Democracia ideal y democracias reales
Sobre el papel, la democracia constituye un ideal que pretende la libertad y la igualdad de los seres humanos[1]. Pero lo ideal no existe. Lo real es que existen múltiples sistemas políticos democráticos, muy diversos entre sí, de los cuales la mayoría están en crisis y muy frágiles. Según Gurutz Jáuregui[2] las democracias “no están aceptadas por sus virtudes intrínsecas, sino por los defectos de los otros sistemas. Es una opción por exclusión. No se vive la democracia, simplemente se la soporta”.[3] En vez de buscar nuevas formas de gobernanza, se está optando, por mantener una defensa a ultranza de la vieja normalidad, atrincherarse en las viejas instituciones y estructuras, manipular su funcionamiento y otorgarles una función que tiene muy poco que ver con la que realmente les corresponde.[4]
Algunos problemas de las democracias actuales
- La mayoría de los sistemas democráticos actuales son representativos. El pueblo elije a representantes para gobernar. Pero estos representantes, una vez elegidos, muchas veces no cumplen sus promesas. Además, faltan lideres creíbles y nos encontramos con candidatos que no nos inspiran confianza.
- Muchas decisiones son tomadas por mayoría simple. No hay preocupación por las minorías que no están de acuerdo.
- Los votos valen todos igual, a pesar de que las personas tienen diferentes niveles de formación política. Esto ha resultado en un populismo que se preocupa únicamente en captar votos. No se trata de una elección reflexionada, a partir de la adhesión a un programa político.
- La centralización hace que los políticos y sus debates queden cada vez más lejos de las preocupaciones locales de los ciudadanos.
Modelos inspiradores: la democracia directa y la sociocracia
¿Qué experiencias pueden ayudarnos para concebir nuevos modelos de gobernanza? Uno sería estudiar un sistema de democracia directa, como se practica por ejemplo en Suiza. Además de elegir representantes que gobiernen en su nombre, los votantes pueden pedir referéndums para ciertas decisiones. Y no solamente hay la posibilidad de participar en el proceso político de toma de decisiones; además tienen la última palabra. Suiza es también interesante porque se trata de una gobernanza muy descentralizada, que reparte las competencias en tres niveles: federal, cantonal y municipal. Y hay un sistema de turnos anuales para la presidencia (entendido como un servicio) a todos los niveles: el presidente de la Confederación Helvética, y los alcaldes cambian cada año. De esta manera el poder está mucho más repartido y difícilmente se puede acaparar.
Otro modelo interesante es la sociocracia[5], sistema de gobernanza adaptado por un número creciente de organizaciones. Se basa en los valores de transparencia, eficacia y participación. Me pregunto si tal como se promueve el comprar “verduras km cero”, o sea verduras cultivadas localmente (que no han viajado), también se podría promover un modelo de “gobernanza km cero”, o sea mucho más descentralizado. Es más fácil gobernar pequeñas unidades, y las personas estarían más concernidas por las decisiones que hay que tomar. Significaría también una disminución de la dictadura de la mayoría, porque permitiría mucha más diversidad. Si las unidades a gobernar fueron de menor tamaño, la sociocracia podría aplicarse.
Vale la pena apoyarse en modelos experimentados para concebir nuevos paradigmas de gobernanza.
Pauline LODDER
Pineda de Mar
Marzo de 2024
[1] https://www.icps.cat/archivos/WorkingPapers/WP_I_119.pdf?noga=1
[2] https://es.wikipedia.org/wiki/Gurutz_J%C3%A1uregui
[3] https://www.icps.cat/archivos/WorkingPapers/WP_I_119.pdf?noga=1
[4] https://www.icps.cat/archivos/WorkingPapers/WP_I_119.pdf?noga=1