Cuando se dice que los seres humanos somos contingentes, es porque somos, existimos, pero podíamos haber no existido. Es una cuestión de poder ser o de poder no ser. Posibilidad. Lo posible existe, lo imposible no existe. En este sentido, lo contingente depende de determinadas circunstancias para existir. Circunstancias que se convierten en necesarias, aunque a su vez sean contingentes en relación a sí mismas. También podían no haber sido y son. Han dependido de otras circunstancias para ser.
Vemos así una sucesión de necesidades y contingencias para que la vida vaya eclosionando. Me viene a la mente el nombre de una canción del cubano Silvio Rodríguez: Causas y azares. Un fragmento dice: “Y las causas lo fueron cercando, cotidianas, invisibles. Y el azar se le iba enredando, poderoso, invencible…”. Las elementos que son necesarios para la vida están ahí, cotidianos, casi imperceptibles. En cambio, la contingencia viene determinada por la manera en que esos elementos se van conjugando, digamos azarosamente, en el sentido en que se dan de una manera, pero podrían darse de otra, ocasionando resultados diferentes.
Existo, estoy aquí escribiendo, pero si mi padre y mi madre no se hubieran conocido, mi posibilidad de existir desaparece. Vamos, ni si quiera es formulable. Soy fruto de muchas contingencias.
La contingencia, pues, va de la mano de la dependencia. Lo contingente depende de lo necesario para poder existir. Su etimología nos lo explica mejor. Proviene del verbo latino contingêre, cuyo prefijo es con- (conjuntamente, en asociación) y el verbo tangêre (tocar, alcanzar). Es decir, lo contingente es algo que se alcanza, se toca, que sucede en asociación o en conjunción con otra cosa. No nace por generación espontánea o porque se da a sí mismo la existencia. Necesita de circunstancias muy concretas que lo posibiliten.
El año 2020 comenzamos a vivir un parteaguas en la historia contemporánea del planeta. La irrupción de la pandemia del Covid19 ha marcado un antes y un después en la relación del ser humano con la realidad. Pero, para que esta pandemia fuera posible con las características que ha tenido, ha hecho falta factores que la posibilitaron. No ha salido de la nada y si tuvo tanto alcance fue porque había todos los elementos necesarios para darle cabida: naturales, sociales, políticos, económicos e, incluso, emocionales. Es un acontecimiento multicausal y, por lo mismo, contingente. Podría no haber sido, como tantas cosas, pero sin embargo es. Lo tenemos aquí y sólo quedó hacerle frente.
En el momento de más virulencia del Covid 19, esta contingencia se trasladó a la agenda personal y comunitaria y fue, quizás, una de las cosas que más nos costaron: no poder hacer planes. Depender en todo momento de lo que fuera sucediendo para actuar en consecuencia. Sentirnos coartados en nuestra libertad de decisión.
Y esta contingencia también irrumpió contundentemente en la noción de límite. El Covid19, en su aspecto sanitario, como tantas otras enfermedades, atenta contra la salud y contra la vida. Recuerdo un artículo de Alfredo Rubio de Castarlenas que decía que la muerte no es “la muerte”, sino “mi muerte”. El límite del final de la vida o de la salud/enfermedad, no es una línea externa, sino una condición intrínseca de la persona. En este sentido, el Covid19 se desliza en este terreno haciéndonos presente nuestra condición finita. Así como hemos podido llegar a existir, nuestra condición material nos dice que dejaremos de existir.
Esta pandemia ha tenido tantos efectos como seres humanos. Yo sólo he querido reflexionar sobre algún aspecto porque es un acontecimiento inagotable. De todas formas, quisiera quedarme con la sensación de que soy contingente. Existo y doy gracias a las causas de las cuales ha dependido mi posibilidad de ser y estar. Podría no haber existido, sin embargo, aquí estoy. La pandemia también existe, pero así como yo voy cambiando y algún día dejaré de existir, la pandemia también irá cambiando y dejará de existir tal como la estamos experimentando ahora. Muy probablemente dejará por mucho tiempo rastro de su paso, pero es que de mí también quedará memoria un tiempo más después de mi muerte.
Javier BUSTAMANTE ENRIQUEZ
Poeta
Ciudad de México, México
Febrero de 2025