El arte de la fiesta

El arte de la fiesta

Fotografía: truthseeker08 / Pixabay

 

Quizás, debido a que estoy todavía muy impregnada por la celebración de las fiestas patronales de la ciudad donde vivo, Barcelona (España), me surge escribir sobre la Fiesta. Esta no es propiamente un arte, como se suele hablar en este apartado de la Revista RE, sino un arte menor o efímero, con lo cual cabe reflexionar sobre este hecho que nos hace bien y nos nutre.

En la Fiesta suelen intervenir, como en una miscelánea, tantos elementos distintos como la música, el baile,  la decoración del lugar,  colores, texturas, olores distintos y la comida con la variedad de sabores. Estos son exponentes claros de la diversidad de elementos que la tierra nos puede ofrecer.

Por lo tanto, lo principal es el encuentro de las personas, que se suelen unir con un mismo fin, tanto si es familiar o como social. Pero en la Buena Fiesta, todo el mundo ha de caber: ancianos, jóvenes, niños, de un país o de otro, de cualquier color, de un habla o de otra, pobres o ricos, con una manera de pensar o de otra. Solo el respeto a la dignidad de la persona, el deseo de concordia y las ganas de tener un tiempo de esparcimiento son necesarios.

Qué duda cabe que la fiesta está en el centro de nuestras culturas. Desde la antigüedad tenemos vestigios de la celebración en los distintos pueblos. Por lo general, surge de los momentos de vida que las personas valoran como importantes. El nacimiento de un hijo, el que haya un encuentro de amor, el paso de los años, etcétera.

El deseo del encuentro relacional con personas que sentimos o pensamos lo mismo es innato y de alguna forma imprescindible, ya que el ser humano se reconoce en el otro.

Es interesante observar que el pueblo judío, desde su antigüedad ha presentado múltiples fiestas solemnes (siete) a lo largo de todo el año. Todas arraigadas en el origen dogmático, lo cual implicaría que a Dios le agrada las celebraciones y con las cuales se generan múltiples beneficios.

Cuánto aprenderíamos si fuéramos capaces de vivir en nuestra cotidianidad los valores de la Fiesta auténtica. Y se requiere tan poco para vivirla… no necesitamos lujos, ni gastos extraordinarios, a veces, muchas veces, te encuentras personas que dicen no me puedo casar, ¡porque es muy caro! ¿Caro? ¡Cuando lo único necesario es que las personas se quieran! Desnudemos nuestras fiestas de tanta «apariencia», de tanto despilfarro innecesario, de tantas competitividades entre unos y otros, de tanto orgullo que no lleva a nada.

La celebración en una Fiesta al expresarse como arte, implica crecimiento interno y mutuo, fuerza, contenido y sostén en tantos momentos en que la vida nos talla o nos demanda evolucionar y desarrollarnos como personas.


Montserrat ESPAÑOL DOTRAS

Cantante
Barcelona, España
Octubre de 2023

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