Conversamos con David Bueno, doctor en biología y profesor de genética en la Universidad de Barcelona, sobre el origen biológico del hombre y su tendencia a la violencia o la paz.
— ¿El hombre está biológicamente programado para ser pacífico?
— Estamos biológicamente programados para ser personas pacíficas y, también, para ser personas agresivas. La respuesta a esta pregunta puede ser sí pero no, no pero sí… Depende mucho de cada circunstancia.
— Ya veo que la respuesta no es fácil.
— Estamos biológicamente programados para adaptarnos a nuestro entorno y sobrevivir; y cuando una especie pierde este instinto, desaparece, se extingue. En el caso de la especie humana, la supervivencia de nuestra especie pasa por superar las amenazas que vienen de nuestro entorno, de otras especies, pero, también, de amenazas sociales. Y una de las formas como respondemos a las amenazas es mediante la agresividad, es nuestro mecanismo de defensa.
— Pero la parte pacífica del hombre también es importante…
— Sí. Del mismo modo, nuestra especie tampoco podría sobrevivir si no fuera por los fuertes vínculos sociales que establece. Y la forma que tiene para mantener estos vínculos es mediante el diálogo, la empatía, el pacto… Elementos que generalmente se vinculan a una persona pacífica. Por lo tanto, estamos programados para ser las dos cosas: agresivos y pacíficos.
— Entonces, ¿de qué dependerá que seamos agresivos o pacíficos?
— Dependerá del contexto. En este punto, el gran papel de la sociedad es hacer de agente equilibrador para que el número de situaciones en que automáticamente seríamos agresivos disminuya y, consecuentemente, manifestemos la otra vertiente de la humanidad, que es más empática, más colaboradora y altruista.
— Por lo tanto, ¿ser agresivo o pacífico es una cuestión más social que biológica?
— Es una cuestión humana, biológica y social. Somos altruistas biológicamente, pero mediante la sociedad podemos potenciar o no esta vertiente.
— ¿Si una persona es violenta quiere decir que su porcentaje de agresividad natural es mayor?
— Puede ser. Tenemos alguna predisposición biológica a ser más o menos agresivos, pero sobre todo influye la educación que hemos recibido. Vivir en un entorno de alta conflictividad nos hace más agresivos porque la agresividad es la forma más rápida para responder a estos conflictos, mientras que una respuesta pacífica pide reflexión y, por lo tanto, tiempo. Y, además, no siempre su aplicación es adaptable a un peligro inminente.
— ¿Y nuestra biología se puede transformar mediante la educación?
— ¡Ojalá! La biología no se puede transformar, pero es evidente que la educación puede suavizar la manifestación de esta biología generando otras redes neutrales que sobrepasen esta agresividad. Esta no es una tarea fácil, pero se puede hacer.
Maria COLL
Periodista
Mataró
Junio de 2017