El acceso a redes y la vulneración de los derechos digitales

El acceso a redes y la vulneración de los derechos digitales

Este proceso de transformación digital tan acelerado que estamos viviendo, nos ha cogido desprevenidos y está generando un gran debate que tiene que ver con la posibilidad que tienen los individuos de acceso a las redes y la vulneración de sus derechos digitales de los individuos.

Para que un país se desarrolle económicamente necesita disponer de una red de carreteras, trenes, aeropuertos, infraestructura de energía, etc. De la misma forma, en un mundo cada vez más digital, la posibilidad de tener un acceso a internet y poder hacer uso de las redes sociales como elemento de intercomunicación se ha convertido en algo fundamental, y esto no es posible si no se dispone de una infraestructura tecnológica suficientemente evolucionada. Además, este problema se multiplica cuando incorporamos a la ecuación el desarrollo de la inteligencia artificial.

Ante esta realdad, muchas veces nos preguntamos si la brecha digital va a reducirse o tiende a aumentar. Pues la realidad es que la previsión es que la brecha digital se amplíe, ya no entre las distintas generaciones, sino también entre aquellos países poderosos y aquellos que no disponen de los recursos financieros necesarios para invertir en infraestructuras digitales y en tecnología.

Por otra parte, cuando hablamos de una sociedad digital, es indispensable hablar de los derechos digitales. Estos no son más que una extensión de los derechos recogidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) aplicados al mundo online. Los ciberderechos reconocen el derecho de las personas a disfrutar de dos aspectos clave en un mundo digital:

  1. Por una parte, está el derecho de acceso a los ordenadores, dispositivos electrónicos y redes de telecomunicaciones.
  2. Por otra parte, cuando se dispone de los primeros, los otros derechos se refieren a la capacidad para acceder, usar, crear y publicar medios digitales.

Sin embargo, aunque recogidos en la Carta Magna, los derechos digitales son constantemente burlados o pisoteados por los gobiernos que en muchas ocasiones coartan la libertad de expresión y persiguen dominar a la opinión pública, por las grandes corporaciones que buscan hacerse con el control de los datos y la información, y de esa forma, obtener importantes beneficios económicos, o por los ciberdelincuentes.

En esta carrera de poder y de control sobre la información, los datos y los individuos, que es absolutamente desequilibrada y desigual, el individuo debería poder disfrutar y tener derecho a disponer de un acceso universal e igualitario a la tecnología, a poder expresar libremente su opinión, a no ser manipulado, a recibir una información fiable y sin sesgos, a la privacidad de sus datos, al anonimato (poder comunicarme con quien quiera sin ser espiado) y a poder ser olvidado de las redes (poder desaparecer digitalmente cuando uno quiera).

Llegados a este punto, sería necesario reivindicar también un derecho importante, el derecho a saber lo que es real y lo que no lo es. Porque cada día es más difícil discernir entre lo que es real y lo irreal, entre lo verdadero y lo falso. Este proceso ha ido in crescendo y se ha acentúa claramente cuando hablamos de un mundo digital. Hablamos de medias verdades expresadas oralmente, información manipulada en la prensa, información trasgiversada en las redes, creación de noticias falsas, creación de imágenes falsas, etc.

A principios de 2024, Open AI ha creado SORA https://openai.com/index/sora/, un software capaz de generar videos al alcance de cualquier individuo simplemente escribiendo una frase. Imaginemos que se puede hacer con esta herramienta, utilizando nuestra imagen, nuestra voz, en distintos idiomas y en lugares inventados.

Y el siguiente paso quizás pueda ser incluso más preocupante. La posibilidad de abandonar temporalmente nuestra vida cotidiana para entrar en una realidad virtual a través del Metaverso. Podríamos llegar a tener vidas reales insatisfechas, versus vidas virtuales satisfactorias. Imaginemos las consecuencias que puede tener esto en la aceptación de la propia realidad y de la propia existencia.

¿Qué puede aportar el realismo existencial ante estas nuevas realidades?

El realismo existencial nos propone situar al individuo en el centro. La tecnología y la digitalización se han convertido en un nuevo ídolo. Deberíamos poner la tecnología al servicio del individuo y no el individuo al servicio de la tecnología. Hemos perdido el norte endiosando a la tecnología y esto nos ha llevado a desplazar a la persona del centro, cuando debería ser al revés.

En lo digital, parece que el fin justifique los medios. Parece que el progreso justifique la existencia de individuos olvidados como un mal menor. Y nos preguntamos: ¿Es justo tener una humanidad más desigual en pro de un mundo más digitalizado e inteligente? La historia se repite, parece que sea lícito sacrificar inocentes y vulnerables y olvidar a los no digitalizados para conseguir un mayor progreso.

Necesitamos rescatar nuestra libertad. La manipulación de la información, la influencia que generan las redes en nuestro comportamiento y la vulneración sistemática de los derechos digitales, están creado un nuevo modelo de esclavitud. Es la esclavitud digital. Todos somos esclavos, pasamos horas cada día aportando datos o rellenando información, sin saber para quien trabajamos, pero no podemos dejar de hacerlo.

Es necesario encontrar el camino de la libertad. La transformación digital de nuestra sociedad ha potenciado la comunicación a través de la imagen, ampliando la creatividad y la manera de interrelacionarse las personas trasladándola al lenguaje visual. Como si de un péndulo se tratara, el nuevo entorno digital, ha reducido el lenguaje, la expresión oral y escrita, y ha potenciado el uso de los signos y los símbolos, ha ensalzado la inmediatez y ha reducido la expresión oral y escrita, cuando el lenguaje es lo que nos hace humanos.

Habrá muchos caminos para encontrar la libertad digital, pero quizás uno de ellos sería rescatando y fomentando tres grandes atributos que tiene el ser humano y que son: 1) la capacidad de reflexión, el uso pensamiento crítico para discernir lo que es real, de lo que no lo es y, por último, rescatar la riqueza y el cromatismo que aporta el lenguaje en la comunicación y el diálogo.

David MARTÍNEZ
Economista
Barcelona, España
Junio de 2024

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