Tormenta de arena

Tormenta de arena

Una de las experiencias más interesantes del desierto es presenciar una tormenta de arena. Cuando el viento sopla con fuerza, miles de granos de arena van de aquí para allá, hasta que acaban depositándose en el suelo una vez el viento cesa. Después de una tormenta de éstas parece que todo vuelva a quedar igual, pero todo es diferente, porque el suelo que pisamos se ha removido completamente. Estas tormentas de arena son una buena imagen de nuestra sociedad, sobre todo por el exceso de individualismo que sufrimos que hace que veamos y pensemos a las personas como granos de arena, es decir, seres aislados, solitarios, que los intereses creados pueden manipular a su conveniencia.

Dicen los técnicos que cuando la arena llevada por el viento choca con un pequeño obstáculo, por ejemplo un arbusto, la arena se va acumulando a su alrededor y se forma una duna, que será más o menos grande en función del obstáculo o de la fuerza del viento. La imagen de un desierto cambia cuando hay dunas. Las dunas hacen el paisaje más encantador, más mágico. Además, las dunas cambian de lugar y forma por la influencia del viento, con lo que el paisaje posterior es realmente distinto. Son los mismos granos de arena, pero ahora, han movido con gran variedad de formas la realidad que contemplamos. La belleza del espacio se crea con la fuerza del viento.

Las dunas añaden belleza
La belleza se crea con la fuerza del viento                     Foto Jörg Peter Pixabay

Cuando las personas son capaces de ir más allá de los simples intereses particulares de los más poderosos y son capaces de vivir la amistad, la solidaridad u otros valores compartidos, se convierten en un obstáculo en medio del desierto capaz de detener las corrientes individualistas y “construir sociedad”. Las personas quieren estar alrededor de los grupos sociales que sepan convivir, porque su testimonio es una pauta de vida más estimulante que un ir y venir sin sentido llevados por una riada de arena.

Aquellas personas que deciden agruparse por una causa, por unos mismos valores compartido, formando grupos sociales y plantean una alternativa a la vida aislada e individual en las sociedades. Estos grupos son verdaderos obstáculos para quienes quieren aprovecharse de las personas desvinculadas y solas en un entorno individualista y egoísta. Aunque serán rechazados por los sectores dominantes, es necesario que estos grupos sigan haciendo su labor si quieren construir la paz u otros objetivos sociales que hoy nos parecen casi utópicos.

A menudo ha sido necesaria la acción personal y heroica de algunas personas que han decidido plantarse ellas solas en medio del desierto, para que los granos de arena se detuvieran y se agruparan. Casi siempre han quedado enterrados bajo el peso de la arena y sobre su esfuerzo otras personas han construido la paz, el bienestar, la justicia. Quién no recuerda a Jesucristo, Gandhi, Oscar Romero, Martin Luther King, y tantos hombres y mujeres que no dejándose llevar por la corriente se han convertido en espacios de libertad, de vida y esperanza.

Es tarea de todos ayudar a construir grupos sociales intermedios que impidan que la gente se pierda volando de aquí para allá, y podamos ser capaces de hacer realidad los sueños de tantos seres humanos que quieren vivir y convivir en paz y alegría.

Jordi CUSSÓ PORREDÓN
Sacerdote y economista
Barcelona, Noviembre 2024

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