La vida de una palabra
A las palabras se las lleva el viento
si no hay una playa donde recalen,
un muro donde encuentren eco,
una veleta que señale hacia dónde van
la palabra oír –en sus orígenes–
designaba “ladear la cabeza”
audere
este gesto de ladear
permitía captar los sonidos
para llevarlos al corazón
gesto como el de la vela de un barco,
que se ladea para retener el viento
y poder usarlo para avanzar por el océano
darle un sentido a la nave en medio de la inmensidad
audere –la palabra madre de oír–
también engendró otros vocablos
como audición o auditorio
así el corazón, en el cual recala
la palabra itinerante,
ahora es el auditorio donde
puede desplegar su mensaje
la caja sonora donde retumbe
esa palabra hasta agotar su sentido,
donde encuentre eco
todo aquello que la hizo existir.
Javier BUSTAMANTE ENRIQUEZ
Poeta
Ciudad de México, México
Febrero de 2024