Habitabilidad

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FUNDAMENTOS DE LA CASEIDAD

En el artículo anterior de esta misma sección de nuestra revista comenzamos la exposición de los distintos fundamentos de la caseidad, según un trabajo investigativo realizado por María Bori Soucheiron en 2018[1]. En él nos fijamos especialmente en uno de sus cuatro pilares, denominado Desarrollo Armónico, y afirmamos que aquel permite comprender el concepto caseidad desde el desarrollo progresivo y paulatino del ser humano, puesto que implica que la persona vaya desarrollándose con el fin de llegar a sentirse segura en la convivencia con otros, propiciando ambientes saludables y, desde esta experiencia, hacer procesos de aprendizaje tanto en el plano cognitivo, como en los aspectos  emocionales y sociales. Aprender a ser, aprender a vivir juntos; aprender a actuar y aprender a conocer favorecen la convivencia pacífica y gozosa.

Fotografía de Pixabay

En esta ocasión resumiremos otro componente de la caseidad denominado Habitabilidad, que se relaciona directamente con las características propias del ser humano, capaz no solo de habitar en distintos espacios, sino también de ser habitado, como es el caso de la mujer durante los meses de embarazo. Esta última característica, propia femenina, se extiende —por decir de alguna manera— en círculos concéntricos que incluyen a otros, a quienes asumen esa capacidad de acogida, de empatizar y de compartir desde su propia naturaleza humana. Así, lo que se origina en el seno materno, tiene su espejo en la oquedad de cualquier ser humano, idóneo para acoger en su interior la vida de otros. Oquedad que no es vacío, sino convexidad que contiene y sostiene, además de adaptarse paulatinamente a los cambios requeridos por esa vida contenida, como es el caso del útero materno.

Fotografía de Pixabay

La habitabilidad tiene también la característica de la inculturación. La autora plantea que para considerar un lugar como espacio habitable también tiene que proporcionar identidad y pertenencia, de lo contrario solo se generaría una ocupación efímera e individualista del lugar.

Fotografía de Pixabay

Otro elemento que favorece la habitabilidad es el diseño ambiental. No obstante, el aspecto arquitectónico de los espacios ocupa también un lugar preponderante en la comodidad de que se goza durante la permanencia en ciertos lugares, la luz, los colores, las texturas, el mobiliario o la falta de él, etc., influyen en la percepción de bienestar o, por el contrario, de incomodidad y sensación de no sentirse acogido.

Fotografía de Pixabay

Por último, una tercera característica de este fundamento de la caseidad es la organización y el cuidado del espacio habitado, entendido como la organización de la convivencia doméstica, con el fin de orientar la convivencia desde la libertad y la razón para que proporcione felicidad a quienes cohabitan en un lugar, ya sea por períodos cortos o por largas estadías compartidas.

Considerar la caseidad ofrece alcances inimaginables de profundidad porque toca los aspectos más cotidianos y concretos de la vida humana, sin olvidar que toda acogida tiene su origen en la misma naturaleza que compartimos: somos seres habitables y, sobre todo, habitados física y espiritualmente.

Soledad MATELUNA PÁEZ
Santiago de Chile
Septiembre de 2022

[1] Estudio del neologismo caseidad. Sus beneficios para niños, niñas y jóvenes en situación de enfermedad y sus familias. Una mirada desde las casas de acogida.

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