Un privilegio

Un privilegio

A lo largo de la historia son muchas las personas que han creado escuela a su alrededor. Algunos de estos personajes son protagonistas de la historia de la filosofía, del arte, de la cultura…; son conocidas las escuelas formadas en torno a pensadores cuya impronta ha perdurado, desde las culturas más antiguas a la actualidad. La historia recoge muchas de estas personalidades. Pero también hay otros que no constan en los libros. La figura del maestro responde, normalmente, a un perfil de persona con carisma, de amplia cultura y profundo pensamiento. Y que con su talante pedagógico ayuda a la formación de sus discípulos.

Mucha gente ha tenido la oportunidad de conocer a lo largo de su vida a alguna persona con ese perfil, con calidad humana, amplia formación, profundidad y seriedad de pensamiento. Con capacidad didáctica para, con un lenguaje sencillo, hacer comprensible tanto complejos temas filosóficos o científicos, o la realidad y lo cotidiano, siempre dando una proyección hacia el futuro.

Rasgos que, quienes le conocieron, identifican en Alfredo Rubio de Castarlenas. Un hombre que partiendo de las cosas simples y sencillas, enseñaba a llegar a realizar grandes proyectos.


En arquitectura existen ejemplos de importantes escuelas creadas en torno a grandes maestros. Es el caso del arquitecto y artista Antoni Gaudí que influyó en sus colaboradores y discípulos. Entre ellos se encuentra el arquitecto modernista Joan Rubió i Bellver; una de sus primeras obras es la casa Alemany, construida en 1900-1901.


Alfredo era capaz de organizar, con todo detalle, desde una charla a unas Jornadas Interdisciplinares; desde una cena en casa a un acto en la ONU. Todo ello haciéndolo siempre de forma didáctica para las personas a las que formaba. Y siempre con la habilidad de saber escuchar o acoger a una persona, como si no hubiera nada más importante a hacer.

Enseñaba a tomar conciencia de que “soy quien soy y como soy, o no sería”; que todo lo acontecido anteriormente ha hecho posible mi única posibilidad de ser. Cualquier cosa diferente haría que existieran otras personas, ¡yo, no!

Como humanista, Alfredo se preocupaba por la formación global de las personas, por la atención y educación necesaria de los hijos en la familia, proponiendo incluso la creación de escuelas de padres e hijos; o de un autobús de dos pisos para, que viajando, obtener un amplio aprendizaje, con una base práctica, de conocer los países, su geografía, su gente, su idioma…

Daba la posibilidad de descubrir y aplicar pautas prácticas de microeconomía y de conceptos para una macroeconomía sostenible. Desde la aplicación del diezmo (del latín decimus) como economía solidaria, de la economía de colchón o un sistema de salario por existir, o el uso de principios de sistemas técnicos, como los embalses o las turbinas para la producción de energía, trasladarlos a una “energía económica”.

Animaba a conocer la naturaleza, a disfrutarla y a cuidarla. Hacía comprender los principios de la ecología entusiasmando a “ajardinar el mundo”.

Rubio ilustraba creativamente conceptos, actitudes o acciones, con nuevos vocablos dando un realce especial, como es el término “Caseidad”, refiriéndose al cuido y gestión de la casa.

Con motivo del final del año del centenario del nacimiento de Alfredo Rubio, no hemos pretendido hacer una exhaustiva exposición de su biografía o de su legado, sino dar unas breves pinceladas de quien fundó la revista RE.

Seguro que, en distintos lugares, muchas personas que le conocieron, e incluso aquellos que lo conocen tan sólo por sus libros, artículos, poemas, proyectos… dirán: “ha sido un privilegio conocerte Alfredo”.

Julio 2020

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