Respuestas humanas a necesidades más que humanas

Respuestas humanas a necesidades más que humanas

Entro en el sociosanitario donde hemos quedado para ver cómo está la señora que ingresó después de pasar unos días en el hospital, allí me espera la trabajadora social con la que nos hemos ido coordinando, me acompaña a la sala de estar donde está María, sentada, me mira, no sé si me reconoce pero enseguida me pregunta por su hija, sí, a la que tuvimos que ingresar para que su madre quisiera ir a algún lugar y dejar de sentir el dolor que su cuerpo le producía, pero ella no quería dejar a su hija sola.

«Hay veces que solo podemos ser oídos abiertos,
miradas cercanas, palabras de consuelo, manos que acogen, …»

De repente me pregunta si sé como está, no sabe nada desde el ingreso y eso si lo sabe y le quita el sueño como siempre, porque hay sentires que no cambian.

Le digo, pues vamos a ver si podemos hablar con ella ¿no? Se le ilumina la mirada y pone esos ojos de esperanza que se agrandan y parecen que van a salir de la órbita.

Llamo primero a la trabajadora social del centro donde está la hija y sí le parece una gran idea que hagamos una videoconferencia, ya que la hija también pregunta por María.

De repente, ahí están mirándose a los ojos a través de nuestras pantallas y así en unos minutos hablan madre e hija, de lo básico, de cómo están, de si comen, si duermen, … una conversación tan simple y tan importante en algunos momentos.

Se despiden con un te quiero mucho, mucho y nos vemos en el cielo.

Escenas como esta son las que dan valor al trabajo que realizamos con personas, como trabajadoras sociales acompañamos procesos de personas que viven situaciones vulnerables por el motivo que sea, económicos, de salud, soledad, trastornos mentales, dificultad de relación, falta de integración, violencia, adicciones, … son tantos que todas las personas podemos necesitar en algún momento atención por alguna causa, en este tiempo de pandemia, muchas hemos podido constatar lo cerca que estamos todos de los demás, el virus nos hizo entender, en un momento, que ante algo tan pequeño éramos todos muy vulnerables, eso nos igualaba, nos reconocimos necesitándonos unos a otros.

Atender personas que se acercan a un servicio público para explicar aquello que le preocupa, le inquieta, le impide dar a su familia aquello que necesita, … escuchar su relato y poder abrir puertas que den respuestas o no, porque no siempre las hay, explicar las posibilidades que existen, los recursos de que se disponen, los lugares donde se puede encontrar alguna ayuda que permita dar pasos hacia un cambio, … escuchar para aligerar la presión que la persona siente, ofrecer un espacio de acogida, de escucha, en el que, al menos, poder expresar lo que inquieta, angustia, o, simplemente se ve venir y preferimos ser proactivos y actuar para evitarlo.

«Ofrecer un espacio de acogida,
de escucha, en el que, al menos, poder expresar
lo que inquieta, angustia, o, simplemente se ve venir…»

Cada visita es una oportunidad de conocer un poco a una persona que viene a pedir, seguramente, pero que dejará en ese tiempo y espacio algo de su vida, que nosotras desde el servicio y como equipo recogeremos para poder acompañarla en su transformación hacia una vida un poco más autónoma, más independiente, más libre, … o, simplemente con un poco menos de agobio.

Si miramos qué es un centro de servicios sociales veremos que son los centros de información, orientación y atención para tratar los problemas sociales que afectan a las personas y a las familias. Es el lugar al que podemos dirigirnos ante cualquier circunstancia que consideremos podemos obtener respuesta, sin embargo, dentro hay personas que acogen, atienden, acompañan a otras personas, algunas se acercan a preguntar, otras porque necesitan orientación, otras porque piensan que podremos ofrecer lo que les hace falta, …

Como en la historia del inicio hay veces que solo podemos ser oídos abiertos, miradas cercanas, palabras de consuelo, manos que acogen, … otras veces podremos ofrecer la respuesta esperada, pero mientras podamos acompañar, acoger y ser lo que esa persona necesita para alzar los ojos con esperanza ya hemos hecho parte de nuestro trabajo, aunque sea una llamada en un momento oportuno, para despedirse.

Esther BORREGO LINARES
Trabajadora Social
Barcelona (España)
Noviembre de 2021

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