El Cristo de San Juan de la Cruz de Dalí

El Cristo de San Juan de la Cruz de Dalí

«Cristo de san Juan de la Cruz» (1951), Salvador Dalí

Hasta el próximo 30 de abril de 2024 se podrá contemplar en el Teatro-Museo Dalí de Figueres, (Catalunya, España) el Cristo de San Juan de la Cruz de Salvador Dalí. Es la imagen más popular de todas las pintadas por el artista ampurdanés. La composición está inspirada en un dibujo de San Juan de la Cruz, realizado en un estado de éxtasis del gran místico que se conserva en el Convento de la Encarnación de Ávila. Quien le habló de él a Dalí, por primera vez, fue el P. Bruno de Jesús María, carmelita descalzo (nombre de religión de Jacques Froissart (Bourbourg,1892–París,1962), especialista en espiritualidad carmelita y autor de un libro sobre San Juan de la Cruz que fue prologado por Jacques Maritain.

El mismo Dalí explica: «Cuando gracias a las indicaciones del padre Bruno, vi el Cristo dibujado por San Juan de la Cruz, resolví geométricamente un triángulo y un círculo en una figura que estéticamente resume todas mis experiencias precedentes (…) Y puse a mi Cristo en aquel triángulo». Dalí opinaba que este dibujo tuvo que ser hecho a consecuencia de un éxtasis: «la primera vez que vi el dibujo, me impresionó tanto que, más tarde, en California, vi en sueños a Cristo en la misma posición, pero en el paisaje de Port Lligat, y oí unas voces que me decían “Dalí, tienes que pintar a este Cristo”. Empecé a pintarlo al día siguiente. Justo en el momento preciso que empecé la composición, tenía la intención de incluir todos los atributos de la crucifixión -clavos, corona de espinas, etc.- y de convertir la sangre en claveles rojos clavados en manos y pies, con tres jazmines brotando de la herida de al lado. Las flores habrían sido ejecutadas al modo ascético de Zurbarán.

Pero justo antes de terminar el cuadro, un segundo sueño cambió todo esto, quizá con la ayuda de la influencia de un refrán español que dice: “A mal Cristo, mucha sangre”. En este segundo sueño, volví a ver mi cuadro sin sus atributos anecdóticos: nada más que la belleza metafísica de Cristo-Dios.» Dalí explicaba también cómo ya casi treinta años antes había quedado deslumbrado por los poemas de San Juan de la Cruz que le recitaba García Lorca, exaltado. En 1951, Dalí escribió su Manifiesto místico, publicado el año siguiente. «Mi principal preocupación era pintar a un Cristo bello, como el mismo Dios que él encarna», decía el pintor surrealista. Como un contrapunto de tantos pintores que habían representado siempre a Cristo visto desde abajo, Dalí lo pinta visto desde arriba. Es un Cristo que, elevado a la cruz, ya resucita. Dalí decía que si Jesucristo era hijo de Dios, la visión más original de su martirio en la cruz era tal y como él veía a Dios Padre. También es la posición en la que un moribundo ve la cruz que el sacerdote le hace besar.

La figura, impresionante, domina la bahía de Port Lligat. Los personajes situados junto a la barca están inspirados en un cuadro del pintor francés del barroco Louis Le Nain y un dibujo de Velázquez para la Rendición de Breda.

El modelo de Cristo crucificado fue Russ Saunders, un joven acróbata que trabajaba de doble en la industria del cine, como sustituto de grandes actores. Saunders fue suspendido del techo por permitir a Dalí visualizar el cuerpo humano bajo el estrés de la crucifixión.

La primera vez que vi una reproducción fue en el Casal Parroquial Obispo Cartañà de Calonge (Girona). Al párroco, mosén Pere Surribas, hijo también de Figueres, le complacía mucho la obra de Dalí y le citaba en sus homilías. Esta representación del Cristo de Dalí, es una homilía sin palabras. Es sintónico con los versos del poeta también figuerense y nacido en la misma calle de Salvador Dalí, Carles Fages de Climent: «Braços en creu damunt la pia fusta/Senyor empareu la closa i el sembrat/doneu el verd exacte al nostre prat/ i mesureu la tramuntana justa/ que eixugui l’herba i no ens espolsi el blat[1]

[1]  «Brazos en cruz sobre la pía madera/Señor ampara la cerca y el sembrado/da el verde exacto a nuestro prado/ y mide la tramontana justa/ que seque la hierba y no nos sacuda el trigo.»

Jaume AYMAR RAGOLTA
Historiador del arte
Barcelona,  España
Marzo de 2024

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