Perdón y libertad interior

Perdón y libertad interior

Pienso que la cultura occidental en la que estamos inmersos, por lo que vemos por ejemplo en películas de cine y series en tv y otros medios, se suele poner de manifiesto el rencor y la venganza e incluso hasta se llega a legitimar.  En cambio al perdón y a la reconciliación se les da menos valor;  no son temas “comerciales”. Pero el rencor y la violencia provocan espirales de violencia, que alimentan la ola de mal, presente en el mundo.

«Cuando perdonamos a alguien … recobramos la libertad interior
que el rencor y el resentimiento estuvieron a punto de hacemos perder.»

El tema del perdón es un diamante de una gran riqueza un tema que es complejo y a la vez fundamental. Sólo quisiera compartir algunas líneas de reflexión porque creo que el perdón está cercanamente vinculado al tema de la libertad interior.

Jacques Philippe, en su libro: La libertad interior (RIALP, Madrid), señala algunos obstáculos que dificultan el perdón. Comentaré algunos.

Perdonar no es avalar el mal

El autor dice que lo que hace a veces tan difícil el perdón es que, de modo más o menos consciente, pensamos que el perdonar a una persona que nos ha hecho sufrir equivaldría a actuar como si ésta no hubiera hecho nada malo; sería como llamar «bien» al mal o apoyar una injusticia.

Sin embargo, perdonar no consiste en aceptar el mal ni en pretender que es justo lo que no lo es. Perdonar significaría  más bien el hecho de que a pesar de que esta persona me ha hecho daño, yo no quiero condenarla, ni identificarla con su falta, ni tomarme la justicia por mi mano. Tampoco quiero reducir a quien me ha ofendido a un juicio definitivo e inapelable; sino que lo miro con ojos esperanzados, creo que algo en él puede dar un giro y cambiar, y continúo queriendo su bien.

El mal exterior me hace daño según cómo asumo lo vivido

El mal exterior nos hará daño según cómo reaccionamos ante lo que nos pasa. ¿Reaccionamos con miedo? ¿Con inquietud? ¿Con desaliento? ¿Con tristeza? ¿Busco quizá soluciones precipitadas que no arreglan nada? ¿O quizá juzgamos y alimentamos rencores y amarguras? Ante cualquier situación puedo reaccionar de diversas maneras. El daño que nos han hecho puede sumirnos en la desesperación o puede ser una escuela de la que aprendemos  algo de nosotros mismos, de la vida, de los otros.

Los lazos del rencor

Por otro lado, creo que es importante darnos cuenta de que, cuando perdonamos a alguien, si en cierto sentido le hacemos un bien a esa persona (liberándola de una deuda), ante todo nos hacemos un bien a nosotros, pues recobramos la libertad interior que el rencor y el resentimiento estuvieron a punto de hacemos perder.

Además el rencor nos quita una enorme energía…

El perdón, como dice Jean Montbourquette en su libro “Cómo perdonar Perdonar para sanar. Sanar para perdonar” (Sal Terrae), es un don de Dios (para quienes creen en él) y una tarea nuestra que comienza por dejar de lado el deseo de venganza. Es todo un camino y si lo emprendemos, iremos creciendo en nuestra libertad interior.

María de Jesús CHÁVEZ-CAMACHO PEDRAZA
Pineda de Mar
Junio de 2019

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