

«Los estudios dicen que una emoción dura una media de
noventa segundos. Todo lo que se extienda de este tiempo,
ya estaríamos hablando de sentimientos.»
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La rabia, por ejemplo ante una injusticia, necesita ser expresada hacia fuera. Si no la expresamos, se convierte en resentimiento.

Si la acumulamos en el tiempo, se convierte en rencor, que es psicosomático, es decir, si seguimos sin expresar la rabia y la expresamos hacia adentro, la reprimimos y se transforma en culpa.

Detrás de la tristeza siempre acostumbra a haber una pérdida y lo que se necesita es consuelo, escucha y abrazos. Si no se expresa y la vamos acumulando, acabaremos desarrollando una depresión. La tristeza es sana, pero la depresión es una enfermedad.

Sabemos que la desprotección lleva al miedo, que necesita de esa emoción. El amparo externo o interno de uno mismo. Si no lo tienes, entonces empiezas a generar ansiedad, miedo y estrés.

Y la alegría es la emoción más corta. Necesitas compartirla con personas que se alegren de lo que te ha sucedido. Una alegría en soledad baja de intensidad.

La Inteligencia Emocional es muy valiosa y debemos explorarla al máximo, pues nos aporta bienestar a la vez que nos facilita una comunicación sana con el entorno.

La IE ha sido reprimida por ser la gran desconocida. Actualmente, las formaciones realizadas por los coaches en equipos de trabajo buscan elevar la IE para que nazcan líderes y aumentar el éxito y el progreso del equipo y de la empresa, siempre en beneficio del ser humano.

Montse PUJOL CORTÉS
Terapeuta en Psicología Gestalt
Badalona, España
Artículo publicado originalmente en la Revista RE num. 121, edición catalana, en enero 2025

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