El pasado 13 de noviembre se celebró en Santiago de Chile la primera versión de los Premios María Bori, coincidiendo con el 5º aniversario de su fallecimiento. Estos premios llevan el nombre de una mujer que a lo largo de su no tan larga vida -murió a los 55 años- dio testimonio de entrega, solidaridad, tenacidad, responsabilidad, cuidadora de los demás y de su entorno… Como educadora hizo un gran servicio en el Colegio San Francisco Javier, de Pudahuel (Santiago) y posteriormente como Directora de Casabierta, una residencia que acoge a niños quemados y a sus familiares mientras dura su tratamiento en Coaniquem (Corporación de Ayuda al Niño Quemado). Asimismo puso en pie una Escuela Hospitalaria para que los niños no pierdan la escolaridad durante el tiempo que necesiten permanecer en ese centro de rehabilitación de sus quemaduras.
Cuidaba el espacio laboral como si fuera su casa, su familia, creando un ambiente de sano compañerismo. Su formación pedagógica se expresaba en las diversas situaciones y lugares que habitaba.
En su memoria y para honrar el legado que ella dejó, quisimos instaurar estos premios que en esta convocatoria se circunscribieron a personas del ámbito educativo que se destacaran por su profesionalismo y por representar el buen trato y la creación de espacios de paz y armonía en sus instituciones. Los candidatos/as fueron presentados por cuatro instituciones chilenas:
- El Colegio San Francisco Javier presentó como candidata a la Prof. Ana Luisa León Pichincura, profesora en ese centro educativo desde el año 1988, mostrando una gran dedicación en su incansable trabajo por los niños y niñas durante 36 años. Siempre dispuesta a cumplir con la misión humanizadora que forma parte del proyecto educativo del Colegio, con una gran calidad humana y un compromiso genuino.
- La Fundación Carolina Labra y REDLACEH (Red Latinoamericana y del Caribe) presentó a la Sra. Alicia Bobadilla Pinto, abogada que trabaja por los niños y niñas en situación de enfermedad tanto en Chile como en América Latina y el Caribe. Se reconoció el valor y la excelencia que la premiada aporta a cada proyecto de promoción en las políticas públicas para el desarrollo de la Pedagogía Hospitalaria y en el Parlamento Latinoamericano (PARLATINO).
- La Universidad de Santiago presentó al Prof. Adrián Darío Torres Canales, académico de la Escuelas de Obstetricia y Medicina y de las Facultades de Arquitectura y Ciencias Médicas de la USACH, en reconocimiento a su destacada labor y extensa trayectoria profesional y académica. Complementada, además, con un firme compromiso con actividades de carácter comunitario.
- La Corporación de Ayuda al Niño Quemado (COANIQUEM) presentó a su candidata Sra. Tamara Constanzo Jara, destacando su labor como Directora del Colegio Hospitalario Casabierta-Coaniquem y miembro del Directorio de la Confraternidad de Cristo Flagelado. Reconocimiento de su compromiso por crear equipo junto a las profesoras del Colegio Casabierta, especialmente en tiempos difíciles y que en tres años de trabajo evidencia el profesionalismo y el impacto positivo que ha tenido en quienes conforman su equipo.
Todos los premiados se destacan por desempeñar su quehacer educativo demostrando tener cualidades humanizadoras y espirituales: espíritu de servicio, de acogida gozosa, profunda solidaridad, sencillez y alegría y vivencia de una fe sincera en Dios y en la humanidad.
El acto estuvo excelentemente conducido por la Prof. Fabiola Ahumada y se llevó a cabo en las dependencias del Colegio Luis Campino, comuna de Providencia (Santiago). Antes de la entrega de la premiación se visualizó un video que mostraba brevemente algunos rasgos y momentos de la vida de María Bori Soucheiron. A continuación se hizo entrega de los premios a las distintas entidades educativas y a sus candidatos/as. Los premios estuvieron realizados por manos artesanas con maderas de árboles provenientes de los bosques del sur de Chile y con cerámica gres y cobre oxidado del norte de Chile. De alguna manera, los premios representaban el “alma” de María.
Posteriormente dijo unas palabras Lourdes Flavià, como presidenta de la Corporación Santa María del Silencio, entidad auspiciadora de estos premios, la cual se refirió a María Bori como una persona que podía hacer todo lo que hacía gracias a los espacios de soledad y silencio personal que incorporaba en su vida cotidiana. En una de las estadías que María hizo en la Murtra Santa María del Silencio, espacio de silencio que tiene esta Corporación en Chiu-Chiu, salió a caminar por el desierto y se encontró con muchas botellas de vidrio y escribió lo siguiente:
“Caminando por el desierto he visto muchas botellas de vidrio botadas. El desierto sostiene esas botellas que no tienen ningún futuro a menos que alguien las vea, recoja y lleve donde poder reciclarse.
Hay mucha gente botada en el camino y es Dios el que los sostiene hasta que alguien los recoge y les ayuda a reciclarse como personas. Recoger al que está botado requiere mucho esfuerzo y mucho calor para que llegue a nueva vida.
El calor del amor funde lo viejo para hacer nacer a lo nuevo…”
Seguidamente, Agustín Viñas, promotor de los Premios María Bori, habló sobre el origen y sentido de estos premios. Se finalizó el acto con las emotivas palabras que expresó cada uno de los premiados y con la bella actuación del grupo folclórico “Agrupación Artística Raíces Latinoamericanas”.
PALABRAS PREMIOS MBS
¡Buenas tardes! Gracias a todos los que hoy nos acompañan en esta primera versión de los Premios María Bori, cuando se cumplen 5 años de su partida. Pudiera parecer que con el paso del tiempo se fuera difuminando su recuerdo. Sin embargo, es todo lo contrario. Los años pasan, el tiempo transcurre, pero el recuerdo de María sigue intacto y plenamente vivo. Su vida y su legado nos siguen inspirando.
Desde la Corporación Santa María del Silencio hemos querido impulsar y dar cobijo a esta iniciativa de la creación de los premios María Bori para destacar, realzar y dar a conocer los valores que impregnaron su vida y premiar a aquellas personas que, de alguna manera, en su ámbito personal, familiar, laboral o profesional son también portadores y difusores de estos valores: solidaridad, generosidad, servicio, entusiasmo, alegría, compañerismo, amistad, sensibilidad ante las necesidades del prójimo, empatía… Todos estos valores estaban incorporados en la vida de María. No eran solo algo innato en ella, sino que los cultivó, los trabajó, los abonó… y los puso al servicio de la realidad donde estaba inserta.
Su día a día era de una enorme intensidad. Todo lo vivía con pasión. Nada ni nadie le era ajeno, ni extraño. Se involucraba, se comprometía y le hubiera encantado tener una varita mágica para poder solucionar los problemas de tanta gente.
¿Qué había detrás de toda su ingente actividad? ¿Qué era lo que la sostenía? ¿Lo que daba fuerza, sentido y orientación a su vida, a su quehacer diario? Sin duda, los tiempos y espacios que buscaba para poder estar a solas y en silencio. A solas y en silencio consigo misma y con Dios Padre, en quien descansaba y se abandonaba. A Él le entregaba sus cansancios, problemas, dificultades. También sus alegrías y esperanzas. La pequeña habitación de su casa era el espacio donde en soledad y silencio se iba gestando un trabajo interior. También, siempre que podía, iba a la Murtra Santa María del Silencio, un espacio que tiene esta Corporación en Chiu-Chiu, en el altiplano de la II Región. En la Murtra, rodeada de un entorno de desierto, cordillera, sol, viento, con un firmamento cuajado de estrellas y un silencio denso y penetrante, María podía aquietarse, sosegarse y encontrar paz, serenidad y luz. Después de esos tiempos más prolongados de soledad y silencio, ella sentía que más piezas se habían colocado o re-colocado en el puzzle de su interioridad.
María era esencialmente cuidadora. Cuidaba de las personas, de los proyectos, de los lugares que habitaba, cuidaba su entorno…
En una de sus estadías en la Murtra Sta. María del Silencio, salió a caminar por el desierto y se encontró con muchas botellas de vidrio y escribió lo siguiente:
“Caminando por el desierto he visto muchas botellas de vidrio botadas. El desierto sostiene esas botellas que no tienen ningún futuro a menos que alguien las vea, recoja y lleve donde poder reciclarse.
Hay mucha gente botada en el camino y es Dios el que los sostiene hasta que alguien los recoge y les ayuda a reciclarse como personas. Recoger al que está botado requiere mucho esfuerzo y mucho calor para que llegue a nueva vida.
El calor del amor funde lo viejo para hacer nacer a lo nuevo…”
Nos emociona y nos alegra profundamente poder entregar los premios María Bori a personas que cuidan, que son agentes de paz, de alegría, espíritu de servicio y generosidad. Muchas gracias Alicia, Ana Luisa, Tamara y Adrián por ser recicladores capaces de dar nueva vida, de re-crear la vida en sus respectivos entornos. Y gracias también a las instituciones que los han presentado y que han sabido ver y reconocer en cada uno de ustedes esos valores que tan necesarios son en la sociedad actual.
Gracias a todas y todos por hacer de este encuentro una fiesta de amistad y solidaridad.
Lourdes FLAVIA FORCADA
Antropóloga
Chile
Diciembre de 2024