Lenguaje corporal y pedagogía de paz

Lenguaje corporal y pedagogía de paz

El lenguaje corporal instrumento para una pedagogía de paz

No importa cuál sea nuestro oficio o profesión: todos somos cuerpo.
La experiencia, la memoria, el afecto, la ternura, la violencia, las ideas, las carencias,
las caricias, los miedos, los deseos… Todo pasa por el cuerpo.»

Álvaro Restrepo, fundador de El Colegio del Cuerpo.
Campaña «¡No más minas antipersona!»

Existen historias humanas que conmueven por la forma en que enfrentan los retos que implica el hecho de abordar los problemas humanos desde una ética social creativa, en procura de armonía y responsabilidad individual y social frente a situaciones de violencia y exclusión. Este es el caso de El Colegio del Cuerpo (eCdC), experiencia realizada en Cartagena (Colombia), y aporte significativo para entender y vivir el concepto de paz como un estilo de vida desde un lenguaje diferente: la danza contemporánea.

Esta organización es un centro artístico y pedagógico internacional que mantiene intercambios con instituciones y artistas del mundo entero y propicia el diálogo entre diversas vertientes artísticas y culturales. Nació como respuesta contra la pobreza en el barrio Nelson Mandela ─refugio de familias desplazadas por la violencia─, donde, sin ella, muchos niños y jóvenes seguirían extraviados y condenados al drama de la más azarosa supervivencia. Sin embargo, y gracias a ella, encontraron «una voz sin palabras» que expresara a través de sus cuerpos su mayor tesoro, los valores de la dignidad y el del autoconcepto, desvelados y favorecidos por el trabajo disciplinado y dedicado de la danza, el teatro y la música.

Álvaro Restrepo junto a Marie France Delieuvin, fundadores de eCdC creyeron en esos seres humanos por los que otros no hubieran apostado. Así, han ayudado a numerosos niños y jóvenes a afinar el lenguaje de sus cuerpos para volverlos «manifiestos» frente a las coyunturas sociales en las que viven, permitiendo asimismo purificar las huellas de la violencia, la falta de oportunidades y el desamparo, «extrayendo de ellos el brillo que otros no pudieron ver».

Esta propuesta educativa basada en el amor, y en la exigencia, pero, sobre todo, cimentada en una pedagogía del respeto, de la dignidad y el placer por la disciplina, demuestra que la ecuación «el abusado se convierte en abusador» queda desvirtuada, aunque las secuelas de la violencia queden grabadas en la carne del alma y la piel.

El cuerpo individual y el cuerpo colectivo se construyen simultáneamente, en un proceso dialéctico que podríamos llamar de escultura individual y social. Es por ello que el cuerpo humano se concibe como un territorio de paz: prevención de violencias y de adicciones, educación sexual, ambiental, ciudadana, de salud. De este modo se crea una nueva noción de riqueza: nuestro cuerpo como hábitat y como espacio-tiempo para la dignidad y la plenitud.

«Nosotros usamos la danza para educar a estos chicos y convertirlos en ciudadanos».

Eduard Martínez, quien es parte del semillero de la Corporación, dice: «El Colegio del Cuerpo me ha enseñado mucho. Cuando entré al proyecto, tenía 11 o 12 años, era bastante tímido y no conocía muchas personas, así que fui despertando ese miedo que yo sentía a comunicarme y hablar con la gente. Ahora es mucho más fácil expresarme y estar en contacto con otras personas que tampoco conozco o que me presentan de un día a otro (…). Lo más impactante es que el trabajo de la danza contemporánea te ayuda a saber qué es lo que realmente quieres para la vida. Te ayuda a despertar muchas cosas, muchos sentimientos, muchas cosas que vienen de atrás. ¡A despertar la mente! (…)   Te muestran que estás dispuesto a escuchar, a recibir otras cosas y a ofrecer mucho más de lo que te dan».

Con una puesta en escena impecable —lenguaje del cuerpo en movimiento, luces y sonido—, este grupo de muchachos que involucra lo social con la excelencia artística, nos interpela en la transformación de nuestra filosofía, ética y estética para percibir y resolver creativamente las iniquidades y violencias existentes en tantas situaciones humanas.

Gloria Inés RODRÍGUEZ GAITÁN
Educadora
Bogotá (Colombia)
Publicado en RE 66

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