Cómo nos afectará la automatización y robotización
Expertos en tecnología y economistas están inmersos en un acalorado debate sobre cómo afectará el imparable proceso de automatización de funciones y la robotización sobre el trabajo de las personas. En este interesante debate, surgen dos visiones.
Por un lado, están los tecno-pesimistas que consideran que el avance de la tecnología acabará teniendo un impacto negativo sobre la fuerza de trabajo como resultado del creciente proceso de automatización.
En el otro lado de la moneda, se encuentran los tecno-optimistas, que consideran que la robotización permitirá mejoras importantes de productividad que, a su vez, permitirán generar nuevas oportunidades laborales.
De hecho, si observamos el pasado, el desarrollo de la tecnología ha tendido a crear más puestos de trabajo que a destruirlos. Deberíamos pensar qué es lo que ahora ha de ocurrir para que esto pueda ser diferente.
Un factor diferencial en la evolución del conocimiento y la tecnología es que las máquinas hasta hace poco servían para ayudar al individuo en la realización de su trabajo, sin embargo, actualmente con la inteligencia artificial ya somos capaces de introducir aspectos cognitivos en el diseño y construcción de las máquinas. Este factor puede ser trascendente, pues permite que las máquinas aprendan y generen soluciones por sí mismas.
En cualquier caso, lo que es seguro es que la tendencia a la sustitución de una gran parte de las funciones que realiza actualmente nuestra fuerza de trabajo va a ser imparable.
Llegados a este punto, es interesante rescatar un documento redactado por McKinsey Global Institute denominado “Un futuro que funciona: automatización, empleo y productividad”, que nos aporta interesantes reflexiones sobre cómo va a realizarse este proceso de sustitución de ocupaciones laborales.
En el mencionado documento, por un lado se dividen el conjunto de las ocupaciones de los Estados Unidos en 7 grandes grupos y se detalla su porcentaje sobre el total; y por otro, se estima el porcentaje de tiempo que podría automatizarse de cada una de dichas funciones. Las conclusiones son las siguientes:
Como podemos ver, la introducción de la automatización y robotización podrá tener un mayor o menor impacto, pero lo que es seguro es que va a afectar a las diferentes ocupaciones de la economía. Todo ello permitirá liberar, en un primer momento, a los trabajadores actuales de aquellas actividades rutinarias y repetitivas y en una segunda etapa, las máquinas podrán realizar funciones en múltiples sectores que hoy en día nos parecen indelegables.
Hace 30 años algunos empezábamos a reflexionar sobre el actual proceso de robotización y su capacidad para asumir aquellos trabajos más despersonalizantes para el individuo. Pensábamos en una tecnología al servicio de las personas y soñábamos en que algún día esa tecnología serviría de trampolín para dignificar el trabajo y la vida de las personas.
Una vez llegada la llamada primera ola de la automatización a nuestras vidas, vemos que todavía nos queda un largo camino por recorrer. Hemos puesto la evolución tecnológica y la eficiencia en el centro de interés y de nuestras vidas, sin pensar que dicha evolución debe ir acompañada del desarrollo del potencial humano de cada individuo.
Es seguro que no todos los individuos tendrán la capacidad de adaptación suficiente para responder a los retos que plantea esta nueva revolución tecnológico-industrial. La pregunta clave es, ¿tendrá capacidad nuestro modelo económico para dar todas las respuestas que requerirá este nuevo paradigma?
Deberíamos hacer un esfuerzo para humanizar el proceso de evolución tecnológico, ya que si no lo conseguimos, la automatización y robótica podrían llegar a dejar de ser instrumentos al servicio de las personas para convertirse en dueños y señores de nuestra personalidad.
David MARTÍNEZ GARCÍA
Economista
Barcelona (España)
Septiembre de 2017