Ante la situación actual de emergencia global en la que un virus no hace otra discriminación que no sea por causas biológicas, afecta igual según origen, situación económica, edad, … no nos queda otra respuesta que la auténtica solidaridad.
El poder acercarnos a aquellos que más lo necesita desde lo que somos más que desde lo que tenemos poniendo todos nuestros medios para colaborar a mejorar la situación, para transformarla en algo mejor para todos, es lo que hoy nos mueve.
Nadie puede situarse en la situación por la que otro pasa, por mucho que la haya vivido en otro momento, por mucho que lo intente, cada persona vivimos las situaciones desde lo que somos y sentimos, pero esto no nos impide ser suficientemente empáticas con el dolor ajeno, más cuando la situación indica que la afectada podías haber sido tú. Que hoy la persona que está en esa cama de hospital esperando un respirador podía haber sido cualquiera.
La situación actual, reconocer que cualquiera de nosotros podemos estar afectados por el virus hace que nos sintamos muy cercanos, que se hayan establecido vínculos de verdadera fraternidad entre nosotros.
Lo cierto es que estas nuevas relaciones que se empiezan a dar entre todos, ese esforzarnos juntos porque somos conscientes de que en esto estamos todos y como comunidad podremos salir adelante, parece el secreto para una transformación de la sociedad a favor de la humanidad.
Sorprende ver en las comunidades de vecinos carteles ofreciendo ayuda para la compra o aquello que las personas más vulnerables necesiten evitando así que tengan que salir de casa, o cómo en cuestión de días muchas personas sacaron sus máquinas de coser y se pusieron a hacer mascarillas con las ropas que tenían en casa y podían servir mientras no había otras, o cómo se agudizó la creatividad para idear nuevas formas de tener respiradores que pudieran suplir aquello tan necesario en estos momentos inesperados.
Sin olvidar todas las organizaciones que han continuado dando servicio a las personas, porque esta situación sí ha afectado económicamente a muchas personas que no han podido sostenerse en unos mínimos para subsistir.
O aquellas personas que cada día han de salir de casa para limpiar o atender los servicios: supermercados, transporte, atención personas, salud, … poniendo en riesgo sus vidas por servir al otro.
Verdaderamente esta situación, con todo lo dura que resulta para toda la humanidad, nos ha permitido recordar lo mejor de lo que como seres humanos somos capaces al darnos cuenta de que aquello que nos une es tan grande que ninguna diferencia puede anularlo, lástima que tenga que ser cuando un virus nos amenaza.
Si conseguimos que la solidaridad, el vínculo fraternal se instale en nuestro actuar, tendremos mucho que agradecer.
Esther BORREGO LINARES
Trabajadora Social
España
Abril de 2020