Pedagogía de la amistad existencial

Pedagogía de la amistad existencial

Fotografía: Josep Alegre

La estela de Alfredo Rubio de Castarlenas (Barcelona 1919-1996) se acrecienta cien años después de su nacimiento. Su legado y enseñanzas siguen vigentes como llamada al bien vivir. En su vasta aportación reconocemos algunos aspectos pedagógicos de su pensamiento como faros en la ruta existencial. Porque éste es el punto de partida: percibir la existencia como el mejor regalo a partir del cual podemos construir nuestra vida en los entornos de que participamos. El presente ensayo pretende esbozar algunas claves pedagógicas del realismo existencial desde el pensamiento alfrediano a partir de sus textos, escritos, conferencias… La transcendencia de su modo de ser, vital e intelectualmente, sigue vigente.

1.- Serenidad existencial

El ser está en nosotros de manera gratuita y limitada. Es la primera evidencia que podemos sentir y disfrutar al estar vivos. Aceptar esta particular realidad en la historia, incluida la muerte, abre múltiples posibilidades de desarrollo libre y pleno. Solo desde el existir limitado pueden llegar los gozos posteriores, que tiene desde el primer momento el amor como fuerza motriz. A partir de esta realidad, con disposición activa y positiva, viviendo sin resentimientos, abierto a la serenidad existencial y unido a todos los hermanos en el existir, podremos desplegar nuestra identidad en plenitud, pudiendo ser amigos y trabajar mejorando el presente para un futuro mucho más luminoso, lleno de iniciativas, de creatividad…, para construir realmente una sociedad mejor en feliz coexistencia unos con otros.

2.- La verdad del ser

Este granito de amor sembrado en nosotros re-crea, como surtidor de vida y fermento de humanidad,  proyecta y corresponsabiliza hacia el bien, la paz, la amistad y la alegría. Esta es la verdad del ser que permite vibrar en la misma longitud de onda, e ir creciendo todo lo posible al dar y recibir. Siendo tierra humilde pero real, soy digno de ser amado por el solo hecho de existir. Necesito mi espacio vital limitado pero abierto al horizonte para producir y gozar la vida, para encontrar armonía y equilibrio, para utilizar mi libertad responsablemente, siendo respetado en el desarrollo de mis talentos, y ayudando a desarrollar con amor y gozo las capacidades de los demás. Esta visión optimista, positiva, creativa, de alegría por descubrir, de escuchar a las personas…, es fundamental especialmente en las etapas de formación y todos hemos de potenciarla para  provocar armonía en la sociedad, cooperación entre las gentes y ligazón y afecto entre todos.

3.- Esencia amorosa

La puesta en práctica de esta invitación necesita de un proceso de clarificación y sinceridad con uno mismo. Puesto que no puedo elegir ser de otra manera he de potenciar todo aquello que atesoro en mis circunstancias para construir desde aquí todas las posibilidades que tengo. He de abrir caminos desde la autocrítica para mejorar, aceptando todas las consecuencias de existir con base de futuro. El primer componente humano es el amor y toda persona ha de responsabilizarse en esa capacidad de amistad que se abre en la familia y se proyecta en un darse comprometido con perspectiva de universalidad. Esa esencia amorosa del ser desarrolla toda una pedagogía al servicio de la persona como humus común que, solidariamente y en justicia, ayuda a que todos puedan estar contentos de existir sin que el progreso ahogue la propia felicidad. Esta alegría de vivir será carta de navegación, motor generoso y social de acuerdo y diálogo en los conflictos para una sociedad diferente.

4.- Embelleciendo la sociedad

El único sentido posible es la belleza de existir. Esta belleza brota de dentro de las personas y desde ella no podemos hacer otra cosa más que amar en el mundo. Esta chispa de belleza explotará en la amistad potenciando todo lo demás. Toda educación debe estar basada en esa belleza  reflejada en las cosas concretas que se visten de luz por ella. La verdad, el bien y la belleza convergen porque la belleza en sí es ser todo amor. En mi libertad opto por la belleza y me dedico a extenderla dando personalidad al mundo, embelleciendo la sociedad con amor. Hay que educar la libertad y la conciencia para que ame y se oriente hacia el bien por la belleza, multiplicando y difundiendo la hermosura en todo lo que nos rodea, haciendo florecer la felicidad del palpitar del corazón y del trato sincero, respetuoso  y armonioso con todo ser humano.

5.- Compromiso continuado

Poner un ser en el mundo requiere una determinación responsable que implica engendrar y cuidar. Este compromiso continuado, libremente elegido, me dignifica y compromete pero me obligará a vivir en función de él con una presencia insustituible, básica para su adecuado desarrollo. Este ser es una nueva persona libre e inteligente a quien hemos de ayudar a desplegar sus posibilidades al máximo hasta la plenitud de su desarrollo. Los hijos tienen derecho a unos padres que manifiesten  la alegría de ser,  unidos, gozosos y felices…,  porque este testimonio será la mejor educación. La nueva vida, integrada en esta sólida base y bien establecidas las relaciones afectivas, ha de continuar el crecimiento y la profundización que le han de llevar a abrirse armónica y progresivamente a otros cuerpos sociales más amplios.

Fotografía: Josep Alegre

6.- Pautas educativas en la familia

Alfredo apunta algunas pautas educativas en la familia: transmitir la alegría de vivir y de sentirse amigos; ayudarles a descubrir cuál es su misión en el mundo según sus capacidades, cualidades y manera de ser; llenar su vida de esperanza en las posibilidades que tiene de cumplir su misión particular en la misión común; encaminarlos a ser personas de bien a pesar de las dificultades que se puedan presentar; ayudarles a descubrir que el sentido de la vida es el amor: ayudar a los demás a que descubran ese sentido y queden pletóricos porque son capaces de amar y dejarse amar; entusiasmarlos en trabajar por embellecer el mundo… Educar siempre, constantemente, suavemente, discretamente y en el momento oportuno. Adaptarse para que comprendan, seducir con cariño y ternura para el mutuo fiarse, Valorar la presencia en el mundo con amor de padres y a la vez con la emoción de hijos que lo reciben todo.

7.- El amor ha de ser social

La paternidad responsable también en el sentido social es fundamental. El amor ha de ser social: desbordado en los demás, pendiente de la felicidad de todos, buscando siempre con amor el bien solidario de esta familia universal en que todos son reconocidos como hermanos en la existencia. Una sana  pedagogía encamina a estar contento de la vida, valorar el mundo, gozarlo… Los padres pueden considerar la existencia como el máximo valor que han  dado  a sus hijos,  darles ejemplo de su alegría de vivir, de su abrazar la vida, de trabajar por embellecer el universo…, y contagiarlo para que cada vez gocen más del hecho de existir y todo lo que conlleva.  Porque es una alegría existir, vivir y ser felices con lo que son, en este mundo concreto, limitado y contingente, donde pueden desarrollar todas sus potencialidades viviendo en plenitud, desarrollando todas las relaciones de amistad, de cordialidad, de ternura con nuestros semejantes.

8.- Los sentidos del alma

La formación ha de estar apoyada en la realidad y en la felicidad viable basada en las cosas necesarias, convenientes, gratificantes… para vivir. Desde aquí, utilizando nuestros sentidos como seres inteligentes, libres y contingentes, completar las aspiraciones de conocimiento, comunicación, sinceridad, lealtad, honradez, honestidad, amistad… para alcanzar unas metas personales y sociales adecuadas. La familia ha de ser la primera en el desarrollo armónico de todos los sentidos que aportan aspectos de la realidad. Con la convergencia de todos podemos tener un sentido profundo de la realidad, siendo más sensibles al sufrimiento, la alegría, los problemas… de los demás. Podemos percibir, palpar, intuir, respirar, oler… con sensibilidad interior, creando una soledad acompañada y suscitando una oscuridad iluminada…, aprendiendo a caminar por el tiempo guiándose por los sentidos del alma que ayudan a escuchar el mensaje que cada persona produce.

9.- Ser uno mismo para amar

La aceptación de uno mismo, los padres, la historia…, es esencial para reconocer y amar a los demás: ser uno mismo para amar. Con el nacimiento ha surgido un ser nuevo y libre, que hemos de recibir como tal,  ubicándolo  por encima de todo y poniendo todo a su servicio para que llegue a ser lo que debe ser. En este amor pedagógico los padres han de saber hacerse juguetes de sus hijos, respetando desde el principio, de persona a persona, esta mayorización de edad. Han de ir mostrando el mundo tal como es (limitaciones, enredos, falsedades…), con todo lo que pasa, los sentimientos de la gente, la salud y la enfermedad…, adaptándose al lenguaje y tiempo personales, Porque solo conociendo el mundo se convertirá en adulto y podrá reconocer la grandiosidad de lo humano, comprenderlo, caminar por él, e incluso amarlo porque es bueno. Esta pedagogía ha de estar basada en la alegría del hijo de sentir que existe, que sus padres le han dado el ser, y que se sabe amado… y eso le da un motor fuerte para vivir, para luchar, para crear.

10.- Una libertad responsable

Los padres han de ser conscientes de  que tienen hijos para que sean plenamente, gozosamente…, adultos. Tiene que amar y aceptar  esa persona, en ese momento, aquí y ahora, y tal como es. Cuando es pequeño, sostienen el ser y le asisten, respetando su libertad y encaminándola a una libertad responsable, y paulatinamente va menguando la asistencia. El niño necesita su espacio vital de soledad como un contrapeso a la salida progresiva al exterior. Desde la adolescencia ha de educarse la soledad para que desde ella se abra al servicio de la familia, del prójimo y de la humanidad. La intervención educativa  ha de favorecer un diálogo personal en el que, el adulto, pide colaboración a la persona para que juntos, con mis consejos y sus acciones, llegue a su máximo desarrollo. Desde una “dulce presión” ayudarle a cumplir lo que en el fondo quiere, hasta llegar a la mayoría de edad con su mayor fortuna, su libertad. Como consecuencia de ese amor, al encontrarse a sí mismo es capaz también de ayudar a  desarrollar los talentos del otro con gozo.

11.- Suma de amores

Fotografía: Josep Alegre

Los padres han de tener respeto a la libertad progresiva de los hijos porque en eso se fundamenta la familia: educar la conciencia que es instalarse en la belleza personal y ambiental. El respetarse y potenciarse mutuamente lleva a una sola libertad que abre a armonía de libertades en la búsqueda del bien de unos y otros. Se va respirando el amor, se va descubriendo lo más conveniente y mejor que hay que hacer…, en una inteligencia sintiente que es perfume de caridad y fuente practicante de felicidad para las personas, que crecen con amor. Libertad, sabiduría y amor se funden haciendo posibles sociedades motor basadas en el amor por la suma de amores. Todo lo que existe es digno de ser amado y si la persona se acepta se adecua para desarrollar mejor sus capacidades pudiendo ser amado por los demás. Esto facilitará que nos volquemos en el otro, preocupándonos por mejorar la sociedad, nuestro entorno, hacer felices a los semejantes, sacrificándose en servir… Es un derecho mío ser amado pero me lo tengo que conquistar.

12.- La verdad está en el bien

El amor verdadero surge de la libertad responsable y la sabiduría, porque el existir es un bien conjunto y difusivo. En el ejercicio de nuestras libertades nos hemos de respetar y acoplarnos solidariamente, conviviendo con el resto de la sociedad. Hay que valorar la libertad progresiva de todos con amor benevolente para poder ser amigos, iluminando a las personas y creando una sociedad de hermanos en la existencia en comunión de libertades, queriéndose bien unos con otros como amigos. Los amigos quieren lo que el otro quiere, sin jerarquías, de corazón a corazón, buscando hacer el bien, en sintonía y vibración armónicas… Hay que saber conquistar lo bueno del otro para comprenderlo mejor, para ayudarle a perfeccionarse, para convivir con amistad, para llegar a una unidad fecunda de colaboración…, para crear un entorno de paz, alegría y felicidad. Porque si la verdad está en el bien se encarna, se fusiona, se proyecta… en él.

13.- La fiesta permanente del amor

El realismo existencia promueve la reconciliación y pacificación de todo y con todos. Desde la libertad y la autenticidad utiliza la inteligencia para el bien dejando un reguero de luz. La fiesta de existir es la esencia de la vida, si aceptamos nuestras limitaciones con gozo, contentos de ser lo que somos, y nos ayudamos mutuamente derramando fiesta en nuestros entornos. Porque la fiesta principal descansa en la hermandad existencial, en la exaltación de todo lo vital y común a todos, en comunión con toda la creación, compartiendo el encuentro desde la belleza y siendo conductores de fiesta natural a los demás, dentro y fuera. Las fiestas no se improvisan: preparación, invitación, realización… todo ha de quedar embellecido al acabar. Una fiesta de fraternidad, igualdad, sintonía, transparencia, solidaridad, respeto, alegría, perdón, humor-amor… La fiesta de la amistad es asunto de todos: abrir el mundo a la alegría, aunar corazones, trabajar por la paz propia y común… para la fiesta permanente del amor. El amor me late por existir y no puede detenerse. O lo dirijo a mi mismo a lo enviamos a los demás propiciando su bien.

14.- La amistad es ayuda mutua

Vivimos acompañados, nos relacionamos, sintonizamos… para desarrollarnos como personas. Si la convivencia es buena, permite crecer y desarrollarse armónica y plenamente insertándose en la sociedad, en la familia, en todo. La existencia es nuestra primordial familia y en el existir codo a codo hay que desarrollar la convivencia que fluye desde la familia biológica como primera piedra de buena convivencia. Amar y ser amado, aunque de manera limitada, es propio del ser humano pero hay que desarrollar y madurar ese amor. Tenemos un común denominador de amistad como base, con muchos numeradores distintos (familia, compañeros, trabajo, sociedad…). La amistad de ser sujetos con la misma dignidad, dialogantes,  aportando desde las singularidades. Esta amistad es indisoluble, profunda, para siempre… Puede crecer sin agotarse, transformándolo todo, superándose continuamente… y, si es correspondida, las personas cada vez se aman más repercutiendo en el ambiente, en lo que nos rodea y en el futuro: somos amigos para que todo vaya mejor. La amistad es ayuda mutua, respetuosa, libre, realista, leal, generosa, abnegada, solidaria… La amistad vincula en el vivir potenciando actitudes humanas que favorecen la relación profunda.

15.- Creando familia

Dar la existencia a un hijo implica encender en él la chispa del amor. Amándolo tiernamente, pero  con todas las fuerzas, para experimentar que vale la pena incluso morir para poder vivir  siendo amados y amando, teniendo un nivel de existencia digno de un ser humano con capacidad para desarrollar sus talentos hasta el final de sus días. La intervención educativa encamina a una doble conquista: estar contentos de vivir y dejar una eficaz herencia. Ambos aspectos no se imponen sino que han de ofrecerse para que ellos quieran abrirse a los demás, colaborar positivamente en el mundo para que todo sea más hermoso, más justo… Encontrarse a si mismo desarrollar los talentos propias y de las otras personas con gozo y en sintonía con todo lo que le rodea. En la familia se desarrolla la individualidad de manera armónica para alcanzar la plenitud como individuo y como ser social utilizando la sabiduría para hacer el bien e ir creando familia en los dos sentidos, hacia dentro y hacia fuera: ayudándose mutuamente, sufriendo los sufrimientos de los demás como propios, alegrándonos con los gozos de les otros…, creando momentos de presente con valor infinito.

16.- Pedagogía al servicio de la persona

Estamos unidos por lo que tenemos en común: existir nos hace de puente para amar al otro que existe. Amar significa vivir en el otro, ayudarse mutuamente, amar lo bueno que tiene, suplir sus carencias de amor, comprender, aceptar…, tener los brazos del corazón abiertos. Sumando amores podemos llegar a una sociedad basada en el amor, esta es la pedagogía al servicio de la persona. También amarse socialmente, como grupos, hablando el lenguaje del amor que no juzga, ni critica,  sino que perdona, se deja amar para derramar su amor en los otros, confía totalmente en las personas, se sacrifica por el otro… Es una guerra por amor y con amor, que convive con amor, hace crecer con amor, pasa por el mundo amando a los demás. La felicidad del otro es el secreto de la convivencia basada en una amistad personal sobre la que se puede edificar todo. Ver como las personas se aman contagia en amor de benevolencia que ama a la otra persona a su nivel haciéndole todo el bien que tengo en mis manos. Los demás son personas como tú, por eso has de amarlas como te amas a ti, y solo desde este amor operativo se podrá construir la justicia, que desde la misericordia borra la injusticia transformándola en justicia amorosa.

Es bueno y fecundo recordar con gozo y agradecimiento este profundo regalo. Volver a las fuentes de Alfredo nos ha permitido contemplar, con más atención y detención, aspectos de su pedagogía amorosa, en que la amistad auténtica y el aprendizaje del amor son claves. Una estela que esboza un modo de ser y vivir como personas, contemplativas, corresponsables y alegres, en amistad auténtica. Un proyecto para ser hombres y mujeres libres para amar, capaces de ser amigos y colaborar en ajardinar el mundo: alegres de existir, responsables, entusiastas, competentes en  ejercer tareas de manera autónoma desde una amistad verdadera. Alfredo clarifica y remarca valores en la doble vertiente  del camino vital como educador (creativo, providente, liberador, generoso, sin fronteras, misericordioso, tierno, perseverante, fiel…) o como educando (alegre, humilde, se reconoce necesitado, se deja amar, confiado, dócil, agradecido…). Todo ello para llevar a las personas a la libertad y acompañarlas en el aprendizaje del amor para construir relaciones de confianza hacia el bien ser desde la pedagogía de la amistad existencial.

Josep ALEGRE
Profesor, filólogo y educador socio-cultural
Barcelona, España
Agosto de 2019

Publicaciones relacionadas

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *