El mapa vital

El mapa vital

Josep Alegre

Desde el 12 de Julio de 2019 estamos celebrando el centenario del  nacimiento de Alfredo Rubio de Castarlenas, creador e impulsor del realismo existencial.  Este evento motivó la publicación del artículo de investigación Pedagogía de la amistad existencial el pasado mes de agosto. (https://www.revistare.com/2019/09/pedagogia-de-la-amistad-existencial/). Des de la sección de pedagogía queremos profundizar este tema, sucesivamente a lo largo de este año de centenario, exponiendo nuevos matices de las intuiciones pedagógicas de Alfredo sintetizadas en el artículo antes mencionado.

 

El ser y la perfección del ser es la fuente del saber y del tener”

Alfredo Rubio de Castarlenas

 

El regalo del  ser nos abre a la vida y a la posibilidad de ser nosotros mismos, únicos  e irrepetibles. Un buen momento para ubicarse, averiguar nuestra posición y las coordenadas exactas que nos localizan. Una oportunidad para conocer y comprender nuestro entorno físico con sus lugares, recursos y riesgos, y también el social que nos acerca a la vulnerabilidad. Una coyuntura adecuada para mirar al horizonte y preguntarnos que habrá más allá de lo que vemos. Una ocasión idónea para determinar la rosa de los vientos que determina el trayecto hacia nuestro destino. Una circunstancia pertinente para preparar nuestra ruta antes de salir de casa y comprobar que estamos en el buen camino.

Seguir un itinerario planificado contribuye a precisar y ser más efectivos, ayuda a movernos  mejor y siendo más conscientes de lo que nos rodea, concreta mejor los objetivos al introducir alternativas que se adaptan a las circunstancias que nos encontraremos. Este mapa de navegación que vamos leyendo, decodificando e interpretando, nos muestra el camino desarrollando nuestra autonomía y preparándonos para participar en la toma de decisiones consciente porque sabemos lo que queremos hacer y prevemos las consecuencias. Este ponerse en camino consciente, que toma las riendas de la historia, fija las bases necesarias para tener una presencia con sentido y se convierte en una plataforma para vivir llegando a ser lo que somos.

Nadie va vivir la vida por nosotros ya que cada uno es responsable de generar y organizar su mapa vital. Aceptarse y quererse, con nuestras singularidades, y elegir el horizonte hacia el que queremos orientar el camino del “yo puedo” marcaran nuestra existencia desde la primera luz del amanecer. Asumiendo como propios valores universales innatos, perdurables y traspasables,  reforzados por otros íntimos que nos construyen como personas y son responsables de nuestra manera de ser y estar en el mundo y que nos aportan seguridad, confianza, fuerza, saber qué hacer… permitiéndonos vivir armónicamente y evolucionar juntos. Desde nuestro presente edificaremos el futuro que proyectamos a partir de la actitud con que asumamos las diferentes circunstancias de la vida.

Esta idea de autoaprendizaje, autorregulación, empoderamiento, perseverancia y continuo progreso son claves como respuesta realista existencial. Este es el “track” de nuestra vida que nos permite seguir el rumbo que marca. Estar plenamente presentes, abiertos y expectantes a la vida, discernir, leer el trasfondo, crecer desde dentro, dejarse ser…, desde un aprendizaje consciente, mirando al horizonte en una vida abierta, afinando la conciencia, explorando la plenitud…, para ser plenitud. Este hacerse en el camino disfrutándolo, siendo al pasar, potenciando la capacidad de amar y ser amado, aprovechando las oportunidades para generar bienestar, armonía y felicidad a nuestro paso en un crecimiento integral y sinérgico que va conformando nuestro itinerario vital.

Este educar con conciencia prepara para una vida abierta, construida desde los oídos del corazón y mirando al horizonte. Este acompañar desde la libertad interior, guiados por convicciones profundas que reflejan la verdad del ser humano y los valores que lo constituyen, es educar para la felicidad y la responsabilidad compartida desde los diferentes niveles de conciencia que coinciden en la misma realidad. El adulto, por su posición privilegiada,  tiene una responsabilidad mayor al comprender, contribuir, facilitar  la conexión significativa que alumbre un significado personal que le ha de llevar a desarrollar su identidad. Somos esencia amorosa y el amor germina, crece, se desarrolla y fructifica. El apoyo y cariño del adulto pueden dar nuevos sentidos a la vida de quien acompañamos en su proceso de realización. Al nacer uno tiene todas las energías libres y disponibles para mejorar el mundo con su presencia.

En educación todo tiene su tiempo y más si se trata de clarificar la manera de ser y construir desde lo que soy. Ir dirigiendo la vida desde la aceptación de nuestras imperfecciones, potenciando la capacidad personal para afrontar situaciones adversas saliendo fortalecidos, generando herramientas para superar obstáculos, ayudando a descubrir su valía y capacidad, favoreciendo la autogestión de las emociones, creando un clima afectivo de apoyo basado en la confianza y el amor, permitiendo que se equivoquen, fomentando la autonomía, desarrollando el sentido crítico, estimulando la responsabilidad, respetando las decisiones responsables, educando para el bien, inculcando una actitud solidaria, dejando que utilicen su inteligencia, experiencia, intuición y creatividad… para sacar su mejor versión.

Esta consciencia de ser plenitud, de sentir bien, es un camino de toda la vida que se manifiesta en la actitud que se desarrolla en quien lo recorre al encontrar alternativas viables sobre las que se levanta todo lo demás. Al orientar a la persona hacia esa zona de responsabilidad, el camino del ser se hace saber y mutuamente se retroalimentan transformando y cambiando la presencia. Porque ser responsable es desarrollar la capacidad de responder de forma consciente, viendo y tomando como norma los valores auténticos que posibiliten articular un proyecto de vida que nos ayude a  establecer vínculos de unión y colaboración para conseguir un bien común. Una educación que combine mente, cuerpo y corazón orienta a la plenitud del vivir. La persona alcanza su autorrealización mediante la comprensión de los otros, la tolerancia y la reflexión constante.

En el ámbito educativo es donde el individuo aprende a vivir su libertad y valorar sus límites. El otro también tiene sus derechos y exige nuestra atención y respeto para poder vivir en plenitud. Por eso la libertad es conquista personal y tarea permanente de responsabilidad que compromete a cada persona buscando desinteresadamente el bien de los demás. La perseverancia significa dedicación y esfuerzo y es una actitud ante la vida para alcanzar el verdadero potencial que es ser uno mismo. Pero el largo trayecto se cubre en pequeños pasos, desafíos, oportunidades y logros en busca del objetivo concreto. El crecimiento y desarrollo es posible tras replantearse los nuevos retos y cambios de dirección si es preciso. El amor por lo que estás haciendo o aprendiendo a hacer, existir y persistir, son claves para el éxito.

Soy responsable de la conciencia que tengo y de los procesos que genero. La autorregulación consciente y el dominio del yo son dos vías de la pedagogía de la conciencia. En la vida el rumbo lo marca cada uno y la autorregulación permite realizar las maniobras adecuadas para llegar a la meta. La conciencia ha de ser guía eficaz de la voluntad en el proyecto de realización de nosotros mismos y el amor la argamasa de construcción. El ser vuelve sobre sí mismo para proyectarse desde tres actitudes esenciales permanentes: sinceridad, autoconvicción y responsabilidad de ser persona y comportarse como tal. La responsabilidad nos conecta a la realidad y desde la toma de decisiones conscientes y libres construimos el mundo en que vivimos. Al elegir nos transformamos, somos nosotros mismos. Esta es la libertad lúcida y responsable que encamina a una existencia creativa y plena que nos mantiene completamente presentes.

La información previa y el equipo adecuado nos han de permitir progresar por el mejor camino que encontremos. Tener un mapa vital y saber manejarlo permite seguir el recorrido y terminarlo como si fuéramos llevados de la mano. El ser, saber y tener conscientes se convierten en acción creadora que encamina a un lugar agradable para vivir y construir el mundo que queremos desde la fe en nosotros y el vivir con alegría lo que somos. Este trayecto existencial no es de acceso fácil y se requiere constancia y paciencia. No se va por autopistas sino por senderos con altos y bajos, con resbalones, dificultades… En este camino de plenitud existencial de ser uno mismo y libre para amar, ¡tener un mapa es vital!

Josep ALEGRE
Profesor, filólogo y educador socio-cultural
Barcelona, España
Noviembre  de 2019

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