Humildear la libertad

Humildear la libertad

Había una vez una marioneta que decidió tomarse un año sabático, cortó todos los hilos que le impedían marchar, cogió su maleta y desapareció del sitio donde vivía. Pasaron los años y nadie supo nada más. Se rumoreaba que la habían visto embarcarse en un velero sin rumbo fijo…

Hablar de libertad, es hablar de ataduras, de apegos, de hilos, de límites… pero también de experiencia y vivencia. Por ello en las palabras encontraremos la definición y en la experiencia la dirección de nuestra libertad. A menudo no es fácil ni lo uno ni lo otro.

Como la marioneta busca su camino, también nosotros deberíamos ser capaces de dibujar el sendero que define nuestra libertad. Y para atrevernos a dibujar debemos tener la valentía de coger el lápiz para empezar a marcar. Y es por la experiencia que descubrimos en esas líneas nuestros propios límites. Pero no siempre es fácil tomar conciencia de los limites personales. Además, la experiencia, nos enseña que nuestra libertad tiene una connotación grupal.

Afrontar nuestras ataduras nos lleva a salir de la zona de confort, donde nos encontramos a resguardo de todas las inseguridades. Pero, por otro lado, también supone cambiar nuestros roles allí donde estamos. En el momento que rompemos hilos, cambiamos nuestra posición personal frente a las situaciones que estamos viviendo. Y esto nos lleva a la confrontación con nuestros coetáneos. Porque, a menudo los cambios de actitud descolocan a los que tenemos cerca.

De la misma manera que la marioneta cortó sus hilos, deberemos hacer lo propio con los nuestros. Asimismo iremos aprendiendo hasta donde nos llevan nuestros limites, superándolos en un gran número de ocasiones. Para dibujar esta realidad, de poco nos sirve el trazo continuo de un lápiz. Porque solo a través del actuar mediante el ensayo de prueba y error, seremos capaces de intuir la dirección en la que deberemos desplazarnos.

Llegados a este punto no tenemos más remedio que sumar a la libertad, la humildad. Frente a la pesadez de las ataduras, la humildad nos permite reconocerlas, aceptarlas y transformarlas. Reconocernos desde la humildad nos traslada a esa serenidad interior que nos permite avanzar en el camino que inició la marioneta. Es necesario humildear nuestra vida para desplegar todo el potencial de nuestra libertad. Solo humildeando nuestra vida seremos capaces -como la marioneta- de cortar los hilos que nos retienen. Esta actitud vital nos ayuda a enriquecernos para poder asumir los hilos del egoísmo, la vanidad, la pereza y los que vamos descubriendo en el camino.

Y finalmente con el coraje de reconocernos libres pero limitados, podremos transformar los apegos y ataduras, y es la experiencia que nos permite descubrir cómo, dónde y porqué tenemos la necesidad de seguir creciendo en nuestra capacidad de ser libres. Deberemos ir cortando los hilos visibles, y también los invisibles para, como hizo la marioneta, avanzar en el ejercicio pleno de nuestra libertad. Y para ello no es necesario alejarse sino, dejarnos guiar por la conciencia y la humildad.

Ignasi BATLLE MOLINA
Ingeniero
Barcelona
Septiembre del 2021

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