Respiración y emociones

Respiración y emociones

«Respirar es el primer acto de la vida y el último. Nuestra vida depende de ello. Desde nuestra primera inhalación hasta la última exhalación, nuestro bienestar físico y mental depende de una buena respiración.» (Joseph Pilates)

La respiración es un proceso fisiológico esencial para la vida, por el cual los seres vivos inhalan el oxígeno necesario para la producción de energía en las células y exhalan el anhidrido carbónico resultado de la respiración celular.

Y sin embargo… ¡qué poca importancia le damos a respirar!

Para lograrlo se combina un engranaje de diferentes órganos y estructuras del cuerpo.

Nariz y boca son la puerta de entrada del aire que atravesando la faringe alcanza la tráquea, distribuyéndose por las ramificaciones del árbol bronquial hasta alcanzar los alveolos pulmonares. Éstos son unos diminutos sacos de 0,2 a 0,3 mm de diámetro. La cantidad de alveolos en un adulto sano es de 300 millones que corresponde a una superficie de 70 a 100 metros cuadrados disponibles para el intercambio de oxígeno y monóxido de carbono.

Inspiración y espiración son las dos fases de la función respiratoria y varían en frecuencia y profundidad dependiendo de la demanda en cada momento. El rango de respiraciones por minuto es de 12 a 18 ciclos; esta frecuencia varía con el esfuerzo físico y también con el estado emocional.

Los estados de ansiedad o de sosiego marcan la variabilidad de la función respiratoria a través del sistema nervioso central y el sistema nervioso autónomo.

Respiración y emociones están estrechamente relacionadas de manera que estados emocionales de estrés, ansiedad, miedo, tristeza, llanto, alegría o risa, cambian el modo en que respiramos.

Con la respiración podemos gestionar nuestras emociones

En situaciones de estrés y ansiedad se produce hiperventilación con respiraciones rápidas y superficiales que pueden causar opresión torácica o mareo; el miedo se expresa con respiraciones entrecortadas y rápidas; en la tristeza y el llanto son frecuentes los suspiros profundos y los sollozos que impiden el patrón respiratorio normal; la alegría y la risa se traduce en respiraciones rápidas e irregulares con sensación de falta de aire.

Si las emociones definen nuestro modo de respirar, lo contrario también sucede: se pueden modular las emociones con la práctica de técnicas de respiración consciente que inciden en el modo como gestionamos nuestro estado interior. Las emociones pueden gestionarse deliberadamente, a través de la respiración.

Una respiración abdominal profunda y lenta en la que el diafragma juega un papel fundamental, favorece la relajación y el sosiego. Prácticas como el pranayama en yoga o la meditación regulan las emociones y mejoran la sensación de bienestar.

Los avances en neurociencia logrados en las últimas décadas han permitido mostrar cómo la respiración consciente modula la actividad cerebral, mejora la coherencia y comunicación entre diferentes áreas cerebrales, incidiendo de modo duradero en la estructura cerebral.

La práctica cotidiana de técnicas de respiración consciente es una excelente propuesta para mejorar la capacidad de atención y de la memoria, favoreciendo la toma de decisiones y en definitiva un mayor bienestar emocional.

Remedios ORTIZ
Médico de familia
Madrid, julio 2024

Para profundizar:
Neurociencia del cuerpo. Nazareth Castellanos
El poder de la respiración. Aprende a respirar bien para ayudar a tu sistema inmune. Thomas Rampp

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