Herman Hesse, a través de su libro Demian, nos dice: “Yo no estaba en el mundo para escribir, predicar o pintar, ni yo ni nadie, estaba para eso. Tales cosas sólo podían surgir marginalmente. La misión verdadera de cada uno era llegar a sí mismo”.
«Llegar a sí mismo», nos invita Hesse. Este llegar a sí mismo requiere capacidad de escucha, afinar la sensibilidad, reconocerse en los demás y, a su vez, saber qué es lo singular de la propia personalidad que nos hace diferente de los demás. El verbo llegar nos invita a la acción, nos sugiere un itinerario, un adentrarnos.
Lo cierto es que nos puede llevar la vida entera este aprender a escucharnos. Pero si nos ponemos en el camino de llegar a uno/una misma, ya estamos en nosotros mismos. Es importante que este «sí mismo» no sea un “ensimismamiento”, un encierro, sino un abrirse a la vida desde la particularidad que uno es. Captando la realidad desde mi prisma y ofreciendo mis talentos a la realidad que me envuelve.
Se genera, así, un movimiento de recibir y dar que enriquece. Recibir requiere silencio: percepción consciente de cuanto me rodea para acogerlo tal y como es. Dar requiere comunicación: salida de uno mismo, integración al contexto que me hace posible. De esta manera se encarna la frase: yo soy yo y mi circunstancia.
Cuando uno va hacia sí mismo va descubriendo que le apasionan cosas como acompañar personas mayores, escribir cuentos, cocinar… Este descubrimiento que va en consonancia con quien uno es, nos da ocasión de ser felices y de hacer felices.
Demian continúa: “Yo era un proyecto de la naturaleza, un proyecto hacia lo desconocido (…) y mi misión era dejar realizarse este proyecto que brotaba de las profundidades, sentir en mí su voluntad e identificarme con él por completo”.
La naturaleza de cada persona es como un prisma de la naturaleza entera. Algo así como que, en la parte se refleja el todo. Si dejamos que nuestra propia naturaleza se realice, brote de sí misma y alcance sus posibilidades reales, el universo entero estará realizándose en cada uno de nosotros. Ese todo florece en cada parte que se abre a esta posibilidad. Es el «identificarse con la vida» del cual nos habla Herman Hesse.
La misión de ser yo mismo, de llegar al núcleo de quién soy, es personal e intransferible. Soy responsable de mí mismo. Estoy en el mundo para ser yo, nadie más lo será por mí. Este compromiso se renueva cada día, para lo cual es esencial concedernos tiempos cotidianos de soledad y silencio.
Javier BUSTAMANTE ENRIQUEZ
Poeta
Ciudad de México, México
Abril de 2023
