El uso de la empatía con hombres agresores

El uso de la empatía con hombres agresores

Existen corrientes de pensamiento que, cuando enfocan el trabajo con hombres que ejercen violencia de género favorecen la idea de la incomodidad. ¡Nada de empatía! Que a partir de la incomodidad el hombre sea capaz de moverse y cambiar.

Fotografía: Pexels

A nivel de discurso social, esta puede resultar una práctica interesante y útil. Poder marcar límites claros, o definir un discurso social muy poco permisivo con cierto tipo de actitudes, es una manera óptima de prevenir agresiones. Un discurso social claro redefine las creencias y comportamientos de los hombres.

Pero, a la vez, también es importante poder entender que las estrategias que se usan para producir un cambio a nivel de discurso social, quizás no se puedan aplicar de la misma manera en terapia individual. Es por ello que, en terapia, la incomodidad debe modularse y, de manera estratégica, debe dejarse cabida a la comprensión y la empatía con los agresores, para favorecer el cambio de los mismos.

Aquí se presentarán tres de las principales razones por las cuales el uso de la empatía es una herramienta indispensable para el cambio individual y el trabajo terapéutico con hombres.

1. Funcionalidad a nivel terapéutico.

En el trabajo como psicólogo, especialmente el del trabajo con hombres agresores, radican múltiples funciones: dinamizar el cambio de la persona, proporcionar herramientas para las dificultades emocionales de la persona o incluso facilitar la contención emocional. Pero más allá de estas funciones, en el trabajo como psicólogo también hace falta llevar a cabo una tarea crucial: el diagnóstico.

No necesariamente un diagnóstico oficial en relación con algún tipo de patología de salud mental, pero sí un diagnóstico destinado a poder comprender cuáles son los problemas relacionales, individuales o familiares que lleva a esa persona a sufrir o a agredir. Entender qué le pasa a la persona y porque actúa como actúa. ¿Tiene un modelo ego-centrado de percibir la realidad? ¿Se ha criado en un entorno que le ha hecho desarrollar un apego evitativo? Etc.

Y para poder desarrollar un diagnóstico óptimo hace falta ver las cosas de la manera más objetiva que se pueda. Es muy importante poder entender a la otra persona y dar significado a las experiencias y vivencias de su pasado que le han llevado a desarrollarse de esa manera. Y para poder comprender a la otra persona se necesita, como requisito indispensable, la empatía. Incluso en agresores es importante llegar a entender que esa persona actúa o siente por algún motivo y no porque la persona es perversa por naturaleza.

Para que se produzca un cambio real en la persona, a veces no es suficiente únicamente trabajar en favorecer herramientas para el cambio, sino también poder ofrecerle un análisis con el cual pueda entender por qué funciona así.

2. Bajar las defensas

A veces uno puede imaginarse que, a un hombre que ha ejercido conductas de violencia, si se le confronta constantemente, será capaz de darse cuenta y producir un cambio. Pero, aunque es verdad que en ocasiones puede ser una estrategia funcional, no siempre es así. Hay personas que por su forma sistémica de relacionarse y gestionar sus emociones no es capaz de hacer ese cambio o siquiera de llegar a darse cuenta de que hay cosas que hace mal. Si el usuario se siente escuchado en cuanto presenta su manera de ver el mundo, bajara sus defensas y estará más receptivo a las devolutivas que se le puedan hacer.

Fotografía: Pexels

Es importante que en terapia los hombres puedan venir dispuestos a abrirse y que no sientan que se les cuestiona todo el rato, porque entonces seguramente la actuación y discurso del hombre girará más en torno a defender sus propias acciones, que en poder integrar y abrirse de manera óptima. Con una mirada empática dedican menos tiempo a defenderse y facilita una mayor aceptación de las críticas y predisposición a la expresión de la vulnerabilidad.

Para un proceso terapéutico adecuado es necesario que pueda existir un vínculo terapéutico entre terapeuta y usuario. Y casi resulta más importante en el trabajo con hombres que ejercen violencia, ya que van a verse confrontados en muchas situaciones.

3. Porque, a pesar de la violencia ejercida, también son personas

Como personas, a pesar de las agresiones que puedan haber realizado, y teniendo en cuenta que tienen que ser consecuentes con sus acciones, tienen derecho a ser escuchadas.

Muchos de estos hombres también tienen experiencias traumáticas pasadas que son las que han facilitado que en la actualidad se comporten como se comportan. Y poder empatizar y escuchar a esas personas, evidentemente sin justificarlos ni des-responsabilizarlos de sus acciones, es un acto de responsabilidad terapéutica.

Evidentemente, la empatía no es la única herramienta necesaria y no se debe extenuar al límite. También hay que saber marcar límites y poder exigir responsabilidad al usuario. Y, de hecho, la primera pieza para que un hombre cambie, aunque parezca evidente, es que este hombre tenga voluntad de cambiar.

Jordi ELGSTRÖM PUYUELO
Psicólogo
Barcelona (España)
Mayo de 2024

Publicaciones relacionadas

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *