El arte, en cualquiera de sus múltiples manifestaciones, expresa belleza que nos llega por los sentidos y despierta emociones. Alguna formas de arte ‘permanecen’ en el tiempo como ocurre en la pintura, escultura, arquitectura, y podemos recrearnos largamente en su contemplación. Hay otras formas de arte que lo son ‘solo’ en el momento de su expresión o manifestación, que son fugaces y no permanecen en el tiempo. Tal es el caso de esculturas de arena en la playa, esculturas de hielo, fuegos artificiales, exposiciones florales, un manjar exquisito, etc.
Ikebana es el arte floral japonés. La palabra proviene de ikiru (vivir) y hana (flores y ramas), por lo tanto significa ‘flores vivientes’. Ikebana es el arte japonés de la composición floral de acuerdo con las reglas y principios desarrollados a través de su larga historia. El ikebana es también una filosofía, un camino de autorrealización. Iniciarse en ikebana es embarcarse en un viaje de autoexploración.
El ikebana brota de una respuesta a la belleza e infinita variedad de las formas de las plantas naturales, un reconocimiento de la fuerza, de la delicadeza y de lo efímero de las flores y ramas vivientes que utiliza. Manifiesta un respeto hacia la naturaleza profundamente arraigado en la cultura japonesa, como otras muchas formas de arte japonés, tales como la caligrafía, la ceremonia del té y la poesía haiku. El ikebana es una disciplina basada en una forma de vivir en comunicación con la naturaleza.
La entrada del budismo en Japón en el siglo VI, fue su origen. El primer texto escrito sobre ikebana se remonta a finales del siglo XV. En este siglo, los monjes japoneses utilizaban esta disciplina como técnica de relajación, meditación y deleite. Además de ser una técnica que fomenta la relajación, sube el ánimo porque las flores dan energía.
En el ikebana se utilizan flores cortadas, ramas, hojas, semillas y frutos que, aunque se conservan en agua, tienen los días contados, y por ello es una disciplina efímera. Esa caducidad hace que cada composición sirva para hacer un acto de reflexión sobre el paso del tiempo.
Los arreglos florales japoneses son minimalistas. El punto de partida son las composiciones en escalera. Para conseguir una combinación armoniosa, todas las formaciones tienen que representar un triángulo escaleno Tai-Yo-Fuku: cielo-tierra-hombre, respectivamente, o bien sol-luna-tierra. Además, busca que todos los elementos sigan unas proporciones, con el fin de conseguir una armonía, pero siempre conservando la asimetría. El contenedor también es un elemento clave de la composición y diversos estilos de cerámica pueden ser utilizados en su construcción.
Las flores se clavan en un kenzan (una especie de cepillo de púas de metal que sujeta todas las flores cortadas) que reposa en un recipiente kaki lleno de agua para alargar la vida de cada centro. Una vez terminada la obra, se debe contemplar durante unos minutos para disfrutar de lo que se ha hecho. Pero, como cualquier arte zen, su fin último no es el término de la acción, sino el deleite del camino, del proceso.
El aspecto espiritual de Ikebana se considera muy importante para sus practicantes. El silencio es una necesidad durante las prácticas de ikebana. Es un tiempo para apreciar las cosas en la naturaleza que las personas suelen pasar por alto debido a sus ocupadas vidas. Uno llega a ser más paciente y tolerante hacia las diferencias, no sólo en la naturaleza, sino también en la vida en general. Ikebana puede inspirar a identificar la belleza en todas las formas de arte. Este es también el momento en que uno siente la cercanía con la naturaleza que ofrece la relajación de la mente, del cuerpo y del alma.
El Ikebana se ha extendido y es conocido en todo el mundo como técnica de arreglos florales. No debemos olvidar que más allá de ser una técnica se sostiene en una filosofía de relajación, meditación y deleite.
Pueden deleitarse con música y más imágenes en el siguiente video.
Assumpció RODÀ CORTEY
Profesora de Educación Física
Barcelona (España)
Agosto 2018
Bibliografía
IKEBANA, Un nuevo enfoque de los arreglos florales japoneses
Diana Norman y Michelle Cornell
Blume, 2002
IKEBANA, El arte japonés de la composición floral
Elizabeth Palmer
Acanto SA, 1990