La Gran Soledad

La Gran Soledad

Fotografía: Javier Bustamante

En el 2005 apareció en los cines el documental El Gran Silencio, de Philip Gröning. Esta obra compartía en la pantalla las vidas de los monjes en la Grande Chartreuse, la casa madre de la Orden de los Cartujos, ubicada en la región de Chartreuse, Francia. El documental fue cocinado a fuego lento, ya que desde que su autor se contactó con los monjes en 1984 para proponerles el proyecto, hasta que le respondieron afirmativamente pasaron dieciséis años. Los cartujos tenían que estar seguros del paso que iban a dar, exponiendo su intimidad ante todo el mundo. Una vez aceptada la propuesta, pusieron algunas condiciones: que sólo podía entrar el cineasta a la Cartuja durante todo el proceso de rodaje, que tenía que respetar el ritmo de vida de los monjes, que no podía usar luz artificial y que los sonidos tenían que ser los originales de la grabación, nada de música ni voz en off.

Ante esta desnudez de recursos fílmicos debía enfrentarse el artista. No contaba más que con la realidad, por si fuera poco, como materia prima.

El resultado fue un retiro de varios meses de vida entre los cartujos y 120 horas de grabación, con lo cual se enfrentaba a un largo proceso de edición posterior. El filme se sintetizó en 164 minutos.

Pero, ¿por qué El Gran Silencio? El Gran Silencio hace referencia al momento de la jornada de los monjes cuando se retiran a dormir. Es un silencio que cobra dimensiones diferentes al silencio en el que viven los cartujos durante el resto de la jornada y que hace alusión también a la muerte cotidiana a la que nos enfrentamos cada vez que las personas nos retiramos a dormir. Se trata de un silencio mayúsculo, que nos conecta con más intensidad a la vida eterna.

Sin embargo, no es un silencio que acalle el alma o que haga enmudecer la vida. Se trata de un silencio que amplifica nuestra escucha, que abre el corazón para que desde sus fibras más íntimas se vuelva más receptivo de la vida trascendente.

Ese Gran Silencio va aparejado de una Gran Soledad. La soledad del que se retira al final de la jornada para entrar en comunión y comunicación con todo, con el Todo. La Gran Soledad que permite experimentarse solo: único. La Gran Soledad que despierta los límites, tanto físicos como intelectuales y emocionales. «Sólo quien está solo sabe que nunca solo está». El límite nos informa que lindamos con otros seres. Es más, que acogemos otros seres en nuestro interior que nos posibilitan estar vivos como sistema existente. El límite, en definitiva, es la consciencia de que coexisto con otros seres vivos. La Gran Soledad nos hace ser conscientes de que somos y estamos en compañía.

Una ola sola no es el mar, pero sí es mar. No es la totalidad, pero vive la totalidad en tanto que está constituida por ese todo.

Javier BUSTAMANTE ENRIQUEZ
Poeta
Ciudad de México, México
Abril de 2024

Publicaciones relacionadas

1 Comments

  1. Tenía costumbre de acostarme con el móvil en la mano y quedarme dormido leyendo noticas o viendo videos cortos. Cuando logré dejar el móvil en otra habitación, al cerrar la luz tengo cada día una sensación parecida a la que describes. Un silencio muy grande que te conecta.
    Gracias por tu artículo tan sugerente que nos invita a entrar en ese silencio.

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *