La casa, lugar privilegiado donde disfrutamos el ocio

La casa, lugar privilegiado donde disfrutamos el ocio

Por Mª Dolores CABRERA. Se habla hoy de ocio, de tiempo libre, de organizar mejor los horarios de trabajo para poder disfrutar de más tiempo en casa.

«Ésta» es el lugar privilegiado para gozar de momentos de estar solos y en silencio en algún rincón de ella, de practicar aficiones, encuentros familiares tranquilos, apacibles, encuentros con los amigos. Es donde guardamos aquello que apreciamos, bien sea por su valor sentimental, como por su utilidad, valor económico, etc., Lugar también donde practicamos ciertos juegos, el arte, ya sea música, pintura, y un largo etc.

A la mujer, por ser la primera casa de todo ser humano, le nace en general con prontitud, promover, posibilitar, organizar en gran parte este espacio para que sea ese lugar de encuentro, de fiesta, de ocio gratificante para todos los que en ella viven y se reciben como invitados.

Hoy día se da mucha importancia al «ambiente agradable» en los lugares de trabajo. Se procura que éste sea humano, confortable, bello, cuidando al máximo todos los detalles de acústica, decoración, luminosidad, etc. Todo ello beneficia el rendimiento en el trabajo, la eficacia, la seguridad, disminuye el cansancio, aporta un mayor equilibrio y alegría de ánimo.

Siempre se ha tratado de hacer de la casa un lugar confortable, acogedor, bello; éstas ya eran así cuando los lugares de trabajo eran duros e inhóspitos. Éstas eran así gracias a la dedicación casi exclusiva de la mayoría de las mujeres a ellas.

En los presentes momentos en que la mujer se lanza a la conquista de todos sus derechos como persona humana en todos los campos, hay el riesgo de que quede olvidado, menospreciado y mal atendido ese lugar maravilloso que es la casa, donde transcurre gran parte de la vida de los seres humanos.

La mujer debe encontrar el equilibrio entre su ser humano y su «especificidad femenina». Con referencia a la casa, darle a ésta toda la importancia que tiene para todos, especialmente para la familia y para la sociedad, ya que es tan importante o quizás más, que los mismos lugares de trabajo. Porque la casa es como la segunda piel del ser humano.

La anécdota que sigue, pienso yo que nos aclarará un poco mejor lo que estoy indicando; me la comentó una amiga mientras dábamos un agradable paseo.

HabitatCaseidadSu nieto de 7 años había pasado el fin de semana en su casa. Él vio cómo en ella todos contribuían a los quehaceres domésticos, tanto hombres como mujeres. Muy serio le dijo a la abuela: «¡Esto hay que hablarlo!, yo veo que los hombres en esta casa también trabajan». «¡Claro! —le respondió ésta—, porque yo vengo muy tarde y cansada del trabajo que hago fuera y entre todos tenemos que colaborar a los quehaceres de aquí dentro, tan importantes para nuestro bienestar.» «Entonces yo también tengo que trabajar». «¡Claro que sí!» —confirmó la abuela. «¡Bien, yo pondré la mesa!». «¡Pues me parece estupendo!»

Acabado el fin de semana, el nieto volvió a su casa, y en cuanto vio al abuelo, muy seriamente le comentó, «¡ya te puedes preparar! Cuando vayas a casa de los otros abuelos, tendrás que colaborar en las cosas de la casa, allí los hombres también trabajan

La escena es tierna y verdadera; el nieto muy vivo y generoso, aprendió la lección de la también sagaz y experimentada abuela.

Es cierto que la casa es como la prolongación de la mujer; también es cierto que es responsabilidad de todos hacer de ésta un hogar, donde cada uno de ellos se sienta libre-responsable, y puedan convivir en paz y alegría, respetando y potenciando la libertad de los demás.

La casa es sobre todo, para vivir el «ocio» gratificante y la «fiesta»; deteriorados quedarán éstos, si la casa no está cuidada y sostenida adecuadamente.

Mª Dolores CABRERA
Colaboradora en la residencia Saits para la tercera edad
Vic, Barcelona

 

 

 

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