Agilidad en el aprendizaje. Una competencia clave para el Siglo XXI

Agilidad en el aprendizaje. Una competencia clave para el Siglo XXI

Por David MARTÍNEZ GARCÍA. Estamos a las puertas de cumplir 20 años del Siglo XXI y se van consolidando ciertos comportamientos que probablemente van a definir nuestra forma de interrelacionarlos durante las próximas décadas.

Acabamos el siglo XX con la tesis de Zygmunt Bauman sobre la modernidad líquida que anunciaba una crisis de los valores sólidos y estables a los que estábamos acostumbrados. Un modelo de sociedad que, al ser líquida, se caracteriza por no poder mantener un rumbo fijo o preestablecido, abocándola a una situación de cambio constante que genera una fuerte sensación de precariedad, transitoriedad e incertidumbre.

                                                                                                                                              David Martínez

Tal como dice Victoria Swisher, la situación del mundo actual se mueve en un entorno que en inglés se define como “VUCA” (volatility, uncertainity, complexity and ambiguity) que significa inestabilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad.

En este entorno, la flexibilidad del individuo y su capacidad para adaptarse a los cambios se consolidan como dos valores en alza. Es por ello que la agilidad en el aprendizaje puede ser una competencia que ayude a las personas a moverse mejor en un entorno dominado por la inseguridad y el cambio constante.

La agilidad es una cualidad física o intelectual en relación con la manera de realizar una acción. En este sentido, la agilidad de aprendizaje podríamos decir que es la capacidad del individuo para responder de manera flexible o adecuada ante lo inesperado, o ante aquellas situaciones donde los procesos reglados o estandarizados no funcionan. No es simplemente la capacidad de improvisar, la agilidad de aprendizaje implica aprender rápidamente de la experiencia y aplicar dicho aprendizaje en nuevos desafíos o situaciones no previstas.

Nuestra educación, los estereotipos, el entorno familiar, el miedo a salir de nuestra zona de confort, la aversión al riesgo y otros muchos factores se constituyen como un obstáculo a la hora de desarrollar nuestra agilidad en el aprendizaje.

Las personas con esta capacidad no tienen miedo a cuestionar lo establecido, disponen de una alta tolerancia a la ambigüedad, mantienen la calma ante las dificultades, reflexionan sobre sus experiencias, asumen con determinación situaciones desafiantes o desconocidas y se crecen ante la adversidad, están abiertas al aprendizaje y tienden a experimentar cosas nuevas, muestran amplitud de miras y curiosidad por lo que les rodea, aportan propuestas y soluciones alternativas o no convencionales y por último, podríamos decir que son personas que el error no les paraliza sino que es motivo de mejora.

Está claro que todas estas capacidades necesitan de un terreno abonado para desarrollarse. La agilidad de aprendizaje se torna estéril en ambientes rígidos, jerárquicos y reactivos a los cambios. Por eso es necesario, para poder potenciarla, desarrollar entornos colaborativos que se caracterizan por compartir la información de forma transparente, son proactivos a la comunicación y desarrollan ecosistemas abiertos donde las personas no se sienten coartadas al hacerse preguntas y además pueden plantear todas sus propuestas sin miedo.

La inestabilidad, la incertidumbre, la complejidad y la ambigüedad han llegado para quedarse y hemos de aprender a convivir con ellas. La agilidad en el aprendizaje será,probablemente, una nueva constante que deberemos incorporar en nuestras vidas.

Rescatar o potenciar algunas de nuestras habilidades puede ser de utilidad para ofrecer respuestas más ágiles y creativas, aunque sin perder esa nota de cordura que implica poner a la persona en el centro de nuestras decisiones.Me atrevo a destacar a continuación algunas propuestas:

  • – Ejercitar la empatía o el arte de entender a los demás, nos permitirá a ser más objetivos y justos en nuestros planteamientos.
  • – Escuchar activamente a los que nos rodean, nos aportará puntos de vista distintos y por consiguiente enriquecerá nuestras decisiones.
  • – Aceptar nuestros propios límites y los de los demás,será de utilidad para aceptar la diversidad y valorar todo lo que nos puede aportar.
  • – Compartir el conocimiento con los demás,nos permite desarrollar la creatividad, la innovación y nos enriquece personal y profesionalmente.
  • – El arte de hacer silencio y ser contemplativos, potenciará nuestra reflexión y espíritu crítico, a la vez que nos permitirá ver la misma realidad desde diferentes ángulos.

En definitiva, ser más objetivos, más críticos con lo establecido, más abiertos a nuestro entorno, más creativos, más reflexivos y más desinstalados, seguro que nos hace más adaptables y versátiles en un mundo en constante cambio y lleno de retos y oportunidades.

David Martínez García
Economista
Barcelona (España)

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