La familia, cuna de valores

La familia, cuna de valores

Hablar del tema de la familia siempre es muy complejo, además no soy ni sociólogo ni psicólogo; tampoco me interesa desde el punto de vista que intento exponer los diferentes tipos de familia que se dan en el mundo actual: familia tradicional, monoparental, las formadas por parejas homosexuales, etc. Para hablar de la familia solo lo puedo hacer desde el punto de vista de un padre de familia en la que hemos tenido que educar seis hijos. Es por esta razón que creo en la importancia  que tiene la familia, en la educación y formación de cualquier persona.

La familia, (y en eso estaremos todos de acuerdo) es la primera célula o grupo social en la que cualquier persona entra en contacto con la sociedad, por lo que estos primeros años de vida van a marcar, en gran medida, toda la educación del individuo.

Es por ello que para mí, la familia es una auténtica escuela de valores (y por desgracia de contra valores) que pueden determinar en gran medida la educación de la persona.

Cuando se habla de educación, muchas veces se confunde con un determinado sistema de enseñanza, pero es aquí, en la educación de valores, donde la familia tiene una tarea esencial. La educación de los hijos no se puede delegar en la escuela, (la cual debe tener un carácter complementario), porque es uno de los deberes más importantes de la familia.

Fotografía: Pixabay

No se trata de enseñar a los hijos una serie de conocimientos que en muchos casos puede ser que los padres carezcan de ellos, no. La educación es algo más sencillo y a la vez mucho más importante; se trata de educar a los hijos en una serie de valores, y no se pueden transmitir con una o varias lecciones sobre los mismos, valores que solo pueden ser enseñados de una forma práctica, es decir con el ejemplo, de forma que esos valores están presentes de una forma permanente en el ambiente familiar.

Valores como el cariño: la persona en el momento en el que nace ya detecta el ambiente de la familia y el bebé ya es capaz de percibir el cariño con el que es tratado, que hace que el niño viva feliz y sin complejos. El respeto: cuando existe respeto en la familia tanto entre los adultos como entre el adulto y el menor, éste lo asume de una forma muy natural, sobre todo cuando se le corrigen acciones que no hace como es debido, el menor acepta la corrección y la asimila sin ningún tipo de problema, porque entiende perfectamente que es lo que más le conviene a su persona, solo necesita que se le explique el por qué de la corrección. La igualdad hombre-mujer: es evidente que en la medida que esto se viva en el ambiente familiar, el pequeño la va a vivir en su vida de adulto como muy natural, mientras que el menor que haya vivido en una familia donde el machismo sea lo que impera, lógicamente este valor formará parte de su educación que además se va a ver potenciado por una sociedad que desgraciadamente aun no tiene asumido del todo esta igualdad. La responsabilidad: cuando cada miembro de la familia asume de una forma natural sus diferentes responsabilidades (trabajo, tareas del hogar etc.) el niño también va aprendiendo de una forma muy natural que todos tenemos responsabilidades, cada uno de acuerdo con su edad, rol, etc., y que lo más natural es cumplir con ellas aunque a veces cueste un poco.

Estos valores aprendidos en el seno familiar ayudan a la persona a insertarse en la sociedad de una forma natural, ya que los valores señalados dan origen a otros tipos de valores como pueden ser: La empatía con el otro: cuando la persona disfruta sobre todo del cariño y el respeto, no siente necesidad de entrar en competencia con el otro.

La  autoestima y la seguridad en uno mismo que generan estos valores hacen que su relación con otras personas sea mucho más fluida y sin que tenga necesidad de entrar en conflicto con el otro.

Pero desde la familia también se pueden transmitir contravalores. En un ambiente familiar donde se viva la desigualdad entre géneros, la falta de interés por el trabajo y/o el estudio, una familia que no cultive la amistad con sus familiares y amigos, se hace difícil que la persona se forme en estos valores, y tendrá muy asumidos todos estos contravalores como algo de lo más normal, y más teniendo en cuenta que en muchos casos es la propia sociedad quien potencia estos contravalores.

Y si bien es cierto que en no pocas ocasiones la sociedad potencia esta serie de contravalores, también es verdad que el individuo cuando llega a ser adulto, también tiene la “responsabilidad” de educarse o de reeducarse a sí mismo, porque aunque falle la familia en este tipo de valores siempre le queda al individuo la posibilidad, cuando ya empieza  a ser adulto, de relacionarse con personas en las que este tipo de valores sea su estilo de vida, y si tiene la suerte de empatizar con ellas, seguro que de alguna forma intentará y muchas veces logrará reeducarse en este tipo de valores que no ha  podido practicar en su vida y en la medida que los vaya conociendo, los irá asimilando.

Es por ello, la importancia que tiene en la vida de una persona el saber escoger y dejarse acoger por amigos educados en valores.

Paco GARCÍA BASTIDA
Delineante
Santa Coloma de Gramenet (España)
Mayo de 2018

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