Espiritualidad cotidiana

Espiritualidad cotidiana

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Al ser la caseidad la disciplina que pone de manifiesto una cualidad natural del ser humano, a saber, la acogida, como la capacidad de hacer lugar a otros en la propia existencia, favoreciendo espacios habitables, propicios al desarrollo personal, cabe pensar que ésta ofrece también un aspecto espiritual digno de considerarse y no suficientemente desarrollado hasta ahora.

Puesto que, en ediciones anteriores de esta publicación, hemos abordado la caseidad desde distintos puntos de vista, como, por ejemplo, la habitabilidad de los espacios, el clima social que la favorece o perjudica o la vida saludable, que es su causa y consecuencia, y que pudieran considerarse, más bien, aspectos prácticos o externos, hoy queremos detenernos a pensar qué matices espirituales descubrimos en ella que ofrecen posibilidad de crecimiento y maduración humana, como actitud necesaria para que no sea solo una práctica aprendida de memoria, sino un fundamento valórico que propicie trascender lo puramente natural. En otras palabras, la caseidad posibilita “dar un sentido a la vida y que se relaciona con lo valórico y las creencias que se tenga”.

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Buscar nuestro espacio interior.

Existir, de alguna manera, significa habitar nuestro propio cuerpo y todo lo que está dentro de esa “área” acotada que somos cada uno. No obstante, también tenemos la íntima certeza de que nuestra realidad vital es infinitamente más profunda que nuestra corporalidad. Habitar nuestro espacio interior propone la osadía de transitarnos -hacia adentro- hasta conquistar esos “lugares”, a veces poblados, a veces inhóspitos, de lo que somos, con el fin de aprender a navegar nuestras aguas, no egocéntricamente, sino dándonos la oportunidad de acogernos a nosotros mismos y a quienes quieran navegarlas en nuestra compañía.

Reencontrarse consigo mismo -en el mejor de los casos, en la habitación interior- es reconciliarse consigo y, en consecuencia, habitarse también serenamente, para abrir espacios genuinos de acogida y hospitalidad, en los que intervienen valores como: la resiliencia, que permite llegar a gozar de la vida porque en ella se han hallado nuevos sentidos a la experiencia de ser contingentes que trascienden; la libertad, que da el autoconocimiento y que, a su vez, permite la humildad; la dignidad, que nos abre a la cotidianidad diáfana y gozosa de compartir las vivencias más íntimas y profundas con sencillez y alegría festiva.

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Pronto estamos a vivir fechas fundantes en nuestra existencia, que desde la mas tierna infancia nos han norteado la relación con los otros, a través de vínculos que, en esta ocasión han transitado por celebraciones, como navidad, por ejemplo. También estos hitos, nos abren a un mundo espiritual, lleno de sentido, mediado por nuestras familias, tradiciones y costumbres y que en muchos casos dejan un perfume a fiesta, a fraternidad, a esperanza … Les proponemos a cada uno de ustedes, que, en algún momento de estas próximas semanas, puedan sentir la importancia de la espiritualidad en la caseidad, no solo la que sentimos en fechas especiales entre regalos, cenas y brindis, y nos atrevamos a vivirla y ofrecerla, cada día.

Soledad MATELUNA PÁEZ
Coordinadora Santuario Coaniquem
Santiago de Chile
Diciembre 2023

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