Adolescencia: Presencia, Conexión y Mucho sentido del humor

Adolescencia: Presencia, Conexión y Mucho sentido del humor

Cuando oímos las palabras adolescente o adolescencia nos entra una especie de pánico colectivo que nos lleva a coger aire, soltarlo de a poco y confiar en el universo. Parece mentira que todos y todas hayamos pasado por esta etapa y cuando nos toca gestionarla como adultos nos aparecen miedos y fantasmas que nos paralizan.

Si unimos a la palabra adolescencia, teléfono móvil, la impotencia entra en la ecuación y el conflicto familiar está asegurado. ¿Sí? ¿Seguro?

Conexión, presencia y mucho sentido del humor.

Desarrollemos un poco estos conceptos que podrían ser la clave para ayudar a los padres, madres y adultos que tiene adolescentes cerca, a facilitar las relaciones con ellos y ellas durante el tránsito de esta etapa llamada adolescencia.

Comenzaremos por la palabra PRESENCIA.

Hace unos años que acompaño a chicos y chicas de entre 12 y 18 años en sus procesos personales, emocionales y académicos, y a sus familias. Aquello que primero me viene en mente cuando pienso en los chicos y chicas es la sensación constante de “tiovivo emocional”. Al principio de mi práctica en este ámbito, salía de las sesiones grupales exhausta y con dolor de cabeza de manera habitual. ¿Qué generaba tal tensión en mí?  Organizaba las sesiones de manera estructurada, con objetivos de trabajo personales y grupales, enfocadas a adquirir aprendizajes que creía importantes para ellos y ellas. Eran sesiones divertidas, creativas, pero casi nunca llegábamos donde yo quería ir.

Con el tiempo y más experiencia, me di cuenta que cada vez que empezábamos una actividad de las que yo organizaba, casi nunca se acababa y las sesiones se convertían en espacios de escucha y charla, sin más pretensión que estar, escuchar y, si acaso, en alguna ocasión, dar alguna idea o consejo que en alguna situación les podría ir bien.

A medida que rebajaba mis expectativas en cuanto qué hacer de manera dirigida, y con la intención de trabajar aspectos concretos y exploraba espacios más relajados y de escucha activa, observaba que aparecían todos aquellos temas que yo pretendía trabajar, pero desde su experiencia en primera persona y en los momentos y tiempos que ellos y ellas decidían.

Y aquí es donde aparece una de las claves para acompañar en la adolescencia, la presencia.

Presencia implica estar, sin más. Estar, porque en cualquier momento pueden necesitar hablar de aquel tema del que tienen dudas, del que parece que tienen todo controlado, pero no, del que deben tomar una decisión pero que requieren de nuestra voz adulta para contrastar y sentirse seguros de su opinión, acción o lo que sea que necesiten. Quizá es un abrazo, o un compartir un espacio que les haga sentir seguros, a veces, incluso, pueden simplemente necesitar nuestra presencia a su lado, para sentirse vistos y reconocidos, saber que estamos.

Desde ahí, presencia, puede implicar hablar o no, puede implicar compartir simplemente el espacio, puede implicar discutir, discrepar, tener opiniones opuestas…¨pero implica estar e implica “relación con el otro”.

Jesper Juul, el terapeuta familiar danés, habla del cambio que implica la pubertad en cómo nos relacionamos con nuestros hijos e hijas. Como adultos seguimos con la idea de que debemos seguir educando igual que cuando eran pequeños, cuando en realidad lo que necesita aparecer en esta etapa es la idea de “relación”.

Cuando nuestros hijos e hijas están creciendo, los adultos somos responsables de su educación en todos los ámbitos de la vida: emocional, relacional, nutricional, de formación, etc. Les aportamos conocimiento, les aportamos relaciones, les aportamos amor, les aportamos nutrientes para que sean adultos sanos y con las máximas de sus necesidades vitales cubiertas. Entre esta etapa y la etapa adulta aparece la adolescencia, donde ya no nos tocar educar, en el sentido de “adulto que sabe, infante que aprende”, sino que debemos colocarnos “al lado” de nuestro hijo e hija y establecer una relación, la relación que creemos que puede seguir favoreciendo el crecimiento de nuestro hijo e hija para ser aquella persona adulta autónoma y responsable que hemos acompañado des de que era un bebé.

Es en este momento cuando aparece el siguiente concepto, CONEXIÓN.

La pubertad es el momento que implica la separación del adolescente de su padre y su madre como adultos referentes y aparecen las amistades como nueva red de apoyo, de aprendizajes y de nuevas experiencias, y nuestro papel ahora consiste en trabajar esta conexión con ellos y ellas para seguir siendo su espacio seguro cuando lo necesiten.

La conexión pasa por observar, escuchar, preguntar, compartir, hablar, en definitiva, mostrar interés por esa personita que está caminando hacia la adultez y que necesita también un adulto de confianza a su lado para “ensayar” sus futuras relaciones adultas más allá de las conocidas de su entorno familiar y de su zona de confort.

Fotografía: Susanna Abarca Marin

Alejandro Jodorowsky, “sé el adulto que necesitabas cuando eras niño”.

Tomando y analizando como idea la frase de Alejandro Jodorowsky, la conexión con nuestros hijos e hijas no deja de buscar la conexión con nuestro adolescente que fuimos, y desde ahí, trabajar para que esa conexión nos acompañe siempre y nos sirva de camino para transitar la adolescencia de nuestros adolescentes.

¿Pero cómo hacemos todo esto en un momento social tan agitado, en un mundo tan estresado y unas familias sin tiempo para nada? En este punto no vamos a culpar a nada ni a nadie. Vamos a buscar cada uno y cada una, como padre y madre, aquello que, por poco que sea, nos permita conectar y nos implique presencia con nuestros adolescentes. Un pequeño pacto con uno mismo y con nuestros hijos e hijas que nos permita poder seguir juntos sin constantes situaciones de conflicto insalvables. La presencia no tiene que ser constante, simplemente puede ser un pequeño pacto de estar los viernes por la tarde viendo un capítulo de su serie favorita o jugando a su videojuego favorito, y recordándoles en alguna nota escrita lo orgullosos que estamos de ellos y ellas… Cualquier gesto en el que vean que todavía estamos aquí, les ayuda enormemente a seguir su camino hacia la adultez.

Y por último, SENTIDO DEL HUMOR.

El sentido del humor es imprescindible en esta etapa de la vida. Reírnos con ellos, de ellos y de nosotros mismos, generará esa conexión a través de la presencia. El sentido del humor rompe de manera inmediata las distancias emocionales creadas por conflictos no resueltos, y a la vez nos relaja y acorta esa distancia que a veces hay con nuestros adolescentes. La risa es la distancia más corta entre dos personas. Sin más, la risa es contagiosa y crea y fortalece el vínculo con la otra persona, y el vínculo con nuestro adolescente es lo que nos ayudará en nuestra relación con ellos.

Y aquí aparece una palabra clave que no hemos mencionado hasta ahora pero que es el resultado de todos estos conceptos que hemos ido desgranando, y es la palabra: VÍNCULO.

El vínculo es lo que necesitamos crear desde pequeñitos hasta que morimos, el vínculo es el hilo invisible que nos une a las personas que queremos y que, con tiempo, amor, presencia, conexión y sentido del humor, conseguiremos crear. El vínculo es lo que nos da raíz, nos aporta pertenencia, y lo que al final nos da seguridad y felicidad en nosotros mismos.

Y confiemos en que el móvil podrá dejar de ser un gran problema si desde simples momentos y espacios familiares con Presencia, Conexión y Sentido del Humor, podamos llegar a acuerdos que nos hagan más felices a nivel personal y familiar y gestionar ese “tiovivo emocional” tan característico de esta etapa.

Y hasta aquí unas pinceladas de la etapa de la adolescencia. Podríamos sumar muchos más conceptos que ampliarían la comprensión de las conductas, acciones y reacciones de nuestros adolescentes: empatía, límites, tipos de apegos, desarrollo y reestructuración neuronal, … Así que les invito a profundizar más sobre cómo acompañar a jóvenes y adolescentes, recomendando cualquiera de los libros de Jaume Funes i Artigas, Psicólogo, Educador Social y gran especialista en adolescencia, y autor de diversos estudios sobre adolescencia y dificultades sociales. Los libros de David Bueno, Doctor en Biología y Neurocientífico especializado en el cerebro adolescente y a Carmen Trinidad, Psicóloga, experta y Profesora de Neuroeducación en la Universidad de Barcelona.

Susanna ABARCA MARIN
Psicóloga y Educadora Social
Girona (España)
Febrero de 2025

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