La creatividad personal es la que corresponde a cada ser humano y posibilita que se desarrollen cualidades propias y concretas, y a la vez diversas, que permiten que cada persona se autorrealice y sea diferente de los demás. Así mismo, contribuye la genética que hace que los humanos sean diferentes y únicos. Este es el fundamento psicopedagógico de la creatividad aplicada a la persona que está en la esencia.
El psicólogo Bernabé Tierno cuando hablaba de la creatividad a sus alumnos consideraba que era necesario que los padres y educadores creyeran en esta capacidad creativa y no obstaculizaran el desarrollo de este valor. ¡Cuántas trabas se ponen a partir de un autoritarismo paralizante que infunde un cierto miedo! Muchos se refugian en ir copiando por el solo hecho de que les han impedido que florezcan muchos aspectos propios de la inteligencia. Es necesario que los profesores ayuden a que crezca la fantasía, la imaginación, la curiosidad… para buscar nuevas soluciones a interrogantes.
La creatividad pide libertad de espíritu, especialmente desde la óptica social, en que hay que pensar en el bien común. Por eso, es tan importante el apoyo ético que da coherencia al bien. La creatividad es la clave del crecimiento de la sociedad. Esta palabra desgraciadamente se utiliza sin considerar unas necesarias reglas de juego. No sólo es un proceso imaginativo en el que se vierten una serie de ideas u ocurrencias.
La creatividad tiene una entidad propia que probablemente se entiende fácilmente cuando hablamos del mundo del arte ya que el artista es un creador y la sociedad elogia su capacidad creativa (pintura, escultura, música, arquitectura, literatura…). También se entiende fácilmente la creación en el ámbito de la investigación médica, biológica, farmacológica, o bien las nuevas tecnologías informáticas que tanto evolucionan. Es evidente que cualquier empresa, negocio, entidad religiosa, cultural, etc. que no sea creativa se debilita.
La creatividad tanto personal como social es necesaria para revisar aquellos elementos útiles que sirvan para abrir nuevos horizontes a la vida. Me refiero a la creación como una actitud sólida pensada, medida, elaborada, contrastada y contando con recursos, con personas y entidades colaboradoras. La creatividad debe estar abierta a la evolución para dar motivos de esperanza y animar hacia el futuro. No es cerrada, tiene la humildad de no ser definitiva.
Ser creativo es ser perceptivo e intuitivo ante las necesidades del presente y del futuro. Es urgente que reinventemos la vida social. Las nuevas tecnologías nos han instalado en la perspectiva de la velocidad, pero la inteligencia nos dice que la prisa no es buena consejera si queremos re-inventar modos de actuación y de formas de ser.
Un proceso creativo debe prever que lo que se pueda hacer hoy no tenga repercusiones destructivas o aniquiladoras tanto en el presente como en el futuro. Sería el caso de destruir la naturaleza, la ciencia, la persona o el bien de la persona, contrarias a la ética humana. Lamentablemente ¡tanta creatividad en el mundo bélico nos estremece!
Cerrarse a la creatividad es no avanzar y fomentar el inmovilismo. En muchos momentos personales y de la sociedad en que se piensa «así ya estamos bien» hay que estar atentos que posiblemente es una tentación que ahoga el crecimiento. Un artículo de la revista RE del monográfico Entender y comprender publicaba una anécdota de una señora ya anciana que le dicen: «Mire, le presento a tal persona». Y ella respondió: «Por favor, no me presente a nadie más». Ya conocía bastante gente y no le interesaba conocer a ninguna otra persona.
La creatividad es como una actitud para superar, precisamente, los miedos. De esta manera poder avanzar y lanzarse con valentía y con cordura en bien del futuro. Los ámbitos de la creatividad social son muy amplios, desde el entorno laboral, familiar o pequeños grupos. Sería suficiente con una ligera renovación para adaptarse al presente y así no derrumbarse.
Crear también es hacer nacer otras formas de pensar y de existir que pueden abrir nuevos horizontes a la convivencia y a una mejora de criterios. Como consecuencia de ello, se incrementa la calidad del ser y de los grupos sociales. Incluso se consigue una concepción más madura de la vida y de la sociedad.
La fidelidad en la creatividad supone la responsabilidad en mantener unos vínculos de confianza y la adhesión leal a aquellos principios que se profesan de forma individual o participativa en aquellas entidades o grupos a los que uno pertenece. Hoy es frecuente que a muchas personas les interese decir que no les importa el pasado. Por lo tanto, la creatividad para ellos es un salto al vacío en el que no contemplan las esencias de la creatividad.
Cuando hablamos de creatividad nos referimos a la utilización de recursos, algunos de ellos son del pasado, y sirven para construir el presente y el futuro. Cuando a la creatividad le añadimos la fidelidad, proponemos partir del reconocimiento de un concepto de persona o de grupo humano o intelectual donde está insertado el ser humano bien asentado con capacidad de disfrutar de la existencia y sentirse integrado en un mundo real. Es necesario tener presente la referencia vital de grupo o equipo de trabajo que nos apoya.
Esta creatividad estará impregnada de una nueva razonabilidad hacia un bien-ser. Los principios que rigen el entorno de la persona se mueven dentro de unas coordenadas de pensamiento filosófico, religioso, psicológico… que siempre son referencia y que se deben respetar para ser fieles. Desde la libertad y la búsqueda del bien social se podrá abrir un diálogo respetuoso y de futuro que será verdaderamente creativo.
Josep M. FORCADA CASANOVAS
Médico
Publicado originalmente en RE catalán núm. 99