Hace un mes, cuando estalló todo el clamor en contra del racismo en Estados Unidos y prácticamente en todo el mundo y por ende también en nuestras latitudes, un grupo de hombres y mujeres, constituyendo una pequeña comunidad viva, dedicamos un tiempo largo de nuestro encuentro virtual a analizar el fenómeno. Surgió la evidente fragilidad, marginalidad, enfermabilidad de las personas excluidas en todo el mundo.
Pensamos que en las entretelas más profundas del fenómeno está la desigualdad, la brecha entre el norte y el sur, entre ricos y pobres, la brecha digital y nos fijamos sobre todo en la raíz de todo ello: que no se considera la igualdad radical de todos los seres humanos ni la fraternidad existencial ni que por el hecho de haber nacido, todos los seres humanos somos iguales en dignidad y somos dignos de ser amados. Todo eso es fruto de uno de los postulados clave del Realismo Existencial: el que todos somos hermanos en la común existencia, antes incluso de la hermandad sanguínea.
Pensamos que lo que nos iguala, que es la común existencia humana, es mucho más de lo que nos diferencia (género, raza, cultura, lengua, etc.); que si todos, al ver a una persona humana pensáramos que es mi hermano en la existencia, todo sería muy distinto.
Creemos que ese ejercicio es un buen instrumento para trabajar en contra de toda esclavitud y supremacía racista y por supuesto del racismo imperante.
No a la desigualdad que nos aleja unos de otros. Sí a lo que nos iguala, la común naturaleza humana. No al racismo, Sí a ser hermanos, mujeres y hombres de todas las razas. Sí a la inclusión, No a la marginalidad de unos seres humanos.
Agustí VIÑAS REXACH
Graduado Social y licenciado en Teología
Barcelona
Agosto de 2020