Inmersos en la sociedad de la comunicación, las relaciones humanas quedan afectadas en su lenguaje y, sobre todo, en su encaje temporal. La riqueza del concepto griego de tiempo aporta luces y horizontes para la vivencia de la amistad en nuestra época.
I.
En el ámbito del conocimiento y de la relación interpersonal se define en el siglo XXI una situación nueva y original, reconocida pero aún sorprendente, emergente pero ya instalada que da nombre a la dicha sociedad de la información y de la comunicación.
Hoy, con «sociedad de la comunicación» aludimos a un entorno de posibilidades de impacto incalculable y similar al que fue en su día la creación de la imprenta que permitió reproducir y multiplicar (tantas veces como fuera deseable) el texto escrito.
El nuevo contexto que da nombre a la era digital vislumbra un concepto de comunicación que tiene lugar en un espacio y en un tiempo de la red del todo flexible y dinámico. Estas nuevas condiciones espacio-temporales para la adquisición y generación de conocimiento no solo tienen la fuerza de crear nuevas formas de conocimiento y, asimismo, de comunicación ricas y diversas sino que vienen a redefinir la estructura teórica del conocimiento y generan formas de interacción social y de convivencia del todo cambiantes y caducas.
Por ello, no pasaría de ser esta una «época de cambios» de no ser que los avances que genera la comunicación digital en nuestro contexto actual transmutan las formas de relación entre usuarios y expertos del canal-red. Se trata, así pues, de un verdadero cambio de época, no solo por lo que se refiere al concepto de conocimiento sino al del mundo variado y complejo de las relaciones.
Precisamente es en el ámbito de las relaciones interpersonales donde hoy en día participamos de reticencias y dudas alrededor de los beneficios y mejoras que nos depara esta sociedad de la comunicación. Pensamos que es responsabilidad de la dinámica que genera la sociedad de la comunicación el hecho que el tiempo cronológico se acelere sin pausa y los días y las semanas se pierdan en una velocidad vertiginosa que impone vivir el presente más fugaz. Los nuevos canales de comunicación de nuestros días —el chat, el messenger, el correo electrónico o los sms— poca relación guardan con el tiempo «cronos», precisamente porque se caracterizan por establecer formas y relaciones de comunicación fuera de las categorías del «aquí» y del «ahora». Este es el motivo de fondo que nos lleva a pensar que en este marco de relaciones parece muy difícil el cultivo de una amistad sólida y verdadera de auténticos y sinceros amigos por requerir esta de un tiempo largo y constante para su logro y conservación. Fue esta, y no otra, la diferencia específica que Aristóteles (maestro por excelencia de la relación de filía) reservó para la verdadera amistad con respecto a las otras formas —llamadas para el filósofo «accidentales» de relación interpersonal—.
Jóvenes y adultos nos comunicamos hoy a través de canales que permiten espontaneidad, intensidad emotiva y abreviación temporal y espacial (el lenguaje sms es un ejemplo ya familiar de ello). La novedad hoy radica en conseguir la intención del mensaje por encima de la extensión del texto, la emotividad de las palabras por encima del rigor y riqueza de su semántica. Bien es cierto que, por su parte, el correo electrónico ha venido a sustituir la extensión de la carta formal y oficial y, aun así, consigue atemporalidad con el mensaje escrito, tanto por parte del emisor como del receptor.
II.
Pero, ¿acaso es acertado el pronóstico al uso basado en la idea que es la sociedad de la comunicación la que no da cabida a unas relaciones de amistad sólidas y largas? ¿Es cierto que, a más complejidad de comunicación fugaz, menos posibilidades de entablar relaciones verdaderas, intensas y de calidad?
Esta es la cuestión que aquí me gustaría desmentir. Quizás es precipitado avanzar los caminos de la era de la comunicación aludiendo que donde no existe el valor del tiempo cronológico, los sucesos y las experiencias intensas devienen superficiales y accidentales. Aporto para ello un dato de máximo interés basado en la triple acepción en griego que se asigna al término «tiempo». Así, lo que nosotros hoy llamamos «tiempo», para los griegos tiene tres significados diferentes, aunque complementarios. Un primer sentido de tiempo es el de «kronos», es decir, el que para nosotros es el cronológico; a su vez es «kairós» que alcanzamos a traducir por oportunidad; pero también «aión» que integra la acepción «tiempo de vida» y que interpretamos como «intensidad». Un ejemplo más de riqueza semántica que nos informa a menudo de aspectos a los que no atinamos a dar relación alguna.
En este sentido, no sería equitativo valorar la relación de amistad solo en su posibilidad de tiempo «kronos», sino que hay que contextualizarla en sus dos otras dimensiones: la de la oportunidad que nos invita a no desmerecer momentos y ocasiones de entrever y comunicarnos con los amigos; y la de la intensidad que nos identifica por la competencia de saber vivir la relación de amistad desde la vertiente de experiencia de calidad y gracias a la cual la relación se transforma en un aprendizaje verdadero de formación y, por ello, de vida. A ello, pues, invito.
Asignemos al tiempo el valor tridimensional que etimológicamente contiene el término y, tal vez, estaremos iniciando el verdadero proyecto de saber compartir y construir en nuestras relaciones interpersonales escaso tiempo cronológico con intensidad de relación y oportunidad de encuentro.
Es solamente privilegio exclusivo del ser humano y para nada cabe reprobar la sociedad de la comunicación que, bien usada, permanecerá seguro a nuestro servicio. Tal vez, en ello redunde una competencia más de la excelencia humana: educarnos en la dirección de combinar intensidad, oportunidad con paso del tiempo. Complejo, sin duda alguna, pero al fin y al cabo reto humano de lo que puede significar la integración del cambio tecnológico con el verdadero equilibrio y progreso de la humanidad.
Joana FERRER I MIQUEL
Doctora y profesora de Filosofia
Tiana (Barcelona)
Publicado en RE 67