¿Reinventarnos?

¿Reinventarnos?

Fotografía: Elena Giménez

Sin ser una experta lingüista, ni pretender serlo, quisiera aportar algunas reflexiones sobre los impactos, normalmente inconscientes o no del todo conscientes, que a veces producimos o recibimos al utilizar algunas palabras.

En nuestra comunicación utilizamos muchas palabras que al añadirles el prefijo re se amplían o adquieren una nueva dimensión. Conceptos como descubrir, caer, abrir, construir, cargar, vivir, utilizar, … les estamos dando nuevo matiz al añadirles el prefijo: Redescubrir es volver a descubrir algo ya se había descubierto o que se conocía pero que estaba olvidado o relegado. Cuando se revive algo se trae a la memoria con intensidad un recuerdo o vivencia del pasado. Y así, cada una de las palabras nos invitan a una nueva reflexión: recaer, reabrir, reconstruir, recargar …

Pero si, por ejemplo, reciclar implica una acción, un esfuerzo por el bien del medio ambiente, si además le añadimos el pronombre reflexivo “se”, la acción afecta directamente al individuo. Hablar de reciclarse puede suponer un esfuerzo mayor, ya que el cambio que comporta es el de la propia persona, que quizá precisa de la actualización de sus conocimientos para mantenerse dentro de los circuitos laborales.

Está de plena actualidad la palabra reinventarse como algo necesario e imprescindible para nuestra vida, ya que implica la necesaria adaptación a los constantes cambios sociales, culturales, del conocimiento que provocan que muchos de nuestros conocimientos o habilidades queden obsoletos. Pero ese “hay que reinventarse” muchas veces lo sentimos como si con ello se prescindiera de todo lo aprendido y hecho con anterioridad, como si lo que hay que hacer es partir de cero para transformarnos en alguien nuevo, distinto y, por supuesto, mejorado. Todo está en nuestras manos ya que yo me inventé y, por lo tanto, yo me puedo volver a inventar. Surgen preguntas como: ¿qué significa reinventarse a los 20 años?, ¿qué implica cuando se dice a los 65? ¿Cómo incluimos en el cambio nuestro entorno, las personas, los sentimientos y emociones, la cultura, …?

El David de Miguel Ángel.  Fotografía: Elena Giménez

Y, sin embargo, ante esta propuesta de reinventarse, me viene a la mente la contemplación de la escultura del David de Miguel Ángel Buonarroti, y el comentario del artista sobre su obra: “En cada bloque de mármol veo una estatua tan clara como si se pusiera delante de mí, en forma y acabado de actitud y acción. Solo tengo que labrar fuera de las paredes rugosas que aprisionan la aparición preciosa para revelar a los otros ojos como los veo con los míos.”

¿Somos como aquel bloque de mármol gigante que el cincel de la vida va trabajando para extraer del interior la magnífica escultura que somos cada uno de nosotros? ¿Adaptarse, cambiar, emprender nuevos proyectos?, ¡siempre! Pero sin romper y desechar ese mármol para buscar, en otro, mi escultura. ¿Dónde apoyarse para afrontar los cambios, ya sean externos o internos? Todo aquello que nos configura, y nos ha hecho ser quién somos y como somos, aquí y ahora, ¿hay que obviarlo? ¿Dónde situar la libertad, el amor, el respeto, la felicidad, la aceptación, la alegría…, todo aquellos que tiene verdadero valor en la vida? Adaptarse a los cambios y con entusiasmo afrontar nuevos retos, o reinventarse, ¿sin el apoyo y acompañamiento de las personas con las que compartimos los distintos aspectos de la vida?

Son quizá demasiadas preguntas para tan pocas respuestas. Pero pueden ayudar a pararse y reflexionar sobre el tema. Y cada uno encontrar las suyas.

Elena GIMÉNEZ ROMERO
Periodista
Barcelona
Junio 2019

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