Simple y llanamente

Simple y llanamente

«No nos damos cuenta de que la relación entre personas de
nacionalidades diversas, de culturas diferentes
enriquece la convivencia y nos hace más libres.»
Imagen: stokpic en pixabay

A veces para explicar conceptos sin liarse demasiado ni teorizarlos tanto que en el final no se entiendan, más vale convertirlos en historias de vida.

Hawa me lo explica entre la desesperación y el orgullo. Hace muchos años que vive en Cataluña, aquí ha trabajado de valiente para dar una buena educación y una vida digna a sus tres hijos. Poco después de la pandemia, fue de las primeras en ser despedida de su trabajo. ¿Quizás no era una buena trabajadora?, ¿quizá sobraba personal y le tocó recibir a ella? No quiso darle muchas vueltas y desde entonces ha trampeado como ha podido. Desde hace unos meses está en un nuevo trabajo, pero son pocas horas y va complementando, limpiando algunos hogares, haciendo de canguro… Hace poco contactaron con ella para ir a limpiar a una tienda, alguien les había hablado de ella, que era cumplidora y trabajaba bien, y la llamaron para hablar con ella. Después de un rato de conversación el que habría sido su futuro empleador le preguntó:

– ¿De dónde eres?

– ¿Qué quiere decir? ¿Dónde vivo? Pues en Rubí.

– No, que ¿de dónde eres?

– ¿Qué tiene que ver de dónde sea? Vivo a media hora de su establecimiento.

– Quiero saber de dónde eres?

En unos breves segundos, por la mente y el corazón de Hawa, reaparecieron viejos fantasmas, revivió situaciones pasadas. Sabía cómo terminaba aquella conversación y cuál era realmente la pregunta. Viendo que su interlocutor insistía le acabó diciendo:

– Hace veinte años que vivo en Cataluña, pero soy africana –le respondió.

– Pues así no hace falta que vengas –le dijo de mala manera.

¿Quién eres? ¿De dónde eres? Son preguntas que no tienen respuestas incorrectas.

¿Quién soy? Soy una persona, una madre/padre de familia, un/a joven, una persona mayor…

¿De dónde soy? De aquí y de allá, del lugar donde nací y/o del lugar donde vivo …

Nos llenamos la boca de muchas palabras, hacemos gestos de cara a la posible fotografía… pero a la hora de la verdad nos pueden los prejuicios y los falsos miedos. Continuamos mirando de reojo a todos aquellos que no son nuestra copia; todos aquellos que se han marchado de su lugar de origen para tener simplemente una vida; porque son perseguidos o huyen de la guerra, del hambre… Miramos de reojo al migrante, sí, lo miramos de reojo porque migrar, ser refugiado o demandante de asilo no es lo mismo que viajar a otro país para hacer turismo, ni ser un extranjero que trabaja para una multinacional…

Por más declaraciones públicas que hacemos política y socialmente seguimos haciendo distinciones y no nos damos cuenta de que la relación entre personas de nacionalidades diversas, de culturas diferentes enriquece la convivencia y nos hace más libres.

Anna-Bel CARBONELL RÍOS
Educadora
Artículo publicado originalmente en la Revista RE num. 114, edición catalana

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