Serenidad ante la polémica indigenista

Serenidad ante la polémica indigenista

Es significativo constatar como arraigadas polémicas se reavivan y corren ahora con mayor difusión que antaño por las redes sociales. Recientemente se ha reactivado el delicado y complejo tema del encuentro (o choque) de culturas entre América y Europa, que ya estuvo en la palestra a raíz de las conmemoraciones de 1992, hace casi treinta años. Hoy, voces autorizadas sugieren pedir perdón por los desmanes de la conquista, otros ensalzan la unidad lingüística, cultural y política de los pueblos derivada del encuentro, otros hacen la apología o criminalizan el indigenismo, y así muchos se debaten entre la leyenda rosa y la leyenda negra, mientras a la mayoría de ciudadanos de a pie nos fastidia que se empleen tantas energías en temas que no parecen fundamentales para la reconstrucción social después de la pandemia.

Es mejor invertir nuestras energías en potenciar las relaciones interculturales de nuestros pueblos.
Imagen de Gerd Altmann en Pixabay

Desde los postulados realistas existenciales (nacidos por cierto en América) con humildad y firmeza, pedimos una reflexión serena, no ideologizada, ante unos hechos que cambiaron la faz de la tierra. Es evidente que la historia se puede describir, pero no se puede volver a escribir. Los hechos se tienen que contextualizar, y cuanto más amplio sea el conocimiento del contexto, más se abren nuevos horizontes de comprensión de lo que está más allá del texto. Y todo lo que ha ocurrido en el pasado, próximo o remoto, incluso lo que en las categorías actuales juzgamos de pernicioso o cruel —que lo hubo y mucho— es como el humus que ha posibilitado nuestro existir. Creemos, pues, que es mejor invertir nuestras energías en potenciar las relaciones interculturales de nuestros pueblos y no derrocharlas en formular juicios temerarios sobre el pasado. En este sentido, los historiadores, los filósofos y los docentes de la historia, tienen una alta responsabilidad, la de escrutar el hilo claro del humanismo integral que recorre, cual un riachuelo subterráneo, el complejo magma de la historia.

Es posible que muchos otros antes que Colón hubiesen llegado a lo que él llamó el Nuevo Mundo. La gran diferencia es que el Almirante (que tenía mucho de comerciante y buscaba con afán una ruta occidental para las Indias) fue, regresó y lo contó. La carta que dirigió al financiero del primer viaje, muy pronto corrió por Europa y en menos de cien años se pudo recorrer el continente y se consiguió circunnavegar el mundo. Una información preciosa, cambió el rumbo de la historia. Hoy, superada ya la galaxia Gutenberg, la comunicación digital, inmediata, en red y de modo simultáneo permite también fecundos intercambios, en pie de igualdad, contrastando y compartiendo nuevos estilos de vida alternativos y acordes con el paisaje humano a uno y otro lado del Atlántico. En muchos sentidos, las noticias de América y los veloces viajes transoceánicos constituyen la sabia nueva que nutre la vieja Europa y esta sigue aportando en diálogo con los pueblos de América un pósito de sabiduría milenario.

Las peticiones de perdón institucionales por los desmanes del pasado solo serán completas y saludables si incluyen la necesaria y proporcionada restitución. Y siempre son más estimulantes que las interesadas confrontaciones a que suelen conducir los dualismos radicales.

Tras los postulados del realismo existencial late una nueva antropología unitaria y abierta a lo trascendente que supera el estudio ideologizado de la historia y sus protagonistas.

Octubre de 2021

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