Silencio, estás aquí

Silencio, estás aquí

silencio

 

Un silencio cala,
emergiendo nítido
sobre la superficie del ojo

(espejo del cielo y de la tierra:
espejo de mercurio cuya superficie córnea
es un temblor de vida)

ese silencio modula mi respiración:
ondula, expande, reúne

palabra a palabra me despojo de eso que no soy

dejo en las entradas de la piel
aquello que designa lo que no y lo que sí

libre de juicio
todo yo soy un mirar hacia la nada.

 

Ese rostro de fachada neutra
resguarda un luminoso patio interior

silencio escarpando por las paredes
que hace de la intuición fotosíntesis.

 

El sonido del teléfono
–su fosforescencia artificial– sacude
violentamente
el polvo de mi calma

no me deja a solas

(me engaño: soy yo quien
no me dejo a solas).

 

La oscuridad
levanta espacio sagrado:

vincula lo que soy con lo que Es

en tinieblas
la piel mira

y tienta misterio.

 

Reúno los labios
ante la flama

cierro los ojos

y, aunque no la vea,
su calor unge mis párpados

silencio

(estás aquí:
me haces orar de emoción).

 

No se llega al silencio
desde el silencio

a veces se precisa la agonía del grito.

 

El viaje más largo y
más revelador
es el que no precisa
desplazamiento,
sino el que cruza el
universo desde y hacia
el sitio de origen.

 

En caso de silencio
no me llames
ni te llames

escucha,
sólo escucha

escucha la escucha de tu escucha.

 

En la habitación,
el rincón para rezar
no tiene más mobiliario
que una vela

cuando la llama se enciende
todo el espacio se gira,
silenciosamente,
estremeciéndose en el ritual.

 

Seguimos siendo
lo que en principio se nos concedió ser

la edad aporta sobre nos
diferentes miradas creativas:

hoy soy aquello
que aprendo de mí siendo.

 

 

Javier BUSTAMANTE ENRIQUEZ
Poeta
Ciudad de México
Julio de 2022

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