La democracia no existe
A nivel mundial estamos continuamente confrontados a noticias de campañas electorales, elecciones, formaciones de gobierno, etc. Es fácil constatar que «la democracia» no existe: existen democracias. Hay una variedad enorme de sistemas políticos, considerados democráticos: cada uno con sus reglas, sus instituciones y sus particularidades.
Ignorancia democrática
Intento seguir la política de diferentes países, pero me doy cuenta de que mis conocimientos de las instituciones políticas son muy limitados. ¿Cómo funcionan las democracias en los diferentes países? En Suiza hay democracia directa y el uso de referéndums es habitual y previsto en todos los niveles (municipal, cantonal y federal). En España el derecho de referéndum es muy limitado. Holanda es una monarquía constitucional, el rey es jefe de Estado. En Francia se elige el jefe de Estado por votación popular… En muchos países votar es opcional, en Bélgica votar es obligatorio, bajo penalización, etc.
Si ya reconozco una cierta ignorancia sobre la organización política de cada país, todavía más difícil me parece estar al día de los programas políticos de los partidos, de sus pros y contras, de sus consecuencias…
Tener conocimiento no es todo
Me he planteado muchas veces, cuánto tiempo tendría que dedicar para aumentar mis conocimientos políticos. Pero me doy cuenta de que «tener conocimiento de» no es todo. Quizás hay que empezar también por vivir simplemente, en el día a día, de manera democrática. Tratar de crear relaciones igualitarias; practicar la transparencia; ejercer y respetar la libertad; aceptar y amar la diversidad; tener en cuenta la opinión de los demás…
Cultura Metro de Medellín
Hace más de 20 años, en Medellín (Colombia) se inició la Cultura Metro. Un primer objetivo fue cuidar y conservar la infraestructura de los trenes y las estaciones, llamando al orgullo de los ciudadanos, por ser los primeros en el país, a tener un tan buen transporte de calidad. La Cultura Metro implicaba valores como la amabilidad, la solidaridad, el respecto a los demás usuarios, etc. A la vez, se promovieron actos artísticos en anexos de las estaciones. Este proyecto tuvo éxito. Hoy recuerdo con mucha admiración el Metro de Medellín. Su cultura no influyó únicamente de manera positiva en la conservación de la infraestructura del metro, además regó muchos otros espacios públicos de la ciudad y aumentó, en general, el civismo de sus habitantes.
Cultura democrática
Recordando el metro de Medellín, me pregunto si no tenemos un déficit de cultura democrática. Nuestras democracias se han convertido en campos de batalla para obtener votos, en dictaduras de la mayoría, en nidos de corrupción. A veces parece que lo único importante de una democracia es la libertad de expresión y que todo el resto no importa. ¡Qué poca calidad tiene nuestra «infraestructura democrática»! ¿Dónde están la dignidad y el orgullo de sus usuarios? Como las velas de un barco necesitan el viento, las democracias necesitan cultura democrática.
Pauline LODDER
Pineda de Mar (España)
Mayo de 2017