El aumento de la esperanza de vida en las sociedades actuales, con poblaciones que alcanzan los ochenta años en situaciones de una autonomía aceptable si la comparamos con otros momentos de la historia, nos invita a reflexionar detenidamente sobre cómo ha de ser el acompañamiento y el trato que debemos darles, respetando su dignidad.
La atención a los mayores requiere considerar varios factores por parte de las personas que se ocupan de sus cuidados, para ser capaces de ofrecer una buena calidad asistencial. Los profesionales han de conocer bien el proceso de envejecimiento; las limitaciones y eventuales enfermedades propias de esa edad; establecer cómo deben ser los cuidados que se les ofrezcan y las medidas recomendables para su edad, empezando por una alimentación adecuada a sus necesidades fisiológicas. Y no olvidar la estimulación mental y física que debe realizarse para hacer más lento el deterioro general del organismo.
- El primer paso es diagnosticar globalmente si la persona mayor padece alguna patología crónica o sencillamente presenta las limitaciones de la edad; entender cómo es la calidad de las relaciones con su familia y con su entorno habitacional. Examinar sus hábitos de alimentación, de higiene física -incluyendo la odontológica-, y también valorar su grado de actividad física y mental. Un parámetro fundamental para medir la calidad de vida de los mayores es su deambulación y autonomía: si se pueden desplazar libremente por su casa, por su barrio y por su ciudad. Observar la movilidad corporal, si sienten dolor a la movilización, y qué puede hacerse para mejorar su capacidad de movimiento.
- Una vez realizada esta valoración global, se pueden aconsejar de modo personalizado las medidas que favorezcan su salud global, siempre acompañando en la creación de hábitos saludables, y lo más importante, darles seguimiento para así poder valorar si los cambios han dado los resultados deseables y convenientes, o en caso necesario corregir lo que haga falta.
El diálogo de todo el grupo asistencial es indispensable para lograr una óptima atención, pues ésta debe abarcar todos los aspectos de la persona y no sólo la atención médica. Es necesaria una visión interdisciplinar para acompañar mejor a los ancianos. Aquí hay algunos conceptos que debemos considerar para mejorar la atención al adulto mayor.
Estructura. Evalúa la formación del personal asistencial, su sensibilidad para el trato con el adulto, su ética, su capacidad para atender urgencias. A todo el personal se le recomienda tomar un curso de Resucitación Cardiopulmonar (toda persona debe capacitarse; no se necesita ser médico o enfermera). Este aspecto es importante para las emergencias.
Proceso. Consiste en estructurar los cuidados a realizar. Si están protocolizados es más fácil llevarlos a cabo de manera coordinada, sobre todo al trabajar en equipo. Decidir horarios de desayuno, de baño, de ejercicio, de lectura; la medicación, los descansos, las comidas, las actividades recreativas, las salidas, la estimulación, las relaciones familiares, la cena y la hora de dormir. Importante tener en cuenta qué situaciones pueden alterar y desestabilizar a las personas para tratar de evitarlas, y en caso de no poder hacerlo, valorar con cuidado cómo proceder. Por ejemplo, para dar una mala noticia, procurar hacerlo por la mañana para que la persona pueda procesarla a lo largo del día.
Resultados. Recomendamos siempre llevar por escrito todo lo que se implementa para los cuidados, de modo que se puedan valorar los cambios y con ello los resultados. El hacer un análisis de lo que se hizo, y lo que le gustó o que le desagradó, nos ayuda a mejorar su calidad de vida. Es muy importante que la atención contemple variedad de actividades: a nadie le gusta comer siempre lo mismo o hacer siempre las mismas cosas.
Cuidado personal. Aquí es muy importante conservar la dignidad del adulto mayor. Por ejemplo, no tratarlo como niño/niña. Hay que dirigirse a la persona con naturalidad y sin artificios, aunque haya que elevar un poco la voz para que nos escuche. Tampoco vestirla con pijama durante el día, aun cuando sea fácil para los familiares. Sí facilitar que use ropa cómoda, pero que sea atractiva visualmente para él o ella. De este modo no se sentirá en situación de enfermedad, infantilización o discapacidad.
Interacción social. Facilitar su participación encuentros sociales, máxime si son familiares; si hay algún tipo de deterioro mental, hay que avisarlo a los demás para que no manifiesten burla o rechazo, si hay alguna equivocación o conducta inadecuada por parte de la persona mayor, no hacer aspavientos de ello; sólo ayudarle o en su caso corregir con respeto.
Comunicación. Ayudarle para que vea personas y que pueda platicar con ellas. Para ello es necesario dedicar tiempo sosegado y bajar el ritmo de la conversación. Evitar la mala costumbre de ignorar a la persona mayor, lo cual le lastima y le hace desear no haber salido.
Comidas. Si vemos que se le dificulta comer, debemos hacer una pausa y atender sus necesidades sin darle demasiada importancia; si hay errores en la comida, resolverlo sin regañar y sin hacerlo visible a los demás.
Estos son algunos de los aspectos que en la atención a los mayores pueden mejorar su calidad de vida. No olvidemos que nosotros mismos llegaremos a envejecer si un accidente o una enfermedad no lo impide. Esa es nuestra condición temporal. Visualizar cómo desearíamos ser tratados en esa etapa de la vida, nos facilitará el aprendizaje en el modo mejor de cuidar a nuestros mayores.
Dra. María Bertha COVARRUBIAS
Médico Geriatra
Hermosillo, Son. México
Enero 2019