El fundamento de la Fe es la pobreza, que da a los bienes su justo valor. Lo que imposibilita que la fe pueda arraigar en nuestras vidas es la riqueza: es decir, idolatrar los bienes de este mundo como si fueran el dios que debe solucionarnos todas las cosas.
La pobreza evangélica es una llamada radical a reubicar las riquezas en su lugar preciso y a priorizar por encima de todo el amor a Dios y a los demás. El amor es entrega, y cuanto más te das, más amas, y, al contrario del dinero, no se puede guardar ni enterrar, debe entregarse hasta darlo todo. Cuando no tienes nada porque te has dado por completo, es cuando realmente eres rico.
La pobreza es la virtud que regula la posesión de algo, por tanto, regula uno de los temas capitales de nuestra sociedad: la propiedad.
Propiedad. Significa tener piedad en pro de algo, sea persona, animal o cosa. Se dice que alguien no tiene piedad de una persona cuando no le trata conforme a la dignidad que tiene esa persona. No tener piedad de un anciano: es no tratar a esa persona mayor con la dignidad que le corresponde, no darle la atención o el cuidado que necesita, cuando le maltratamos y no le damos el cuido que se merece.
Por tanto, ser pro-pietario de algo, significa ser el responsable o encargado de que esa cosa reciba el trato o el cuidado que necesita, que le conviene. Es decir, tener piedad es estar al servicio de lo que se es propietario. (Por ejemplo: ser propietario un coche no es ser el usuario exclusivo, sino el encargado de que el coche funcione, tenga la documentación al día, esté limpio, con el depósito lleno de combustible, con las revisiones al día etc., para que quienes lo necesiten puedan utilizarlo cuando sea menester (también será el responsable, encargado de buscar, entre todos los usuarios, la financiación para mantenerlo en buen estado). Con este concepto de propiedad deberíamos preguntar quién realmente quiere ser propietario de algo.
Ser propietario de algo es mantenerlo en buen estado para que pueda usarlo quien lo necesite
La mayor pobreza: no poseer personas
Si la pobreza se entiende como no posesión, la cima de la pobreza es no poseer lo que se considere más valioso. ¿Y qué es lo más valioso? Las personas. Por eso la máxima pobreza es no poseer personas. No poseer personas es establecer vínculos entre las personas, sean los miembros de la familia, de la comunidad, de una asociación, empresa, de la sociedad, que no se basen en la posesividad. Los padres no pueden ser posesivo de sus hijos, ni los esposos entre ellos, ni los obispos de sus presbíteros, ni los presbíteros de los feligreses, porque estamos llamados a tener piedad unos de otros, es decir, a ayudarnos, a ser libres, a cuidarnos mutuamente, a estar al servicio de los demás, para que lleguen a desarrollar lo que son y lo que puedan llegar a ser. Tener piedad significa poner nuestra vida al servicio de la libertad de los demás. Propiedad, es tener piedad de los demás: estar al servicio de los otros para que desarrollen sus virtudes y cualidades en pro de la sociedad.
Ser pobre es estar necesitado, y no avergonzarnos de nuestras necesidades. Es parte de nuestra condición humana. Necesito tantas cosas por vivir: aire, comida, un lugar donde dormir, ropa, afecta, compañía, que me enseñen a hablar etc. Nos han educado para ser autónomos, y hemos entendido que debemos ser autosuficientes, y no depender de nadie. Somos seres necesitados y ésta es la pobreza más radical de nuestro ser, es nuestra posibilidad de estar en el mundo. De pequeños y mayores es cuando esta radical necesidad se hace más visible, más relevante. Y la fraternidad es la cualidad humana que ha de llenar estas necesidades.
La persona autosuficiente nunca será hermana ni querrá hermanos. La fraternidad supone dar y recibir. Estamos llamados a vivir la fraternidad, es decir, a estar atentos a las necesidades de los demás, a ponernos al servicio de los demás, sin vergüenza, ni falsos miedos. Fraternidad que debe permitir la confianza de expresar humildemente nuestras necesidades reales.
El libro del Génesis nos dice que Dios el séptimo día descansó: Hizo la creación y la puso en manos de los seres humanos, nos hizo propietarios de la misma. Nos dio una misión: cuiden la creación: desarróllenla, háganla crecer, apliquen toda su mente y todo su corazón, para descubrir y conocer sus secretos y desarrollen toda su creatividad para favorecer la paz, la armonía y la felicidad de todas las especies.
Tener “piedad” de todo lo creado, es ser propietarios de la creación.
Jordi CUSSÓ PORREDÓN
Sacerdote y economista
Barcelona, septiembre 2022
R. S.
Muy interesante y novedoso punto de vista. Creo que se puede aplicar a muchos aspectos de la vida.
Gracias
Elena Giménez
Gracias por tu comentario.