Cuidar de un Huerto o un Jardín, ALIMENTA…

Cuidar de un Huerto o un Jardín, ALIMENTA…

Fotografía: Jordi Serra Coma

Hoy me han preguntado si podía escribir sobre un tema social. Se me ocurre pues de hablaros de los Huertos Urbanos, y de la iniciativa de diferentes colectivos, vecinales o escolares de ajardinar alcorques de las calles del entorno donde viven. Quizás, a priori, no les parezca un tema muy social, pero ya me lo dirán al final.

En los últimos años están surgiendo bastantes iniciativas en el ámbito urbano de realizar actividades ligadas a cuidar de la Naturaleza. Lo hacen, por ejemplo, ofreciendo la posibilidad de cuidar de un huerto, individualmente o en grupo, por medio de diferentes colectivos de carácter social o asociativo, o también en la actividad de sembrar y plantar flores en los pequeños espacios de tierra de nuestras calles.

A priori cuidar un huerto o un jardincillo parece una tarea sencilla, pero cuando probamos de hacerlo, vemos que tiene muchos factores a tener en cuenta. A los niños y jóvenes les puede parecer que las lechugas o las mandarinas ya se fabrican en los supermercados, porque hay un desconocimiento total de todo el proceso que hay detrás. En los adultos, no existe el mismo desconocimiento, pero sí una falta de empatía y reconocimiento hacia las personas que trabajan en el campo, imprescindibles porque son las que nos alimentan tres veces al día.

Hacerse el propio huerto es el primer paso para poner en valor los alimentos que comemos. Lo primero que descubrimos es que no existe la inmediatez que hay en el supermercado. Todo requiere su tiempo, y una época del año para cada hortaliza o cada flor. Tanto para el huerto, como para ajardinar, es necesario escoger pues la planta adecuada para la estación que estamos. Preparar la tierra, desbrozarla y abonarla, sembrar o plantar, y regar cuando es necesario ni poco ni demasiado. Preservarla, si se puede, de las plagas, enfermedades e inclemencias del tiempo. Finalmente hay que esperar y confiar en la Naturaleza, pues es esta la que realiza la principal tarea de hacer crecer y fructificar las plantas. En algunas, es necesaria también la participación activa de abejas y mariposas para polinizarlas previamente.

Todo este proceso nos hace dar cuenta de que todo es un proceso colaborativo de nosotros con la naturaleza, en sentido amplio, desde el sol y la lluvia, pasando por los microorganismos que dan vida a la tierra, hasta los insectos imprescindibles para fecundar las flores. Los humanos no somos autosuficientes en nada para alimentarnos, o para disfrutar de un jardín, si no es en colaboración con la Naturaleza.

Fotografía: Jordi Serra Coma

Si en nuestro huerto, con toda la paciencia y esfuerzo llegamos a cosechar una lechuga, o un tomate, empezaremos a valorar también más todos los alimentos que encontramos en el súper. Descubriremos que nos cobran menos de lo que nos cuesta hacerlos. Ni los alimentos ni las flores los encontraremos caros porque valoraremos el trabajo que conlleva. Todos deberíamos pasar por esta experiencia al menos una vez en la vida.

En el huerto, si estamos de suerte y lo logramos, nos llegará la cosecha. La primera que se servirá del banquete, será la propia Naturaleza. Los insectos, caracoles y pájaros estropearán los mejores frutos, y lo que nos quedará para nosotros será de todos los tamaños y con ‘defectos’ de todo tipo. No se parecerá demasiado o nada con lo que compramos. Debéis saber que cuando la producen los campesinos, toda esta fruta que tiene ‘defectos’ de tamaño, color, manchas o picadas, pero que es buena, se tira, se desperdicia, o ya ni se cosecha. Se queda en el campo y no se aprovecha porque los comerciantes dicen que ‘no es comercial’, y solo nos llega al súper lo más excelente.

Os animo a todos a hacer la experiencia de cultivar un huerto o un jardín. Vosotros lo cultivaréis a él, pero él también os cultivará a vosotros. Os cultivará: la capacidad de colaborar en grupo donde todos sumamos y aportamos rasgos diferenciales, la paciencia para seguir el ritmo de la naturaleza, el silencio que nos posibilita la apertura de otros sentidos, el respeto, admiración de la belleza y observación de los procesos naturales, el aprecio a la fragilidad, la humildad, constancia y fidelidad para estar cuando hay que estar, la confianza y esperanza en la cosecha, la generosidad de la naturaleza y el agradecimiento cuando nos da los frutos, el gozo de compartir la cosecha, la aceptación y la resiliencia si cualquier imprevisto nos deja sin ella, etc. Cultivar la Naturaleza es una lección de vida, nueva cada día.

Jordi SERRA COMA
Campesino e ingeniero agrícola y forestal
Girona (España)
Febrero de 2024

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