Tiempo de ocio

Tiempo de ocio

Nuestra vida transcurre entre dos coordenadas: la del espacio y la del tiempo. De estas dos dimensiones la más perceptible es el espacio, en el cual nos movemos. Es fácil contemplarlo con la mirada, medirlo físicamente o caminarlo, dando un paseo, al final de la tarde. El tiempo, el cual es evidente, presenta una dificultad mayor para medirlo, a pesar de que tenemos aparatos muy precisos, ya sean los relojes de pulsera o los incluidos en los móviles.

De la manera que sea, ambas dimensiones de espacio y de tiempo, tienen una evidencia palpable. Si nos situamos en plena naturaleza, podremos afirmar sin miedo a equivocarnos que es de día o es de noche. Por encima de cualquier interés o de ideologías; son evidencias palpables.

Pero, a la vez, ambas coordenadas tienen valores distintos en el acontecer de la vida. El libro de la Sabiduría, aquel milenario de la Biblia, nos dice que “todo tiene su momento; bajo el cielo hay un tiempo para cada cosa. Hay un tiempo de plantar y un tiempo de cosechar…”. Son, sin embargo, tiempos diferentes aunque midan los mismos minutos o segundos.

Imagen de Jill Wellington en Pixabay.

Es lo que sucede en la vida cotidiana: los tiempos son diferentes si dormimos o estamos en vela; si trabajamos o estamos distraídos en un tiempo de ocio. También son diferentes las horas del amanecer o del atardecer.

Un tiempo deseado de ocio, en muchísimas personas es el de las vacaciones, o los fines de semana, incluso cuando no hay una obligación laboral (o de estudio, pensando también en los estudiantes). Frecuentemente, se le llama “tiempo libre”, e incluso parece que matiza el otro tiempo como obligado, incluso como tiempo de trabajo esclavo.

Representa que cuando tenemos tiempo libre se tiene la posibilidad de realizar muchas de las actividades que se van acumulando en el cesto de “pendientes”. Pero no siempre se es consecuente de poner hilo a la aguja. A menudo, somos capaces de escribir una lista de “cosas a realizar”; pero a la vez, en muchas ocasiones somos incapaces de resolver todos los asuntos.

Parece ser que, así como en el tiempo normal nos organizamos con un horario y con las cosas que hemos de resolver, quizás también en el tiempo libre deberíamos organizarnos con horarios y preferencias.

Referente al tiempo libre, el sociólogo francés, Joffre Dumazedeir, dice «El ocio consiste en un conjunto de ocupaciones a las que el individuo puede entregarse de manera completamente voluntaria, ya sea para descansar, divertirse, aumentar sus conocimientos o mejorar sus habilidades de forma desinteresada o para aumentar su participación voluntaria en la vida de la comunidad, después de desempeñar sus funciones profesionales, familiares y sociales». Este sociólogo, se dedicó a investigar y promover un ocio que potencie el desarrollo personal.

Podemos vivir este ocio activo, que es el tiempo libre que se dedica a realizar actividades que enriquecen a la persona (teatro, lectura, danza). Teniendo en cuenta que hay un ocio pasivo en el que se realizan actividades que no producen ningún tipo de enriquecimiento personal.

Tengamos en cuenta, sin embargo, que, como telón de fondo tenemos la novedad de las últimas décadas de las redes sociales que, aunque nos favorezcan las comunicaciones con amigos, familiares y asuntos laborales, nos consumen mucho tiempo y crean dependencia.

Bueno es alcanzar un equilibrio entre nuestra vida laboral y el ocio. Sacarle provecho al ocio resulta casi vital para el ser humano. Cuando hacemos algo porque queremos, y nos interesa, la diferencia es palpable. Aprender a tomar el tiempo libre por las riendas y usarlo a nuestro favor es una de las tareas más intensas y recompensantes en la que podremos embarcarnos.

Si de las 24 horas del día destinamos unas ocho al descanso (bastante universal en todos los países y culturas), otras ocho de trabajo u obligaciones y el resto dedicadas generalmente, a desplazamientos, actos habituales para cubrir las necesidades básicas y… encuentro personal con uno mismo.

El tiempo disponible en un día puede llegar hasta ocho horas; es menester tenerlo en cuenta y entender que en él tenemos una herramienta importantísima. Es, a fin de cuentas, el único momento que tenemos para nosotros, nuestra vida transcurre en estos momentos. Así que no los desaprovechemos mirando a una pantalla.

Qué gozo poder valorar las 24 h del día distinguiendo las de dormir, las del laborar o las horas libres para podernos realizar plenamente, individual y colectivamente.

Julio de 2021

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