La palabra smart (inteligente) ya no se aplica únicamente a los seres vivos: existen teléfonos inteligentes (smart phones), ciudades inteligentes (smart cities), wc inteligentes (smart toilets), etc.
La inteligencia artificial va tomando cada vez más terreno. Ya hemos entrado en la cuarta revolución industrial construyendo fábricas inteligentes:
Y se anuncia que ya está en marcha también la quinta revolución industrial: la de la nanotecnología (la manipulación de la materia a escala atómica, molecular y supramolecular).
Menos conocida es, quizás, la palabra smombie: una abreviatura de smartphone-zombie. Esta expresión anglosajona se utiliza para aquellas personas que van por la calle andando lentamente y sin prestar atención a lo que les rodea porque van pendientes únicamente de su móvil.
Es preocupante constatar que cada vez hay más personas que se desconectan del entorno real donde se encuentran, para engancharse al teléfono móvil o a otros aparatos electrónicos. Y esto no solamente pasa en las calles, causando a veces graves accidentes. Pasa también en las casas, donde los habitantes prestan más atención a sus pantallas que a las personas que están a su lado; en las comidas donde la sobremesa ya no se hace entre los comensales, sino se transforma en conexiones con ausentes o realidades virtuales.
Las máquinas serán cada vez más inteligentes… ¿Y los seres humanos? ¿Por qué nos cuesta tanto desconectarnos de nuestros aparatos inteligentes?
El punto VII de la Carta de la Paz dirigida a la ONU afirma que “el ser humano es libre, inteligente y capaz de amar”. Los avances tecnológicos, fruto de la inteligencia humana, son asombrosos. Para que los seres humanos no nos transformemos en smombies hace falta que la libertad y la capacidad de amar también crezcan y avancen. Me pregunto: ¿qué estamos haciendo para ello?
Falta con urgencia inventar nuevas formas para ejercer nuestra libertad…
Y si realmente fuéramos personas inteligentes —smart persons—, destinaríamos los avances de nuestra libertad y de nuestra inteligencia a un objetivo principal: aumentar nuestra capacidad de amar.
Pauline LODDER
Pineda de Mar (España)
Marzo de 2018